Calle Rioja

Francisco Correal

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El silencio más largo de Jesús Quintero

Tributo. El próximo martes se cumple un año de la muerte del comunicador que revolucionó la radio con el Loco de la Colina. Personaje de ortos y ocasos, juglar del Guadalquivir, su vida fue un puro Guadiana

Jesús Quintero

Jesús Quintero / D.S.

Para imprimir este libro se han debido talar 352 árboles; se han dado al menos 3.225.687 teclazos de ordenador, aproximadamente; se han consumido 682 botes de cerveza Paulaner; 15 botellas de Ballantines; se han realizado 2.515 llamadas telefónicas, aproximadamente; han sido desgastadas dos gafas de cerca en las lecturas de sus borradores; han sido fumados 6 mazos de habanos suministrados por Altadis y, en la redacción de su texto, ningún animal ha sufrido daños. El autor”. El autor es Jesús Melgar (Estación de San Roque, Cádiz, 1956) y el libro, desgraciadamente profético, se titulaba ‘El Loco. Biografía no autorizada ni consentida de Jesús Quintero’ (Círculo Rojo).

Se editó en 2021 y como dejo reflejado al final lo terminé de leer en el tránsito del 20 al 21 de agosto de 2022 “a tres meses del Mundial de Qatar. Un disco de Pink Floyd en el verano primaveral de 1982, cuando empatamos con Honduras”. El rumor rumoroso del libro de Melgar se convirtió en fatídica noticia el mismo año del extraño Mundial, el primero jugado en invierno en un país del Golfo Pérsico. Un Mundial de Qatar que suena a la película de Pancho Bautista ‘Se acabó el petróleo’.

Jesús Quintero (San Juan del Puerto, 1940-Ubrique, 2022) patentó los silencios, más propios de la música callada del toreo que Bergamín escribió para Paula que del émulo de Harpo Marx que ocupa el lugar principal del banco azul en el hemiciclo del Congreso. Pero a este silencio es muy difícil acostumbrarse. Un año ya sin Jesús Quintero, aunque su legado siga incólume. Mañana se cumple un año de su muerte. Ahora el libro de Melgar se lee como esa novela de Gabriel García Márquez que llevó al teatro Salvador Távora. Quintero hacía suyo el dicho de san Vicente de Paúl: “El ruido no hace bien; el bien no hace ruido”. Un santo francés que fue amigo de Francisco de Sales, obispo de Ginebra y patrono de los periodistas.

El libro de Jesús sobre Jesús, evangelio apócrifo de un eremita del sur, de un anacoreta de ortos y ocasos, esclavista y libertario como leí en alguno de sus obituarios, tiene un prólogo de Juan José Téllez y un epílogo de Javier Caraballo, dos de sus muchos amigos colaboradores.

Lo conocí la primavera del 82 en la plaza de América. Un lugar premonitorio para quien fundaría una emisora llamada Radio América y se convirtió en un mito radiofónico y televisivo en países como Uruguay y Argentina. Una variante de La Voz del Sinchi, esa figura de la novela de Vargas Llosa ‘Pantaleón y las visitadoras’. Lo había oído en ‘Estudio 15-18’, un programa impensable en la España de las tertulias y contratertulias, del poner en valor y la sostenibilidad. Un espacio al que también se asomó otra voz fundamental, la de Alfonso Eduardo Pérez Orozco, renacentista pancipelado, gentilicio de los nacidos en Montellano.

Me acompañó en la Fundación Cruzcampo cuando presenté mi libro ‘Azabache de Talentos’. Una serie de 26 entrevistas publicadas en Diario 16 Andalucía las 26 semanas anteriores a las 26 semanas que duró la Expo del 92. El título procede del espectáculo que dirigió Gerardo Vera, ya que Rocío Jurado era otra de las entrevistadas en el libro. Quintero no pudo acudir al cumpleaños de la chipionera en plena Expo porque ese mismo día había nacido su hija Andrea. Y actuaba en la Cartuja Paquita la del Barrio.

