Villarreal-sevilla

Sigue oliendo a podrido (3-0)

  • El Sevilla no sólo no mejoró la imagen en el debut de Antonio Álvarez, sino que ofreció una cara aún más preocupante. Una pareja sin ritmo, como Romaric y Renato, facilitó la sangría atrás

Muy mal pinta la cosa en el Sevilla. Pero mal. Con Antonio Álvarez en el banquillo, el equipo nervionense no sólo no mejoró la imagen que ofrecía con el denostado Manolo Jiménez, sino que dejó un halo aún más viciado en el cristal. El proyecto huele a podrido y cada vez el olor va siendo más fuerte. Ni el remedio de urgencia al que apelaron Del Nido y Monchi ha conseguido el efecto buscado. Más bien fue al revés. Dio una sensación penosa, bailado por un equipo que no es nada del otro mundo, que está haciendo una campaña malísima, pero que se merendó a un grupo de futbolistas que no sabía muy bien que es lo que tenía que hacer en el campo.

Se apeló a un fútbol vistoso, al sello de Juande, que es lo que la gente quería, y el primer batacazo ha sido para echarse a temblar y deja en el aire muchísimas dudas sobre qué va a pasar, sobre si las medidas tomadas el martes fueron acertadas o no, sobre todo si no había como parece un plan alternativo. "Te irás y bueno te harán", debió pensar Jiménez en su casa viendo el partido, viendo a un equipo que no vestía de blanco, sino con una extraña vestimenta que dicen que es la tercera equipación. Como si jugando con un nuevo uniforme se pudiera cambiar lo que va por dentro.

Porque el Sevilla confundió atrevimiento con inconsciencia, fútbol alegre con suicidio y así le fue en el estreno del remiendo al proyecto. Y todo nació en el momento en el que, estado anímico y físico de la plantilla al margen, el nuevo entrenador eligió a los dos hombres que debían custodiar la defensa en la posición de medio centro. Renato y Romaric no es que interpretaran nada nuevo, más o menos fue igual que cada vez que con Jiménez coincidieron juntos en el campo con la función de llevar el peso del equipo en unos metros que son fundamentales en el fútbol moderno. A ritmo de carretas, o de chicotá en la Campana ya que estábamos en Domingo de Ramos, es imposible que un equipo de fútbol se mantenga sobre el césped sin ser bailado por su adversario. Los centrales tenían que abandonar su zona conforme veían venir la avalancha amarilla para salir a tapar allá donde no estaba ninguno de los dos encargados de sostener el sistema defensivo. Para entonces, Romaric y Renato ya hacía tiempo que habían sido rebasados ¡por Ibagaza! y lo peor es que regresaban andando. No era de extrañar que las reprimendas entre compañeros empezaran a ser lo habitual. La imagen de Dragutinovic con los brazos desplegados o apuntando a los metros en donde tanto él como Escudé debían de recibir una ayuda era lo más habitual. Así, al Villarreal, que salió con tres puntas, le era muy fácil tocar moviendo de un lado para otro a unos defensas que llegaba un momento en que no sabían ni dónde estaban.

Los goles, por tanto, no se iban hacer esperar. El primero, menos todavía y repitiendo uno de los defectos más decisivos a la hora de llevarse por delante a Jiménez, el contragolpe. A los seis minutos ya iba por detrás el Sevilla en el marcador en una jugada que retrataba ya a un Romaric que se veía a leguas que no iba a llegar al balón en la vida antes que Rossi.

No había que extrañarse mucho porque se habían puesto las bases para que pasara lo que estaba sucediendo. De esa forma, el segundo tanto de los castellonenses se veía que iba a caer como fruta madura y así sucedió. Antes de llegar a los veinte minutos, el experimento de Antonio Álvarez ya olía a podrido pero de verdad. Esta vez fue un centro de Nilmar desde la banda de Fernando Navarro tras un sinfín de pasecitos cortos al borde del área sin oposición ninguna, ni siquiera la de un despistado Palop. El remate al segundo palo era inapelable. Pero el 2-0 no era lo peor, lo peor es que la sensación seguía siendo la de que un pelele estaba delante de un equipo de fútbol que no es ni el Barcelona ni el Madrid, sino del montón. Y se veía que a poco que Adriano encontrara algún socio o que el balón llegara a Luis Fabiano podía el Sevilla meterse en el partido, pero cuando las cosas no están de cara poco se puede hacer. El brasileño tuvo dos balones de los que cuando está bien no suele fallar y las cosas siguieron discurriendo igual.

Ni la salida de Kanoute o de Lolo, un cambio no precisamente ofensivo, iban a cambiar la cara de un equipo muerto. El tercero era la puntilla y todo lo ocurrido anoche una invitación a pensar qué es lo que se ha hecho mal.

- Ficha técnica:

3-Villarreal: Diego López, Ángel, Gonzalo, Musacchio, Capdevila, Bruno, Cani (Pires Min. 78), Ibagaza ( David Fuster Min. 82), Rossi, Nilmar, Rossi.

0-Sevilla: Palop, Stankevicius, Escudé, Dragutinovic, Fernando Navarro, Renato, Romaric (Lolo Min. 67), Adriano, Capel (José Carlos Min. 80), Negredo (Kanoute Min. 45), Luis Fabiano.

Goles:  1-0. Min. 5. Rossi, 2-0. Min. 17. Llorente, 3-0. Min.90. Pires.

Árbitro: Turienzo Álvarez (Castellano-Leonés), tarjeta amarilla para Joseba Llorente, Bruno Soriano y para los visitantes Adriano, Fernando Navarro.

Incidencias: Partido correspondiente a la vigésima novena jornada del campeonato nacional de liga, con la presencia de unos 18.000 espectadores y con terreno de juego en muy buenas condiciones.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios