Liga adelante

Ojalá no hagan falta (2-2)

  • El Betis deja escapar dos puntos ante el Barcelona B en un partido que debió saldar con una goleada a favor. El buen fútbol local condujo a numerosas ocasiones increíblemente falladas

El fútbol es increíble y difícilmente tiene una explicación lógica. El Betis se dejó ayer dos puntos en el camino que ojalá no le hagan falta al final del campeonato, porque la superioridad de los verdiblancos sobre el filial del Barcelona llegó a ser apabullante y parece mentira que el triunfo no se quedara en esta ocasión en casa. Los hombres de Pepe Mel hallaron una verdadera autopista por el centro hacia el marco rival, se pusieron de gol una y otra vez, hasta media docena al menos, pero no fueron capaces de obligar a Masip a sacar el balón de sus redes nada más que en un par de ocasiones, lo que a la larga se convertiría en un pecado mortal, pues los azulgrana fueron justo lo contrario, con un porcentaje de efectividad arriba que para sí lo quisieran en el tiro los grandes del deporte de la canasta.

El resultado fue una decepción inesperada, un empate como local que nadie se podía imaginar siquiera desde que comenzara a rodar el balón y ya se advirtieran las facilidades con las que se iba a encontrar el Betis. Valga como dato al respecto que los catalanes sólo cometieron cuatro faltas a lo largo de todo el encuentro, según las empresas estadísticas dedicadas a estas cuestiones de los números en el fútbol, y lo cierto es que los anfitriones desarrollaron un buen juego. Salva Sevilla, Beñat y compañía hacían circular la pelota con rapidez ante la permisividad del contrincante y buscaban, además, el pase decisivo en una zona diáfana para ellos, las espaldas de los dos centrales.

No tardó en comprobarse que ahí estaba el camino hacia el triunfo, incluso hacia la goleada, pues Rubén Castro agradeció un servicio perfecto de Salva Sevilla para partir al límite del fuera de juego y superar con tranquilidad a Masip en su salida. El Betis se situaba pronto con ventaja y lo que es mejor aún había desarrollado el método para que ese resultado se fuera hasta una goleada escandalosa incluso. Balones profundos para aprovechar la endeblez defensiva de Armando y Muniesa, quienes no recibían ayudas ni desde delante, ni desde los laterales ni desde detrás tampoco.

Además, el equipo de Mel supo insistir en ese camino. Nada de buscar las bandas, entre otras cosas porque el entrenador había obviado la izquierda con la ubicación de Salva Sevilla en esa zona para romper la simetría y porque Miguel Lopes tiene tendencia a meterse hacia dentro incluso cuando lo alinean en posiciones mucho más adelantadas. La pelota tenía que ser dirigida lo antes posible hacia las posiciones más centradas, hacia donde entraban Emana y Rubén Castro para aprovechar esa zona de nadie y ponerse de gol una y otra vez.

Siguiendo con los números, no hay más que repasar las notas en el papel para comprobar que las ocasiones, claras todas ellas, se elevaron hasta media docena. Ahí van: Rubén Castro se queda solo tras un pase de Miguel Lopes y le saca el balón Masip (minuto 15); gran control de Rubén Castro en un pase largo de Roversio y Muniesa le toca el balón por detrás (23'); taconazo de Emana que sale rozando el poste (29'); Rubén Castro le deja un balón en bandeja a Emana con mal remate de éste (39'); Emana arranca de lejos tras una pared de tacón de Rubén Castro y no supera a Masip (41'); Emana se queda solo y falla al tratar de picar el balón a Masip (64')... Si a eso se le suman los dos goles anotados, un posible penalti de Muniesa a Salva Sevilla y varios tiros con todo a favor en el borde del área grande, está claro que el resultado debió irse hasta una verdadera goleada.

Pero no fue así, entre otras cosas porque Emana comenzó a frivolizar a pasos agigantados y se dedicó a estropear la sencillez que el resto de sus compañeros plasmaba en la circulación del balón. Taconcitos, intentos de picarle la pelota al portero y varios detalles técnicos más que se agradecen cuando el resultado final es favorable, pero... Pues se echan en cara cuando sucede lo que acaeció ayer, que el Betis se fue lastimosamente de la pelea en el momento más inoportuno.

Por hallar una clave, si es que la hubo, tal vez todo coincidiera con el momento en el que la musculatura de Miguel Lopes dijo basta. Desde la salida del portugués, o antes, quién sabe, el Betis se quedó sin el dominio y por esa zona vendrían los dos coletazos del filial, con Isidoro de protagonista negativo en ambos, tal vez por la falta de colaboración de quien debía ayudarlo a la hora de estorbar a Nolito. El caso es que el Barcelona se encontró con las mismas facilidades que él había dado antes y el resultado que se refleja en el acta es un 2-2. Es tan increíble como lastimoso y ojalá allá por el principio de junio nadie se acuerde de estos dos puntos que debió asir con fuerza el Betis.

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