Empezó en Radio Nacional, en la avenida República Argentina, y se fue muy pronto a Radio Sevilla, en la calle González Abréu, donde un estudio fue bautizado con su nombre. “América la descubrí como se descubre todo, a través de una mujer, una cubana”, me decía en la entrevista que aparece en dicho libro. Si ese libro fuera una película, el primer actor que aparece es el novelista Antonio Muñoz Molina y el último el psiquiatra Carlos Castilla del Pino, a quien fuimos a entrevistar a su casa de Castro del Río, la población cordobesa donde estuvo preso Cervantes. Un psiquiatra y un loco en el mismo libro. Algo muy quijotesco, de las andanzas del ingenioso hidalgo por Argamasilla de Alba.

Han sido cuatro décadas de afecto y respeto mutuo, tiempo en el que aparecía y desaparecía. Juglar del Guadalquivir (Betis, su nombre balompédico: pregonó el día mundial del Beticismo en un partido contra el Palamós), era más del Guadiana. En sus idas y venidas con la fama, con la locura, con los amores, con la bonanza económica y sus alisios y contralisios.

Si además de una película, este libro en el que aparece Jesús fuera un barco, en los camarotes vecinos estarían Silvio y Andrés Pajares. Una proximidad que sirve para hacer este juego de fechas a modo de tributo al paisano de Juan Ramón Jiménez, galardonado con el Nobel de Literatura cuando Quintero tenía 16 años y se debatía entre el teatro y la comunicación.

Silvio Fernández Melgarejo nació el 8 del 8 de 1945, cuando las bombas de los fanfarrones norteamericanos caían sobre Hiroshima y Nagasaki. Ayer, además del sexto aniversario del Esperpento Catalán, se cumplieron 22 años de la muerte de la cima del rock sevillano, el sevillista que le cantó la más hermosa canción al Betis. Las entrevistas que le hizo Quintero a Silvio y al Beni de Cádiz (de quien fue su ‘secretario’ cuando dio el pregón del Carnaval) figuran en los anales de la excelencia televisiva. Inteligencia sin maldad, arte a mansalva sin petulancia.

“Ha muerto Jesús”. El mensaje me llegó por el móvil el 3 de octubre de 2022 cuando asistía con mi mujer a la primera clase de Teología. La impartía mi amigo y colega Javier Rubio. El aniversario de su muerte llega dos días después del de Silvio. Dos revolucionarios de octubre. Del Beni decía Quintero que era el Vittorio Gassman del flamenco. Y Silvio es Jacques Tati pasado por la turbina de Pansequito y Rancapino.

Detrás de Quintero venía Andrés Pajares. El loco de la Colina descubrió América y el actor nacido el mismo año 1940 (el de Guerra, Rojas-Marcos, Melado o Saborido: vaya quinta) encarnó al Almirante genovés en la película ‘Cristóbal Colón, de oficio descubridor’. Con ella se completaba la trilogía de colones de la Expo que habían hecho Ridley Scott y George Pan Cosmatos, éste con Juan Gil y Consuelo Varela de asesores históricos. El Colón de Pajares lo dirigió Mariano Ozores (Madrid, 1926), que el próximo 5 de octubre cumplirá 97 años. Pocos pueden presumir de tener tantos años como películas ha dirigido el superviviente de la saga. Casi cien años, casi cien películas, como se lee en el subtítulo de sus memorias, ‘Respetable Público’.

El Loco de la Colina también tuvo su película. Revolucionó las noches de España con su voz queda, sus silencios largos, sus preguntas con enjundia. La Nocturna del Guadalquivir cumplió el viernes su 35 edición. La de Jesús Quintero nació hace más de cuarenta años. El año de Naranjito, Paolo Rossi, Felipe en la Moncloa, el Papa polaco en la calle del Infierno y el Nobel de Literatura para Gabriel García Márquez. Crónica de una muerte anunciada.

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