Copa del rey

Un tú a tú desigual (5-0)

  • Un gran Betis cae injustamente goleado frente a un Barça que se creció con los fallos y el desgaste verdiblancos · Amén de una segura eliminación, la taquilla para la vuelta queda en vilo

El Betis demostró que aún no es de oro, pero se comportó como tal en el mejor escenario ante un rival que rebosa fútbol y gol y que se limitó a aprovechar los fallos de los verdiblancos conforme éstos se fueron desfondando para inflingirles una goleada tan contundente como injusta, a tenor del juego desarrollado por ambos equipos y, principalmente, si se cuentan en el ábaco los méritos contraídos por los visitantes en una primera parte excelente pese al resultado.

 

Si cantado estaba que Pepe Mel iba a salir con todo, máxime cuando Iriney le dio el OK por la mañana en Sant Joan Despí, se especulaba con que Pep Guardiola iba a continuar con la política de rotaciones que iniciara en Riazor. Pero a la hora de la verdad, nada de nada. El técnico de Santpedor alineaba a su once de gala para dar respuesta al líder de Segunda, un equipo que asombró con su brillante puesta en escena y que levantó murmullos de admiración en el Camp Nou.

 

Porque, pese a irse con una injusta desventaja al descanso, los hombres de Mel mostraron al fútbol español cómo es posible jugarle de tú a tú a los azulgrana. Con armas quizá limitadas y, lógicamente, con menos posesión del balón. Pero de tú a tú. El cacareado Mourinho y más de un técnico del panorama español e incluso europeo podrán tomar buena nota de que es posible echarla al suelo y dar tres pases seguidos en el coliseo blaugrana. Por mucho oro que haya sobre el césped.

 

Pero no sólo es posible ir de verdad y adelantar las líneas en lugar de agazaparse ante el portero propio. También está permitido presionar a los Xavi y compañía e incluso irse con cuatro atacantes a dificultar los saques de puerta de, en este caso, Pinto. Para obligarlos a pelotazos que descolocan a sus compañeros y hasta a regalar saques de banda.

 

Porque fue el Betis un conjunto muy solidario en la presión. La ilusión que supuso para muchos de hombres atarse por vez primera los borceguíes en semejante plaza equilibró bastante la balanzaa la hora de autos. Iriney no es Busquets, pero ayer tenía más hambre que él. Isidoro no es Daniel Alves, pero hasta se permitió el lujo de hacerle un sombrero en sus terrenos al laureado Iniesta. Y así hasta...

 

Empero, los nervios de los que el Betis se despojó desde el valiente, y hasta arrogante, planteamiento de su entrenador, se cebaron en Nacho, puro temblor en la banda contraria a la que asistiese al mejor gol que se le recuerda a Messi cuando aquél vestía la camiseta del Getafe, la última víctima copera de este Betis. Una pérdida del malagueño en su banda a la altura de los medios sirvió al Barça para iniciar una rápida transición que finalizó Messi picando sobre Casto también en los lugares del propio Nacho.

 

El Betis, que por medio de un Jorge Molina activísimo ya había tenido ocasión de batir a Pinto en un par de ocasiones, respondió con un trallazo de Rubén Castro al travesaño, a pase del alcoyano, ya en los estertores del primer tiempo. Y es que ese Betis atrevido y que se gustó tanto contó encima con un trío arbitral nefasto para sus interes, principalmente al invalidar un linier por fuera de juego una arrancada de Jorge Molina cuando éste buscaba ya el vis a vis con el guardameta azulgrana. Una lástima...

Una lástima que desmbocó en tragedia. Porque el Betis que se había despedido con ese trallazo de Rubén al palo iba a asomar con ganas de empatar en la segunda parte. El propio delantero canario probó hasta por dos veces a Pinto. Y no se paró el Betis, que si fue retrocediendo un tanto sus adelantadas líneas fue siempre por fatiga y porque el Barça, en el que Guardiola no movió ficha hasta ver el partido sentenciado, se sintió con un apetito voraz.

Pero si la ausencia de Emana no era suficiente lastre, Mel se vio obligado a cambios que aún menoscabaron más la fuerza de su equipo. Juande, uno de los recambios, perdió un balón en defensa que acabó por matar al Betis, que en su búsqueda de un gol como alimento se atiborró de espacios y de más pérdidas hasta acabar a merced de un Barça voraz.

 

No lo mereció, pero el fútbol nunca fue amigo de la piedad y lo peor de todo no es el resultado de este buen Betis, ni siquiera levantar la moral del equipo con vistas al Alcorcón. Lo peor es que la taquilla se resentirá en siete días.

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