Calle Rioja

Francisco Correal

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El álgebra no la recetan en farmacias

Los alumnos que empezaron Matemáticas en 1969 en la Fábrica de Tabacos han celebrado el cincuentenario de su licenciatura con una comida de hermandad en El Burladero

Alumnos de Matemáticas de la promoción 1969-74 en el Aula de Grados de su Facultad

Alumnos de Matemáticas de la promoción 1969-74 en el Aula de Grados de su Facultad / D.S

Antes se preguntaban por los hijos; ahora lo hacen por los nietos. Eso es crecimiento exponencial, como bien saben quienes han formado parte de la cuarta promoción de Matemáticas de la Universidad de Sevilla, las antiguas Exactas, y que se han reunido para celebrar el cincuentenario de su licenciatura. 1974-2024. El año de la revolución de los claveles y de la reunión de Suresnes, aunque el PSOE en los ambientes universitarios por aquel entonces ni estaba ni se le esperaba.

En 1984, el año de la profecía de Orwell, organizaron la primera reunión, en el décimo aniversario del final de sus estudios. Fue en el Modesto de la Puerta de la Carne. Decidieron reunirse cada cinco años, unos hablaban de citas quinquenales, otros de quedadas lustrales, disquisiciones de matemáticos, pero el roce hace el cariño y fueron abreviando (y abrevando) los encuentros, haciéndolos trienales o bienales, como Venecia. Medio siglo después la cita ha sido en El Burladero, junto al hotel Colón, después de un acto solemne en el Aula de Grados de Matemáticas, “facultad que tiene un premio de Arquitectura pero parece una cárcel de Luisiana”.

La costumbre ha terminado por convertirlo en Ciencias de la Amistad. Han pasado cinco décadas y los solteros casi impúberes que fueron padres y ahora son abuelos, como buenos matemáticos están muy por encima de la media en los parámetros de supervivencia. En un divertido Exordio de recuerdos, titulado Un cincuentenario exacto redactado “por uno del curso con los recuerdos de todos”, se dice: “Compañeros, hacer algún sudoku diario como gimnasia cerebral para que sigamos viéndonos, al menos con facultades mentales, ya que no físicas o atléticas. Según nuestros datos estadísticos más que fiables, hemos llegado a este cincuentenario vivitos y coleando y con buena salud, un noventa por ciento de la promoción”. El Álgebra es salud.

La historia empieza en octubre de 1969. El año que España ganó empatando el festival de Eurovisión y Franco nombró al príncipe Juan Carlos heredero “a título de Rey”. En la Fábrica de Tabacos convivían siete facultades universitarias: Derecho, Biología, Física, Química, Filología, Geografía e Historia y Matemáticas. El Trivium y el Cuatrivium. El mayo francés llegó a Sevilla un año después, con lo cerquita que tenían el abril sevillano, a dos pasos de la Feria en el Prado de San Sebastián. El traslado de ésta a Los Remedios fue en 1973, el mismo año que los alumnos de Matemáticas abandonan la Fábrica de Tabacos para instalarse en Reina Mercedes antes que químicos, físicos y biólogos.

El rector del primer curso era el americanista José Antonio Calderón Quijano. Dos años después, en 1971, llegaría Manuel Clavero Arévalo. Tiempos de los grises a caballo por la calle San Fernando en testimonios gráficos del archivo de Gelán. Ese curso iniciático fue de tanteo con el Selectivo, un “totum revolutum científico en el que además de las comunes a todas las carreras había pocas opciones: o Biología o Geología”. En el argot de Félix Rodríguez de la Fuente, el Hombre o la Tierra.

La Facultad constaba de tres salas situadas bajo el Aula Magna, frente a Letras. En la primera sala estaba el bedel, que entregaba las papeletas con las notas y solía pedir una propina (como el betunero cotilla de Gilda). Otra sala era para los profesores y la tercera para don Antonio Castro Brzecicki, a quien consideran “verdadero fundador e impulsor de la Facultad”. El profesor Castro tuvo que suplir en Análisis Matemático a Enrique Toledo, un joven profesor que en un viaje de novios por Marruecos había sido objeto de un ataque que le produjo conmoción cerebral y diversas lesiones.

