Pepe Mel es el hombre. Entre los muchos nombres que baraja la secretaría técnica que comandan Alexis Trujillo y Chuti Molina ninguno convence al consejo de administración del Betis ni a ellos mismos. Ésa es la principal razón de que Julio Velázquez siga al menos una semana más al frente del banquillo heliopolitano. Si hubiesen hallado un sustituto de garantías, quizá las mentes pensantes del club hubiesen evitado el caos que pudiera vivirse el próximo sábado con motivo de la visita del Recreativo de Huelva.

Lo curioso en el caso de Mel es que parte del consejo de administración y del entorno del mismo que movió hace poco menos de un año a su destitución, hace estos días de tripas corazón en la creencia de que el técnico madrileño es la única solución en verdiblanco para encauzar el equipo e incluso para volver a convertirse en estandarte y voz autorizada del club, tal es el predicamento del que sigue gozando entre la afición verdiblanca, como ha quedado de manifiesto públicamente al volverse a corear su nombre en el estadio de Heliópolis y en otras iniciativas, sin duda, de peor gusto, como las pintadas aparecidas el lunes.

El consejo y sus adlátares, éstos béticos y con algo más de recorrido, son sabedores de que las gestiones que realicen Alexis y Molina no van a llegar a parte alguna, toda vez que la posible animadversión de la grada con quien sustituyese a Julio Velázquez podría tener un efecto devastador sin vuelta atrás, como ocurriese en el caso de Juan Carlos Garrido. El bético quería entonces a Mel y hoy quiere a Mel y, en parte, algunos consejeros, que además van a salir en breve en la próxima Junta General, están casi resignados a contratar al madrileño si se viesen obligados a destituir a Velázquez por los malos resultados, algo que pocos dudan a día de hoy.

Entre estos consejeros, algunos de los nuevos, afines al entorno, lo tienen incluso más claro que los que van a salir, en teoría los tres del grupo que comandó José Antonio Bosch: el presidente, Manuel Domínguez Platas, el vicepresidente, Fernando Casas, y Antonio José Sánchez Pino. Incluso, alguno le ha comentado a éstos que están ante la gran oportunidad de reparar el desaguisado cometido en su día por el propio Bosch, ya que la destitución de Mel fue un capricho del administrador judicial, una decisión tomada unilateralmente por aquél y que ha acabado por arruinar el mandato que ellos se han visto, en cierto modo, obligados a heredar.

Así las cosas, y con estos días que van pasando y dan que pensar, otro obstáculo es que el consejo se ha marcado la norma de no destituir a Velázquez mientras no pierda dos partidos seguidos, para no caer en la misma precipitación que con Mel. Claro que acabaría cayendo aun no cumpliéndose la premisa si el equipo sigue haciendo la goma: empate, derrota, alguna victoria...

El tercer hándicap para el posible aterrizaje de Mel, con el que aún no ha habido ningún tipo de contacto ni acercamiento a través de terceros, sería su ubicación en el organigrama técnico, toda vez que en su día le pasó factura la separación de funciones con Vlada Stosic. Sara, Andersen y Steinhöfer, por ejemplo, llegaron sin que él los conociera y Braian, incluso en contra de su voluntad.

Lógicamente, el madrileño, de regresar, tendría voz y voto en los posibles refuerzos que llegasen en invierno y en la confección de la plantilla para la próxima temporada. No es que exigiera ser mánager general, pero sí unos poderes que le garantizasen que nadie le iba a mover la silla ni ponerle a su disposición futbolistas desconocidos para él o que no fuesen de su gusto, porque encima fue acusado de tragón por ciertos sectores del beticismo, algo que le sienta muy mal porque no lo comparte.

Si el Betis no derrota al Recreativo, todo se podría precipitar, pero acto seguido juega la Real Sociedad, la gran novia del madrileño, en Córdoba.