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La Guardia Civil extrema el control a taxistas tras un altercado en San Pablo

  • El patrullero siguió a un taxi por conducción temeraria hasta el aeropuerto y sufrió el pinchazo de dos ruedas y el ataque de dos taxistas · Malestar en el gremio porque esta 'guerra' empeora el ahogo por la crisis

Dos taxistas imputados por delitos de desórdenes públicos, un tercero sancionado doblemente por hacer caso omiso a los agentes y por conducción temeraria, y dos ruedas pinchadas de un coche camuflado de la Guardia Civil es el balance del altercado que tuvo lugar el pasado jueves 13 de enero pasadas las once de la mañana en la parada del aeropuerto de Sevilla, según confirmó ayer la Benemérita a preguntas de este periódico.

La persecución se inició desde la Gota de Leche (Kansas City) cuando los agentes observaron que el taxista pisaba una línea continua y no respondió al alto. Al llegar a San Pablo fueron recibidos por un grupo de taxistas alborotados que trataban de defender al perseguido. Otros compañeros más pacíficos intentaron sin éxito evitar estos desagradables incidentes.

El efecto de este altercado es que han aumentado los controles al gremio por parte de la Benemérita. Muchos profesionales han sido multados desde entonces por no tener en regla el libro de reclamaciones (faltaba el nombre y apellidos del titular de licencia, o el membrete del Ayuntamiento de Sevilla) y por fallos en la pegatina de precios (letra ilegible). Las sanciones se elevan en algunos casos a 1.000 euros, según taxistas afectados, por lo que muchos prefieren no pisar siquiera el aeropuerto para transportar a viajeros por miedo a ser sancionados.

En un contexto de escasez, la voz de alarma sobre lo sucedido saltó durante el fin de semana pasado cuando el resto de los taxistas ajenos al aeropuerto han empezado a sufrir controles exhaustivos por parte de los agentes a los que no están nada acostumbrados y se han enterado de que el origen de este celo está en el altercado del aeropuerto. Fuentes de la Guardia Civil no confirman ni desmienten que hayan potenciado los controles. Sólo afirman que los agentes se limitan a cumplir con su obligación de revisar que los taxistas tienen toda la documentación en regla.

El incidente se ha mantenido en secreto por las dos partes para no airear más polémica sobre un gremio que está especialmente afectado por la crisis económica, que estos años ha visto reducido al mínimo los ingresos y carreras de clientes. Los más angustiados (con una deuda de 100.000 euros por su licencia) trabajan de 13 a 14 horas a cambio de sólo ocho carreras.

La asociación de taxistas del aeropuerto, Solidaridad del Taxi, negó ayer la mayor, calificó de "leyenda urbana" los hechos e insistió en que "a la Guardia Civil se la respeta a muerte en el aeropuerto". Lo que no dice Filgueras es que Solidaridad pidió serias disculpas a los agentes afectados tras lo sucedido, según la Guardia Civil, indicando que fue obra de "algunos elementos" y que no todos los taxistas del aeropuerto se comportaban así.

Desde la patronal mayoritaria del taxi, su presidente Fernando Morales -reacio en un principio a opinar sobre estos hechos- condenó a los autores de todo acto vandálico, deseó que caiga sobre ellos el peso de la ley y advirtió que el Ayuntamiento tiene vías para sancionar "aunque normalmente no sabe ni contesta", lamentó.

Por ley, el Ayuntamiento es la administración responsable de este servicio en concesión, pero hace tiempo que se olvidó de gobernarlo y de mejorar su calidad. El sector más duro del taxi domina en este desgobierno.

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