A Pascual Boix Fos, de las familias valencianas que vinieron con las naranjas de la marisma, le encomendaron la materia de Topología que no había dado en su vida. Cinco minutos antes de cada clase repasaba las nociones básicas en el libro de un tal Wolfgang Frank. En idiomas, la mayoría se decantaron por el alemán, lo que constituyó un hándicap cuando en la Semana Santa de 1974, en el viaje de fin de carrera, fueron a Londres “sin papa de inglés”.

Durante la carrera, sólo hicieron una excursión a Cádiz y San Fernando, promovida por el profesor de Física Antonio Criado, que pagó de su bolsillo el peaje de la autopista en el viaje de regreso. Visitaron el Observatorio Astronómico de la Armada y el reloj que medía las millonésimas de segundo. En tercero de carrera empiezan las fiestas. Iban a otras facultades, como la Hornacina del puente de la Inmaculada en Arquitectura, donde actuaron Los Canarios de Teddy Bautista y Burning de teloneros.

Entre los profesores, tuvieron a Javier Brey, primo hermano de Mariano Rajoy, y a Francisco Moreno, que con los años sería primer teniente de alcalde con Manuel del Valle y senador socialista. Daba clases de Física Teórica, unos le decían Paco el Largo, otros Simplemente María. El delegado de Deportes de la Facultad era Santiago Sánchez Traver, que después tendría una dilatada experiencia como periodista. En 1972 fundó el equipo de rugby de Matemáticas, que fue campeón de España de Liga y Copa. A los futboleros les gustaba jugar en el Seminario (el Palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía) o en Piscinas Sevilla.

Había profesores tan curiosos como Salvador Cutillas, que era ambidextro, “lo que le permitía trazar con una mano las ordenadas y con la otra las abcisas”. El cuarto curso fue el de las penúltimas redadas del franquismo. Dicen de Matemáticas que “siempre tuvo la fama bien ganada de carrera roja”, a diferencia de Derecho, donde sin embargo hacía apostolado para Acción Comunista Manuel Ramón Alarcón, primer marido de Amparo Rubiales. Los estudiantes de Matemáticas estaban rodeados por dos ferias: la de Abril y la de Muestras. Había alumnos que hacían novillos para irse a ver películas de arte y ensayo o a La Trocha, local flamenco heterodoxo (Bambino, El Gran Simón, El Pali, Paco Toronjo) que estuvo en la calle Imperial antes de irse a la Ronda de Capuchinos.

Como no tenían fiestas, hornacinas o tómbolas como otras facultades, tuvieron que ingeniárselas para financiar el viaje de fin de carrera a Londres con varios métodos: la máquina de tabacos de la planta baja, que el guarda de la Facultad, originario de Algámitas, intentó tirar al suelo para que le devolviera una moneda de cinco pesetas; la Quiniela Exacta en la que todas las semanas pronosticaban los partidos del Betis y el Sevilla y los de Madrid y Barcelona cuando jugaban de local; y con la venta de unos Chritsmas Matemáticos Navideños dibujados por José Antonio Garmendia, ilustrador y licenciado en Ciencias Químicas.

En Londres unos fueron a ver el musical Jesucristo Superstar, otros la película de Bertolucci El último tango en París o algún partido del Chelsea de Peter Osgood que tres años antes había vencido en Atenas al Real Madrid en la final de la Recopa. Uno de ellos se trajo a Sevilla tantos discos de los Beatles que los tuvo que repartir “por eso de la aduana en el aeropuerto, con lo que junto a los dos cartones de rubio y a las dos botellas de whisky obligadas, aquello no lo mejoraba ni el más brillante Alfredo Landa”.

En la reunión del Burladero tuvieron palabras de recuerdo para los que se fueron antes de tiempo, una exigua minoría: Pepe Real Anguas, que llegó a ser decano; Antonino García Rendón, Gonzalo Robles… El acto se iba a celebrar en el Paraninfo, pero el rector lo impidió por temor a las acampadas. Lo presidieron el ex rector Miguel Florencio, matemático de carrera, y el actual decano, Alfonso Carriazo, nieto de Juan de Mata Carriazo.

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