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Rubén, un caso singular

  • Mel considera indiscutible al canario en el equipo inicial, aunque su rendimiento haya descendido. El técnico entiende que su situación se arregla teniéndolo en el césped. El vestuario también arropa al delantero.

Si un jugador ha sido indiscutible en las cinco últimas temporadas en el equipo verdiblanco, ése es Rubén Castro, a quien ahora tampoco se le cuestiona su titularidad por más que no atraviese su mejor momento. Mel lo tiene claro y entiende que el delantero representa un caso singular en la plantilla verdiblanca y la manera de conseguir que el canario recupere su tradicional olfato goleador pasa por dejarlo sobre el terreno de juego. Si a otro futbolista se podría intentar espolearlo dejándolo en el banquillo -el caso de Dani Ceballos ha sido el más reciente-, con Rubén se necesita actuar de forma distinta. 103 goles en verdiblanco justifican cualquier decisión en torno al futbolista.

En el vestuario todos vienen arropando a Rubén Castro en los últimos tiempos. Su demostrada capacidad goleadora no deja duda alguna, por más que en los últimos partidos no encuentre su mejor versión. "No lo vamos a descubrir ahora y sabemos que es capaz de aparecer en cualquier momento. Ya lo hizo con el Valladolid", comentan sus compañeros cuando se les cuestiona por el canario. El partido ante Osasuna, de hace dos semanas, fue otra buena muestra de las cualidades de Rubén. En un choque en el que se le notó ofuscado ante algunas oportunidades erradas, el menudo futbolista acabó materializando el 2-0 que dejaba el encuentro visto para sentencia. Su celebración, casi pidiendo perdón a la grada, se justificaba por esa desacertada actuación.

"Hay que dejarlo sobre el campo. Seguro que de aquí a final de temporada nos resuelve más de un partido", comentan en las interioridades del club verdiblanco, donde tampoco se duda del canario. "Es normal que en algún momento le afecte todo lo que ha pasado. Han sido muchos comentarios a su alrededor", ha analizado Mel en más de una ocasión sobre Rubén, pero tampoco eso lo ha hecho cambiar de opinión sobre el trato que debe darle.

De hecho, en los dos últimos encuentros, el preparador verdiblanco ha enviado a la caseta al delantero antes de tiempo. Ocurrió ante Osasuna, poco después de que anotase el gol, y también ante el Barcelona B, a falta de diez minutos para el final y con 1-2 en el marcador. En ambos casos, Rennella entró por el canario, disfrutando de esos minutos que ha venido reclamando con anterioridad. "Todos sabéis que para mí Rubén es como de mi familia, pero lo que yo quiero es que gane el Betis. Me da igual que marque Cardeñosa o Rincón", espetó Mel tras la victoria ante el filial azulgrana, quitándole importancia a ese hecho de sustituir a su estrella, algo poco habitual en su etapa como verdiblanco.

Si así se piensa en la casa heliopolitana, sus rivales tampoco se confían ante el descenso de los números del canario, que sólo ha marcado en dos de los últimos diez encuentros. "Es uno de los jugadores más determinantes de la categoría, si no el que más. Todos lo conocemos y sabemos de lo que es capaz. Hay que estar atentos a él, que puede aparecer en cualquier jugada. Aunque el Betis también tiene otras virtudes", comenta Jaime Romero, atacante del Zaragoza y que apunta al once inicial del equipo maño para el domingo.

Rubén, mientras tanto, se mantiene al margen de los comentarios. Silenciado públicamente tras aquellas declaraciones que tuvo que rectificar después, al canario se lo ve fuera del terreno de juego tan relajado como siempre. Su estado físico se mantiene en los niveles de otras temporadas, pese a que el próximo 27 de junio cumplirá 34 años, y sigue confiando en superar los 27 goles que anotó en la temporada 2010-11, su mejor registro en el equipo bético.

Mel conoce a la perfección a su delantero, al que pidió para el Betis tras dirigirlo en el Rayo Vallecano y así lo ha venido tratando desde su llegada al club. Introvertido fuera del terreno de juego, Rubén se expresa dentro del mismo, de ahí que su perfil sea peculiar con respecto a otros del vestuario. Dejarlo en el banquillo a falta de nueve jornadas para el final del campeonato significaría prácticamente perderlo por completo, mientras que su presencia siempre garantiza peligro, por más que en los últimos encuentros aparezca peleado con el gol.

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