Cultura

Sevilla se suma a la reivindicación de Ocaña con un homenaje en la Alameda

  • Una placa en la Casa de las Sirenas recordará al artista de Cantillana Nazario, Alejandro Molina y Fernando Roldán intervienen mañana en una mesa redonda sobre su trayectoria

Sevilla celebra mañana el que según sus responsables es el primer homenaje que la ciudad dedica a José Pérez Ocaña, el pintor de Cantillana del que el pasado septiembre se cumplieron las tres décadas de su muerte. Una cerámica inspirada en su cuadro Luna con gato recordará a partir de ahora en la fachada de la Casa de las Sirenas su participación, hace 35 años, en el primer carnaval de la Alameda. Una mesa redonda, programada a las 18:00 en el Palacio de los Marqueses de La Algaba y en la que intervendrán los artistas Nazario y Alejandro Molina y el galerista Fernando Roldán, que conocieron desde la amistad a este hombre magnético y genial cuya vitalidad se comparó ayer con una "ciclogénesis explosiva"; un pasacalles y una pequeña exposición con tres cuadros del creador completarán, junto al descubrimiento de la placa, el tributo a un autor que trascendió el género de la pintura y supo hacer de su vida, también, una obra de arte.

Lo "novedoso" de esta cita, señala Joaquín Recio, de la comisión organizadora de este homenaje, es que este recuerdo a Ocaña que aprobó por unanimidad el Pleno del Ayuntamiento surgió de "la ciudadanía. Fue un esfuerzo desde abajo hasta las instituciones", cuenta Recio, que estuvo acompañado por la sobrina del pintor, Encarnación Ruiz, y que anunció que la Casa de la Provincia acogerá, "esperemos que durante este año", una exposición más amplia del legado del pintor.

El reconocimiento institucional revela, opina Nazario, la evolución de una sociedad que ya admite con menos recelo al diferente. "Todo esto era totalmente impensable hace poco tiempo, porque fue una figura transgresora, contracorriente, que se adelantó muchísimo a su época", valora Nazario, cuya carrera también se forjó en las filas del underground. El sevillano acogió con extrañeza cuando el Ministerio de Cultura le otorgó la Medalla de Bellas Artes. "Le dije a la ministra: "Después de todo lo que me he metido con vosotros, después de todas las porquerías que he dibujado, me otorgáis este premio". Y ella me respondió que colaboré para normalizar la situación, que me están agradeciendo eso. Con Ocaña pasa igual", prosigue, "él ayudó a que lo homosexual no esté considerado ahora como algo atípico, sino como una opción más".

"Es importante que la ciudad reconozca a personas que fueron malditas y repudiadas", sostiene José Manuel García, portavoz municipal de Izquierda Unida. "Ocaña era un libertario, un activista LGTB, que desgraciadamente tuvo que abandonar su tierra por la intolerancia que le rodeaba. En Barcelona vivió tal como era, en absoluta libertad".

Ocaña ha perdurado como un referente moral. Antonio Muñoz, del PSOE, ve al artista como "sinónimo de libertad, de transgresión, que es importante reivindicar en un momento en el que están recortando nuestros derechos. De haber vivido hoy, estaría encabezando muchas manifestaciones", aseguró el portavoz adjunto socialista. Para el delegado de Participación Ciudadana, Beltrán Pérez, el artista encarna "un grito por la libertad que siempre tiene que estar vigente. Ocaña consiguió mostrar a la sociedad el color de la democracia, frente al blanco y negro de la dictadura".

El galerista Fernando Roldán conoció a Ocaña cuando estudiaba Bellas Artes, una amistad que se acentuó con el tiempo. "Pasábamos horas y horas hablando de pintura", recuerda sobre un hombre "muy inteligente y muy culto, extremadamente sensible", que podía "escuchar a Antonio Mairena o a Schubert. Él amaba su pueblo, pero también tenía una gran amplitud de miras. Con él aprendías muchísimo". El "ruido" que acompañó su trayectoria ha afectado a la percepción que se tiene de él como creador, analiza el especialista. "Era pintor y le encantaba la pintura. Todas las performances las hacía como una propaganda para vender sus cuadros. Y pintaba correctísimamente, pero trabajar las sombras o los volúmenes era algo que le aburría. Lo que le pasó es que cuando fue a París y descubrió a Chagall y a Modigliani se liberó. Su criterio era la libertad, tenía muy claro que no quería ser un esclavo", dice Roldán. Un ejemplo de su actitud imprevisible ante la vida es que "te llamaba telepáticamente. En una época en la que no había móviles se te ocurría ir a su casa y él te decía: "Hombre, que llevo horas llamándote". Y tenía una especie de altarcito con cosas tuyas. Es algo que no entiendo, una cuestión de energías, pero que creo que refleja bien la fuerza arrolladora que poseía".

La reivindicación de Ocaña, al que Cantillana dedicará un museo cuyo proyecto se presentará este año, "ha cogido una dimensión que no ha tenido nuca hasta ahora", indica Joaquín Recio, que recuerda con emoción el reciente pasacalles que recorrió su localidad natal. La movilización popular está cambiando las cosas: no son muchos los homenajes que ha tenido Ocaña. "Al año de su muerte nos reunimos en la Plaza Real, nos vestimos de toreros y de flamencas en su recuerdo. Fue algo espontáneo, nada institucional", rememora Nazario, quien también destaca que "Madrid y Córdoba montaron exposiciones con su obra por esas fechas. Se adelantaron a Sevilla y a Barcelona".

"Esa popularidad de la que goza ahora Ocaña es algo que tiene que ir a más", afirma Joaquín Recio sobre el interés y el consenso que provoca el creador, y que refleja el hecho de que el Pleno del Ayuntamiento apoyara por unanimidad el tributo. "En el Parlamento de Cataluña se ha aprobado que se le haga un homenaje, y la Generalitat tiene que trabajar en eso. También intentamos conseguir la Medalla de Andalucía para él, algo que no hemos logrado al menos este año. Pero no importa: tener a todo un pueblo en la calle recordándote es más importante", concluye.

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