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De la barra libre a la buena educación

  • El endocrino del Betis, Pedro Pablo García Luna, afirma que los futbolistas han asimilado muy bien los cambios alimenticios · Destaca que la mayoría "ha llegado en un buen peso" a la concentración

Uno de los males del verano es el cambio de ritmo y en lo hábitos alimenticios. Se come a deshoras, poco o mucho, y mal. En el Betis pasaba algo similar, por lo que el cuerpo técnico advirtió ya a mediados de la temporada pasada la necesidad de contratar a un endocrinólogo que controlara de cerca a los jugadores. Pedro Pablo García Luna, amigo, paisano y colega del doctor Escribano, es el encargado de esta labor.

El galeno asegura que los futbolistas han llegado "mejor de lo que cabía esperar de las vacaciones", fruto quizá de la educación alimenticia que desde el año pasado inculca a la plantilla. "Simplemente les decimos lo que deben comer, lo que no, cómo y en qué cantidades. Se trata de crearles hábitos que, poco a poco, asumen como algo normal", afirma el médico, que incluso repartió planes personalizados a casi todos los futbolistas al final de la última campaña. Luna estuvo dos días en Montecastillo entrevistándose con los jugadores para conocer sus costumbres y ofreciéndoles "consejos con base científica" que, según los resultados, han sido muy positivos: "Creo que el trabajo del año pasado fue muy positivo, porque el equipo salía en la segunda parte con más fuerza que al principio de la Liga y llevaba mejor al final".

De momento no hay papilla milagrosa al descanso, pero sí "suplementos nutricionales que al parecer toleran bastante bien", explica el endocrino del Betis que estos días reparte a diario una encuesta a los jugadores para controlar mejor lo que han comido.

"Antes las comidas eran buffet libre y era imposible controlar la cantidad de hidratos de carbonos, proteínas o fibra que ingerían. Un deportista de élite, con tomar entre 2.800 y 3.200 kilocalorías al día tiene suficiente. Estos días se las administramos de manera estructurada con las cantidades necesarias. Eso en la concentración es fácil, lo complicado será que en el día a día lo mantengan, pero para eso tenemos previstas reuniones con las mujeres de los futbolistas para educarlas también a ellas en este aspecto. Ahora les damos muchas más verduras y alimentos del reino vegetal que del animal como tenían antes en las concentraciones -comen entre tres y cuatro raciones de ensalada diaria-. Se van acostumbrando y lo aceptan", explica.

El endocrinólogo se muestra satisfecho con los resultados obtenidos hasta ahora. "Desde que Villarrubio, la dietista y yo llegamos, ha habido jugadores que han perdido cuatro kilos y al final de la Liga logramos el 80,4% de los objetivos marcados. Pero lo más positivo es que no me ven como un ogro que los va a matar de hambre. Un jugador me comentó al principio que comía muchas chucherías y productos de bollería y ahora, tras el verano, dice que ni las prueba ya. Ése es el objetivo real: educarlos en alimentación".

La barra libre se acabó en el Betis. Ahora lo que se lleva es la alimentación sana y equilibrada que, aunque no haya ningún dato que lo refute, sin duda fue un elemento más en la mejora del equipo tras la llegada de Chaparro al banquillo. El Betis se une a la moda de los endocrinos, pero con uno propio, nada de copias, aunque seguro que si todo marcha bien pronto habrá que compartir los derechos de García Luna, el nuevo as de la papilla.

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