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Partido de bandera blanca

  • El Betis se destapó poco en ataque ante un rival que firmaba el 0-0.

Después del 6-2 encajado en Barcelona era de esperar un Betis con ganas de resarcirse. De expiar sus pecados -en el Camp Nou, por ejemplo, hizo menos faltas que el conjunto azulgrana teniendo menos el balón, un dato que habla a las claras de la intensidad de los de Poyet-, sobre todo ante su público, pero sobre el campo no se vio nada distinto. Bueno, una cosa sí, el rival, que llegó desde La Coruña sin Lucas Pérez y enarbolando desde el inicio la bandera blanca con Andone como único faro en la vanguardia, aunque por su trabajo sin premio parecía más un peón.

Defensa   

Sufrió poco la zaga verdiblanca ante un Deportivo agazapado atrás y que lo confió todo, poco o mucho sólo lo sabrá Garitano, a que el delantero rumano cazara algún balón suelto o los centrales béticos fallasen. No pasó ni lo uno ni lo otro (salvo en una acción en la que Bruno Gama remató sin oposición fuera desde el punto de penalti) y Adán, hasta que en el tramo final los locales se fueron adelante con el corsé menos ajustado por las apreturas del tiempo y el marcador dejando más espacios atrás, apenas tuvo que intervenir en un par de acciones de peligro en acciones a balón parado.

A ello ayudó también un centro del campo en el que la contención primaba sobre la creación. Petros, con más o menos sentido, corría siempre hacia donde estaba el balón cuando lo llevaba un deportivista; Fabián se preocupaba más de no fallar y ser señalado que de otra cosa y Felipe Gutiérrez casi no aparecía salvo en acciones esporádicas. Demasiado perdido. Desubicado.

Ataque

Tan preocupado estaba el Betis de Poyet de no descubrirse, pese a que el rival no inquietaba, que se olvidó de atacar. Disparos lejanos y sin fe, cuyo fin era más acabar la jugada de ataque que de crear una ocasión de peligro, y algún chispazo de Sanabria tras combinar con Joaquín o Rubén Castro, fue el escaso bagaje ofensivo heliopolitano en los primeros 45 minutos. La movilidad de los de arriba era estéril porque los balones no llegaban y cuando los laterales sorprendían no había presencia en el área de delanteros. La entrada de Musonda dotó de una velocidad más al ataque. El belga y Joaquín se convirtieron en nexos de unión del centro del campo con los puntas, pero la escasa fluidez y la falta de puntería de Sanabria o Rubén Castro en las escasas opciones claras que tuvieron evitaron que los locales pudiesen abrir el marcador.

Quizá de lo más positivo fueron las incorporaciones de los laterales en ataque, pero sus centros, sin centrocampistas que se sumaran a la ofensiva, acababan siempre en las cabezas de los defensas visitantes.

Virtudes

No encajó ningún gol y sumó un punto. El que no se consuela es porque no quiere.

Talón de aquiles

La falta, al menos en este partido, de una filosofía o un estilo de juego reconocible.

UNO POR UNO

Adán: Solventó de manera efectiva los balones que rondaron su portería.

Piccini: Muy activo subiendo la banda, aunque sin decisión.

Mandi: Bien al corte y solvente por arriba.

Pezzella: Siempre aparece en los saques de esquina a favor.

Durmisi: Tiene fondo físico para correr dos partidos seguidos.

Petros: Mucha intensidad sin el balón, pero poca efectividad con él en las botas.

Fabián: Muy encorsetado en defensa como para mostrarse en ataque de manera efectiva para sus compañeros.

Felipe Gutiérrez: Ni atacó ni defendió. Perdido.

Joaquín: Más que sus centros desde la banda creó peligro con sus diagonales hacia el centro. Falló en el último pase.

Sanabria: Desacertado en el remate a portería.

Rubén Castro: Echado a una banda se reduce su peligro.

Musonda: Activó el ataque.

Cejudo: Dio oxígeno al equipo.

Dani Ceballos: Sin tiempo para hacer algo.

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