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La sonrisa de la Liga

  • La llegada de Joaquín a Santa Justa el domingo provocó que un taxista dejase sola a su pasajera.

Idolatrado en la mayoría de canchas del país, Joaquín vivió en Vallecas su primera suplencia con el Betis. Fue fruto de un pequeño esguince de tobillo que lo tuvo toda la semana en tenguerengue y que lo hizo ser duda incluso para viajar. Pero su sonrisa no se pierde ni en el banquillo, donde pudo vérselo feliz junto al médico, Tomás Calero.

Es un personaje el portuense, pero en el buen sentido de la palabra, no con ese matiz que ha tomado últimamente el término. El domingo, sobre las seis y media de la tarde, en Santa Justa, se desató la anécdota a la llegada del Betis tras su victoria frente al Rayo. Un taxista dejó a su pasajera sola en el taxi, que acababa de arrancar, durante un minuto para fotografiarse con el ídolo y disfrutar con sus guasas. El portuense llegó al autocar muerto de la risa junto a Julio Jiménez, director de comunicación del club, y Juan Manuel Acuña, el utillero. Es una muestra más de las pasiones que desata un futbolista que destaca por su naturalidad fuera y dentro de los terrenos de juego. En Vallecas cumplió 400 partidos en Primera (185 de ellos con el Betis) y tampoco le otorgó excesiva importancia, como a su suplencia. "He estado toda la semana con molestias y hasta el último día no he podido entrenarme un poco, de ahí que el míster haya decidido que era mejor que saliese en la segunda parte", indicaba a Radio Marca.

Para rematar la efeméride casi hizo migas con el gol, pero el poste se lo impidió. "Fue una pena porque la jugada me salió muy bonita, pero me voy menos cabreado porque no haya entrado por 0-2", se sinceró al hablar de una acción que también hubiese incrementado su cuenta de pases de gol (asistencias las denominan hoy) de haber empujado el balón a la red Rubén Castro, quien más que creer que estaba en posición antirreglamentaria quiso respetar el jugadón del portuense, que había regateado a Zé Castro y al guardameta Toño, en su creencia de que el balón acabaría entrando.

Respeto. Una palabra que también se recita cada vez que se habla de Joaquín. Lo tiene de sus compañeros, como demostró el canario en esa acción, de sus rivales y del aficionado al fútbol en general. "¿El parón? No tiene por qué ser negativo; independientemente de cómo llegue el equipo hay que mirarlo por el lado bueno, ya que significa descansar y poder estar con la familia", se sincera un futbolista que en su juventud llegó a ser tachado de frívolo y que a sus 34 años se ha convertido en todo un ejemplo para los más jóvenes, con Vadillo como alumno aventajado.

"Como ahora no nos dé Mel los tres días que nos prometió... Los hemos cogido como agua de mayo y no creo que sea capaz de echarse atrás", remata con esa gracia gaditana mientras aflora en su rostro esa sonrisa amplia y limpia que es la del Betis y la de esta Liga.

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