Real madrid - sevilla · el otro partido

¡Qué bonita la PlayStation!

  • El Sevilla, con un sistema ofensivo sobre una falsa estampa defensiva, hace disfrutar al Bernabéu Partido para dar lustre a la fea 'marca Liga'.

Toda la lucha que José María del Nido venía liderando contra el establishment de la denominada marca Liga se fue al sumidero de los vestuarios del Santiago Bernabéu desde el momento en que Unai Emery comunicó la alineación. Javier Tebas disfrutaría de lo lindo viendo cómo el Real Madrid, en ese horario tan confortable para los pinchazos televisivos como son las diez de la noche de un miércoles, se lucía y hacía disfrutar a propios y extraños neutrales. Hacía más de 46 años que en el Bernabéu no se veían diez goles. Y a ello contribuyó el Sevilla con una predisposición de ánimo, esa que tanto anunció su entrenador, tan loable para el espectador medio como deleznable desde un punto de vista físico-táctico. Fue un partido de PlayStation, empaquetado para exportar. El partido que sueñan los niños que coleccionan estampitas.

A Emery sólo le faltó ayudar a desenrollar la enorme alfombra verde que se dispuso ante los televisores para mayor gloria de Bale, en su mayor reivindicación desde que aterrizó en España a cambio de una cantidad de dinero que da vergüenza decir; de Cristiano Ronaldo, que se desquitó de la mofa de Joseph Blatter con tres goles y un saludo a lo militar, y hasta de Benzema, ese enfant terrible cuyo enorme fútbol no cala en una afición, la madridista, que prefiere rendir culto a otras estrellas de cuidada cabellera.

¿En serio creía Emery que podría tutear a este equipo de megaestrellas con tantísimos jugadores ofensivos? Porque el 3-4-3 que dispuso ante el Madrid dubitativo de Carlo Ancelotti no tuvo nada que ver con el esperanzador de Valladolid. De entrada, M'Bia no es un futbolista de posición, y sí de presión adelantada, y Rakitic no puede ser escudero del que debe ser su escudero. Para continuar, situar a dos carrileros con clara vocación ofensiva como Figueiras y Alberto Moreno sin un mediocampo preparado para realizar coberturas es abrir pasillos para el lucimiento de los glamourosos futbolistas de Florentino. Y para terminar, intentar sacar la pelota desde atrás siempre, raseándola con la idea de combinar y combinar, es propiciar que el Madrid robe balones en la única zona en la que presiona, los tres cuartos, y contragolpee.

Seguramente, si Emery hubiese planteado el partido desde un punto de vista verdaderamente defensivo quizá también habría perdido el Sevilla. Pero caer goleado así, por muy bonito que fueran los goles de Bacca y de Rakitic, no hace sino dar lustre a una Liga estructurada sobre la desigualdad, fiel reflejo de la sociedad cada vez más bipolar que nos ha tocado vivir. Hasta el árbitro se unió a la fiesta y se atrevió a pitar dos penaltis contra el Madrid, para que nadie dude de la autenticidad de esta Liga. ¡Qué espectacular esperpento!

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios