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Antología del pellizco

  • La candidez del rival permite juntar a 5 hombres más dotados para lucir en lo personal que en lo colectivo Deulofeu, Banega, Reyes, Denis y Aspas coinciden

Sería impensable en un partido de la Liga española. La exigencia de la competición no permitiría una licencia como la que Unai Emery hizo posible ayer ante la debilidad del Feyenoord. Y es que hacer coincidir en el campo a tantos regateadores, si uno se puede referir así a lo que hoy los mediáticos llaman ahora jugones es una apuesta arriesgada, casi suicida, tal y como está el fútbol.

Había ganas de ver a Deulofeu. De acuerdo. Pero ¿hacía falta tanta diversión? Si en un equipo como el Sevilla es normal que se equilibren los talentos con jugadores de banda con capacidad y resistencia física para correr hacia atrás -de ahí la confianza ciega de Emery en Vitolo o, este año, Aleix Vidal-, se tenían que rodear los astros de tal manera para que coincidieran en una misma línea, Deulofeu, Banega y Reyes. Los tres son futbolistas con literatura a sus espaldas y un ¡oh! constante en los pies. Talento puro y condiciones mágicas para el lucimiento personal, lo que se considera a veces un pecado en un deporte colectivo.

Claro que el resultado y la sensación de conformismo de no recibir más daño del ya asumido que trajo el Feyenoord no sólo permitió que el personal se pudiera divertir con ese fútbol a veces tan alejado de la realidad que practican los profesionales como ellos, sino que Emery pudo rizar más el rizo y juntar hasta cinco profesionales del pellizco con la salida al campo -sin mediar ningún cambio del talentoso trío de mediapuntas- de Denis Suárez y Iago Aspas.

Está claro que el que sobresalió fue Deulofeu, porque hizo las cosas más vistosas y también las más efectivas, como esos dos golpeos ganadores a balón parado que valen los tres primeros puntos en la defensa del título, pero otros también, cada uno en su estilo, demostró que pueden ofrecer soluciones a Emery cuando los necesite. El catalán tiene, posiblemente, más potencial que el resto por su chispa y explosividad. Al talento que atesora, difícilmente igualable en el fútbol profesional, une un cambio de ritmo eléctrico que le permite buscar los espacios en medio segundo. Su potente tren inferior se lo permite y debe ser suficiente también para hacer lo que el técnico le pide en defensa. El secreto está en cambiar el chip y entender que el fútbol es tanto una cosa como otra.

Reyes tiene la pausa y el golpeo. Parece mentira que una vez este futbolista fuera en moto por el campo. Era en sus inicios. Ahora jadea casi al primer esfuerzo de alta intesidad y sus limitaciones físicas hacían que cuando era necesario para Emery se convirtiera siempre en el primer cambio. Y, clavado, a la media hora de juego. Con más alternativas en la plantilla (muchas), el utrerano ya sabe que no va a volver a ser titular en un periodo de tiempo y que debe darlo todo en 90 minutos.

De Banega puede decirse que tiene menos físico aún que Reyes. O, quizá algo de más fondo pero a menor velocidad. Empezó de mediapunta, al principio muy entonado, y acabó junto a M'Bia como organizador sin necesidad de arriesgar en un partido que parecía un pacto de no agresión.

Denis Suárez y Aspas completaban este quinteto de artistas con ganas de reengancharse a la alta competición. Reyes es quien más difícil lo va a tener por inercia profesional, pero en los los otros cuatro hay talento, futuro y pellizco.

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