Puntadas con hilo

Tener o no tener arte

  • El traje de crochet del Cid no ha costado dinero al Ayuntamiento, que ha aprovechado la iniciativa para ganar proyección con habilidad y con un debate muy novelero.

DICEN que fue el propio alcalde, Juan Ignacio Zoido, quien tomó la decisión de traer a la norteamericana Agata Oleksiak a Sevilla para que pusiera un traje de crochet a alguna de sus estatuas. Con más valentía que ningún otro miembro del gobierno municipal, para que luego le tachen de rancio, que dirían algunos. Él, que tanto repudió las setas de Jürgen Mayer, se mostró el jueves encantado de que la ciudad proyectase otra cara distinta y así se lo hizo saber a la creadora. Va a ser verdad que Zoido cree que hay muchas sevillas.

Y, si no lo es, sin duda es una pose que le ha permitido poner en práctica de nuevo un marketing político low cost de mucho menor coste que el mapping, por citar un ejemplo. La iniciativa no ha supuesto dinero a las arcas municipales, más que la cesión de las grúas para la performance, pues la galería Delimbo, la organizadora del evento, se ha encargado de los billetes, de importar el material y de buscar a los voluntarios. Eso sí que es arte, ¿no? Conseguir que la primera instalación de Olek, como se le conoce artísticamente, en España haya sido en Sevilla y que los vídeos ya hayan dado la vuelta al mundo en las redes sociales.

Que una vegetariana sufra una auténtica conversión y caiga rendida ante la tauromaquia en una corrida de toros en la Maestranza sorprende. También que esta polaca afincada en Nueva York asegurase, tras pasar un solo día en la capital, que Sevilla es su ciudad porque es mucho mejor de lo que pensaba. De lo que piensan fuera, debe ser. ¿Cómo desperdiciar la oportunidad? ¿Qué hay de malo en que durante dos meses una estatua luzca un traje multicolor? ¿Puede haber algo tan clásico y tan moderno al mismo tiempo?

El Ayuntamiento lo único que hizo fue facilitar las gestiones para que la autoridad competente en materia patrimonial, en este caso la Junta de Andalucía, diera su visto bueno, paso previo e imprescindible para autorizar los trabajos en la calle. Y, según cuentan, fue la propia artista, fascinada por la leyenda que rodea a un personaje que venció después de muerto, la que optó finalmente por la estatua del Cid tras barajar la de San Fernando, en la Plaza Nueva, o incluso la de la madre del Rey en la Maestranza, dicen. O sea que, si es cierto, el alcalde ni siquiera se habría molestado en desviar la atención de la creadora para que no eligiese el monumento del rey santo. Aunque apuntan las malas lenguas que tal vez quiso evitarse el conflicto con alguna autoridad, eclesiástica se entiende.

Y el debate en la que probablemente es la ciudad más novelera del mundo se centró entonces en lo acertado de vestir a una u otra estatua y a buscar el sesgo ideológico en dicha decisión. Y cuando ya los hilos habían tejido la funda para Rodrigo Díaz de Vivar y para Babieca, algunos han ido alimentando una polémica propia de quienes hacen honor al nombre del caballo. Ni la creación afecta al paisaje, ni a los inmuebles protegidos del entorno, ni se va a quedar ahí de por vida. ¿Habrá cosas más necesarias de las que debatir, en serio, como se ha hecho con un tema que no por mediático deja de ser insustancial? Al menos, con la misma pasión.

Las diatribas estéticas gustan mucho en Sevilla. Y resulta curioso que algunos que regresarían alucinados, ya no de Nueva York, sino de cualquier capital europea que exhibiera obras de Olek, rasguen sus pañitos de ganchillo de la abuela y critiquen semejante paparruchada. Algunos son los mismos que critican a Zoido por exceso de caspa y se perdieron buscando argumentos económicos para menospreciar el pelotazo de las Santas de Zurbarán. Bien, ahora esto ni tiene coste ni, como se ha querido interpretar, la trascendencia artística para montar un pollo. Olek presenta la semana que viene sus obras en la galería de la calle Pérez Galdós. Ojo que se titula Santa Agata, la torera. Eso es mucho más transgresor. Zoido, de cualquier manera, ya se hizo la foto.

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