Para quedar eliminado de esta primera fase de la Eurocup hay que hacerlo queriendo. Esa posibilidad se la podría plantear un buen equipo, pero no uno que es incapaz de frenar a un rival que lo fía todo a su acierto exterior, que firma un 12/21 en tiros libres y comete 18 pérdidas y que anda perdido en la cancha porque el inquilino del banquillo no lo sabe dirigir. Atascado ante una defensa en zona y con un ataque con una anarquía preocupante, el Baloncesto Sevilla, el mismo que pareció competir ante el Real Madrid y que parecía haber dado un paso adelante, se volvió de Bélgica con una derrota ante el Charleroi (82-72), un duro golpe psicológico, más dudas en el petate y una imagen que debería invitar a alguno a la reflexión cara al futuro tras dar de nuevo tres pasos hacia atrás: seguir anclado en la mediocridad o intentar crecer con los necesarios cambios.

Porque un conjunto que cuenta con jóvenes talentos como Porzingis, Hernangómez, Radicevic o Balvin y la experiencia de jugadores como Berni, Urtasun y Byars, estos dos últimos en plena vena anotadora, no puede perder contra el quinto de la liga belga por mucha historia que tenga a su espalda. No debería, sobre el papel, pero en el parqué cuentan otras cosas como tener un plantel bien trabajado que sabe exprimir sus (escasas) virtudes. Que con eso le dé para ganar, es preocupante. Concretamente con los triples. El 14/31 logrado por los pupilos de Jacques Stas (un porcentaje que pudo ser más escandaloso sin la locura de los dos últimos minutos) condenó a los de Scott Roth, que no encontró la forma de parar a un equipo que anotó más veces desde más allá de la línea de 6,75 metros que con los tiros de dos puntos (13/35).

A falta de un ataque bien organizado, los rebotes ofensivos de Oriola y Hernangómez, en primera instancia, mantuvieron al cuadro andaluz, al que sólo con un poco de actitud le llegaba para recuperarse del 9-2 inicial. Balvin también aprovechó los minutos para demostrar que sus 2,17 metros no son un problema por mucho que a Roth no le guste aprovechar su envergadura, y Porzingis se cocinaba las canastas cogiendo el balón casi en el medio del campo y botando hasta plantarse bajo la canasta. Algo falla, evidentemente, cuando el letón tiene que hacer esto, pero con eso y los puntos de Byars le daban al CB Sevilla para llegar al descanso metido en el choque (38-36).

Pero Roth tiró de su libreta. Balvin (2/2 en tiros y tres rebotes) no volvió a jugar en toda la segunda parte, casi al nivel de un Watts que sigue calentando las sillas del banquillo. Quizá el norteamericano pensaba que su torre no serviría para cerrar el rebote o machacar en el aro contrario, quién sabe. Sin él, el Charleroi dominó el rebote, un aspecto que los visitantes controlaron en el primer tiempo, y con el punto de mira afinado empezó a abrir la brecha. Page, un jugador que ya en Granada demostró tener una buena mano, se cansó de tirar solo (4/5 en triples tras el descanso) y los locales, con un 20-9 en apenas seis minutos, se vieron con un 58-45 que ni se creían. Bajo la gran dirección de Dowdell (seis asistencias), el partido estaba roto y como ante el EWE Baskets hace una semana el CB Sevilla intentó la remontada al abrigo de los aciertos de Álex Urtasun y Berni Rodríguez, dos líderes inesperados en esta americanizada temporada.

Ambos, junto con Oriola, jugaron el último cuarto al completo. Aprovechando los errores lógicos de un limitado Charleroi, un triple del navarro puso el 79-72 en el minuto 37. Pero el carrusel de fallos no paró y los que eran los líderes hispalenses perdieron dos balones consecutivos y al final el equipo andaluz perdió hasta el average de +5 logrado en la ida. Lo dicho. Para reflexionar.