Deportes

El hombre tranquilo

  • El nuevo presidente del Betis llegó al deporte por imposición y ahora aterriza por devoción.

Llegó al deporte por imposición y ahora aterriza por devoción. A Juan Carlos Ollero le tocó pilotar la nave del baloncesto en esta ciudad cuando su pasión siempre fue balompédica, siempre fue el Betis. Casi una década después de asomarse a San Pablo cumplirá el sueño de presidir el palco de autoridades verdiblanco, más por la irracionalidad de sus colores que por la sensatez que dicta su mente fría y analítica. Desde hace meses, poco después de su jubilación, trataron de convencerlo para que encabezara el club de las trece barras, su club, aunque ni a él le gusta la farándula que se mueve en el fútbol ni a su esposa le hacía gracia que se embarcara en estos berenjenales. "Quizás estoy siendo un estorbo ya en casa", afirmaba hace poco con sorna cuando se le preguntaba si su mujer no quería ni en pintura que accediera a la presidencia del Betis.

Cultivado, inteligente, ávido lector y buen gestor, Ollero no abusó en absoluto del cargo en el Caja; de hecho, aún recuerdan que no pasaba el kilometraje de muchos viajes, que por cierto prefería hacerlos en su coche antes que subirse a un avión. Es un hombre tranquilo al que le gusta debatir, no gritar, y tender puentes para solucionar los problemas. Terció con entrenadores muy especiales, cada uno de su padre y de su madre, como Manel Comas, Pedro Martínez, Joan Plaza y Aíto García Reneses, y siempre le dio su sitio a los trabajadores, dado que le gusta delegar como signo de inteligencia: si alguien sabe mucho de algo, si es especialista, que tome decisiones aunque la última palabra sea la suya.

Hombre religioso y hermano de la Amargura, no es extraño encontrarse con Ollero en los bares del centro degustando un buen tinto, cigarro en mano, y charlando con Pepe Aguilar, íntimo amigo y sucesor durante un breve periodo de tiempo en la dirigencia del Caja. El nuevo presidente del Betis, un conversador afable incluso con su nieto Jacobo, que lo llama "abuelo pelón", prefiere dar rodeos o adjetivar de forma certera antes que lanzar un titular sensacionalista a un periodista o un improperio a un enemigo.

Ha decidido dar este salto mortal un hombre analítico como él seguramente más con el corazón que con la cabeza, más por los demás que por él mismo. Está al tanto de primera mano de la gloria y la crueldad del deporte, de que la pelota es el centro de este universo y lo demás es secundario. Acostumbrado a lidiar con problemas muy serios como responsable de las empresas participadas de la Caja, buscará el consenso y la cordura por todos los medios, aunque corra y asuma el riesgo de que este circo balompédico lo puede devorar hasta que los tribunales decidan qué pasa con el Betis, con su Betis.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios