Sevilla | deportivo · la crónica

Velocidad sin réditos

  • El Sevilla es incapaz de sacarle partido a un ritmo de vértigo al empatar ante el Deportivo por su carencia de remate a gol. Los blancos corrieron sin cesar, pero Aranzubia no sufrió en exceso

Paso atrás del Sevilla por la carencia absoluta de remate a puerta. El conjunto nervionense fue capaz de jugar a un ritmo de vértigo contra el Deportivo, cercano incluso al fútbol de sus mejores tiempos en este concepto tan valioso, pero eso no se tradujo casi nunca en ocasiones claras de gol. Todo se quedó en un quiero y no puedo, en mover el balón como si éste quemara en los pies de los jugadores que vestían ayer de blanco. La pelota iba ora a Jesús Navas, ora a Perotti, a quienes también doblaban con frecuencia tanto Stankevicius como Adriano por las bandas, mas el resultado siempre iba a ser el mismo. El balón se dirigía hacia el área y allí no había ningún futbolista local capaz de rematarlo a la portería contrario y cuando esto sucedía era sin la mínima ventaja para que aquello acabara en gol.

Ése puede ser el primer compendio de un buen partido de fútbol, de un choque entre dos equipos que no están en los puestos altos de la tabla clasificatoria por casualidad. Tanto el Sevilla como el Deportivo se emplearon con sus mejores armas. A la velocidad puesta en liza por los hombres de Manuel Jiménez, respondió el Deportivo de Lotina con un orden que rayaba la perfección, con un catálogo de juego solidario por parte de todos sus integrantes. Las ayudas eran constantes y tanto Laure, particularmente Laure, como Manuel Pablo siempre contaban con la colaboración inestimable de Guardado y de Juan Rodríguez a la hora de taparle los caminos a las bandas locales.

La consecuencia, lógica, de todo esto fue el empate que se registró al final en el marcador, ya que sólo una acción puntual a favor de uno u otro podía romper semejante equilibrio. Y en ese sentido tal vez los anfitriones puedan apelar a ese balón que Aranzubia aparenta tocar con su brazo fuera del área cuando ya se dirigía hacia el gol de Jesús Navas. Aquello sucedió en el minuto 43, en plena recta final del primer periodo, y, de haberlo visto con más nitidez Álvarez Izquierdo, tal vez hubiera podido variar todo el relato. Pero no fue así, entre otras cosas porque tampoco era fácil concluir que Aranzubia había tocado la pelota de manera ilegal, ya que tapaba el balón con su cuerpo y siempre quedará la duda de si lo hizo con el pecho o con el brazo. Sí parece evidente que la pelota se amortiguó en lugar de salir disparada y eso puede conducir a pensar en que se sirvió de su brazo.

Fue la acción más polémica de un partido en el que apenas hubo motivos para las discusiones posteriores sobre el juez. El resto fue disfrutar de un espectáculo trepidante, de un juego en el que la pelota rara vez se detenía y en el que todos los integrantes del mismo se empleaban con mucho más afán por atacar que por defender. Claro que el devenir del juego siempre lleva a uno u otro a ejercer un poco más el mando y en la mayor parte del choque éste le correspondió a un Sevilla con su faz más ambiciosa.

Porque el sinsabor de ese empate que impide ver más cerca la tercera plaza de la clasificación no puede impedir que se valore el juego de los sevillistas en la noche de ayer. Jiménez no se guardó apenas nada para el decisivo encuentro de la Champions del próximo martes y puso en liza a los que consideraba sus mejores hombres en el día de ayer. Entre ellos estaban Kanoute y Negredo como pareja de delanteros y por ahí, tal vez por ahí, se empezó a gestar el tropiezo, si es que se puede considerar como tal esta igualada, ante los gallegos.

Ni Kanoute ni Negredo parecen capaces en estos momentos de pensar tan rápido como les exigían sus compañeros con la circulación del balón que éstos realizaban. Una de dos, o los centros de Jesús Navas y Perotti eran malos en la mayoría de las ocasiones, o ninguno de los dos delanteros estaban bien situados para anticiparse a sus marcadores. La respuesta a semejante incógnita puede venir desde dos puntos. Uno, el cabezazo de Fazio que sí fue capaz de imponerse a los rivales por arriba, como volvería a hacer en los estertores del juego, para marcar un gol; dos, Luis Fabiano, no más entrar, fue capaz de conectar un testarazo fortísimo que dio en el travesaño por arriba. Conclusión, ni Negredo ni Kanoute estuvieron particularmente acertados en una faceta básica para el fútbol como es el remate a la portería del rival.

Ésa, sin duda, fue la principal clave para que el Sevilla no fuera capaz de rentabilizar en el marcador semejante caudal de fútbol rápido. La otra, que también conviene resaltarla, fue el despiste que facilitó la acción del empate. Cierto que el centro de Guardado también tiene su cuota de mérito, pero en esos momentos tal vez los blanquirrojos estaban gustándose demasiado después del 1-0 y la jugada los pilló desprotegidos. Ese gol de Adrián López condujo a una situación nueva y ya fue imposible reconducirla por parte de un Sevilla que corrió mucho, tal vez demasiado, con vistas a esa cita a todo o nada en la Champions. Y encima se quedó con el sinsabor de no haber podido ganar por su incapacidad para rematar a puerta.

Ficha técnica:

1 - Sevilla FC: Palop; Stankevicius, Escudé, Fazio, Adriano; Jesús Navas, Zokora, Renato, Perotti (Diego Capel, m.66); Kanouté (Acosta, m.76) y Negredo (Luis Fabiano, m.54).

1 - RC Deportivo: Arabzubía; Manuel Pablo, Colotto, Lopo, Laure; Juan Rodríguez, Valerón (Lassad, m.78), Antonio Tomás (Pablo Álvarez, m.72), Guardado (Bodipo, m.85); Juan Domínguez y Adrián.

Goles: 1-0, M.20: Fazio. 1-1, M.24: Adrián.

Árbitro: Alfonso Álvarez Izquierdo (Comité Catalán). Amonestó a los visitantes Colotto (m.20), Juan Domínguez (m.50), Antonio Tomás (m.69) y Laure (m.75) y a los locales Perotti (m.43) y Kanouté (m.69).

Incidencias: Partido disputado en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán ante unos cuarenta mil espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.

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