Semana Santa

Semana Santa de Almería: La Angustia de una madre que pierde a su hijo

Salida del Cristo de la Buena Muerte

Soportar el viento de Almería tiene su grado de pasión. Llevadera, alejada del martirio, pero también indesable. Este Jueves Santo volvió a soplar. No con la fuerza del martes ni la virulencia del miércoles, pero sí con la suficiente fuerza como para deslucir, un día más, las distintas estaciones de penitencia.

Angustias lo sufrió desde que las puertas de la Compañía de María abrieron. La salida por la calle San Leonardo es preciosa, la sobriedad del Cristo de la Buena Muerte y la belleza de Nuestra Señora de las Angustias se multiplica al acercar sus tallas a los balcones de los edificios situados junto enfrente del centro académico. De hecho, los vecinos casi pueden tocar el madero de este Cristo, que es un símbolo para la Legión Española, o el destacado palio de la Señora de la Almedina, que lleva años ya saliendo del centro de Almería, aunque siempre recuerda su barrio y transita por allí durante su estación de penitencia.

Cristo, ya muerto en la cruz, tras haber exhalado la vida sin más remedio, avanzaba hacia la Puerta Purchena y coger por calle Las Tiendas el rumbo a la Carrera Oficial. Detrás, rodeada de orquídeas blancas y rosas de color marfil, María, su madre, en su Advocación de Angustias, sosteniendo el cuerpo inerte al pie de la cruz, simulando el misterio de la Piedad. A los sones de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Carmen el paso de misterio y la Banda Municipal de Música de Berja el palio, el cortejo procesional anunciaba con puntualidad su entrada al Paseo de Almería, por la calle Ricardos.

Momento de disfrutar, de lucir, de mostrar todo el señorío de una hermandad que cuenta con el cariño de Almería y que hace dos años vivió un momento complicado cuando un chubasco le pilló recién salido por Navarro Rodrigo y tuvo que volver al patio de la Cía de María. Pero ayer la fue diametralmente opuesta. Aunque la candelería sufría y algunas ráfagas obligaban a los penitentes que llevaban insignias a tirar de musculatura, la sensación de gozo por el discurrir era evidente.

Salida de carrera oficial y por la Plaza de la Administración Vieja, Angustias llegaba a su génesis, a su barrio, al rincón de Almería donde descansa su esencia. Entre las estrechas calles de la Almedina, Buena Muerte y Angustias avanzaban con estilo, con ese saber procesionar de las buenas cuadrillas de Almería. Aquí no quedó todo, luego faltaban las voces desgarradas con las que los saeteros les iban a cantar en el Bahía de Palma y el Casa Puga.

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