Cultura

Una maquinaria perfeccionada con la experiencia

  • El dispositivo para facilitar la llegada al recinto funciona sin incidentes reseñables

Eran unos 60.000 espectadores los que se esperaban en el Estadio de la Cartuja para el concierto de AC/DC, pero, a pesar de esta cifra, el dispositivo preparado por el Ayuntamiento para una propuesta de semejante magnitud funcionó sin ningún incidente reseñable. La lanzadera habilitada para la ocasión, que desplazaba a los aficionados desde el Puente de la Barqueta hasta el recinto donde actuaron los australianos, así como las líneas que Tussam reforzó para facilitar la asistencia al espectáculo hicieron posible la llegada escalonada y fluida del público, mientras un amplio despliegue de la Policía orientaba a los conductores que habían decidido acercarse en coche sobre los espacios dispuestos para el aparcamiento. Pese a las altas temperaturas, la jornada del desembarco de la legendaria banda en Sevilla transcurrió con normalidad, aunque algún fan dejara caer, bajo la solana, una frase inspirada al respecto: "Demasiado calor para tanta camiseta negra". Había quien se agobiaba en la búsqueda de la puerta por la que debía entrar, pero predominaban las escenas felices: la gente se fotografiaba, entusiasta, con el estadio de fondo y su preciada entrada entre las manos.

Desde el Centro de Cooperación Operativa (Cecop) consideraban que se había respondido con eficacia al desafío, más cuando en la ciudad coincidía otro acto masivo como la celebración del Orgullo Gay. Tras los éxitos de Bruce Springsteen y Madonna, olvidado ya ese traspié inicial -tan sólo en materia de logística- de Héroes del Silencio, Sevilla ha perfeccionado la maquinaria para acoger acontecimientos musicales multitudinarios. Ahora espera U2, a final de septiembre, para confirmar que la capital ha entrado sin complejos en el circuito de los grandes eventos.

Aunque centenares de seguidores del grupo habían acampado la noche anterior en las inmediaciones del recinto, para guardar cola y lograr una posición cercana al escenario, una multitud de fans de la banda prefirió pasear por la ciudad antes del encuentro con sus ídolos. Ayer parecía claro que AC/DC hermana a los individuos más diversos: los diferentes acentos que se oían informaban de las variadas procedencias del personal, la presencia de familias enteras demostraba que el potente directo puede con las barreras generacionales. Y por si algún transeúnte despistado no alcanzaba a comprender el motivo de esta peculiar invasión que tomaba las calles, algunos puntos, como ocurría en la esquina de Albareda con Tetuán, añadían pistas sobre el asunto y se convertían en improvisados puestos con merchandising de los australianos. Por si alguien quería sudar la camiseta y no llevaba la vestimenta apropiada.

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