Copa del rey

Un punto en Liga, pero era de Copa... (0-0)

  • El Sevilla se conforma con no desordenarse contra el Zaragoza y deja abierta una eliminatoria que debió liquidar por la vía rápida. Emery no introdujo variaciones más allá de que los dos medios centro taparon más.

Empate a nada del Sevilla en el estreno de Unai Emery como nuevo entrenador de la plantilla nervionense. Seguramente, y a la vista de los tambaleos del edificio blanquirrojo en la actualidad, sería un buen resultado en el Campeonato Nacional de Liga. Un punto siempre es un punto, sumar es importante..., sacudan el saco de tópicos y salen un montón de ellos para darle valor a los empates fuera de casa. El problema, sin embargo, es que este partido no lo fijaba el calendario para la Liga sino para la Copa y un cero a cero no es precisamente el mejor tanteo, sobre todo cuando se evidencia sobre el césped cierta superioridad técnica sobre el adversario que estaba enfrente. 

Porque vaya por delante que el Sevilla fue mejor que este Zaragoza al que cada partido que se le ve sirve para darle aún más mérito al trabajo de Manolo Jiménez dada la escasa calidad de la plantilla que han puesto a su disposición. Aunque ése tal vez no sea el mayor problema en estos momentos para el Sevilla más allá del enfrentamiento directo de ayer y del que nuevamente librarán ambos rivales el próximo miércoles en la devolución de visita. Por eso, por el pobre nivel de los hombres a los que exprime Jiménez con mejores resultados de los que ofrece su plantilla, los nervionenses tienen motivos para no retornar con el pecho henchido de satisfacción precisamente.

Cierto que el Sevilla está para sopita y buen vino, no en vano sus dirigentes acaban de destituir a Míchel del cargo de entrenador a la vista de los malos resultados en las últimas fechas, pero su andadura copera, hasta el momento, sí había sido bastante convincente. Tanto que el primer partido como forastero en el que no acabó con goleada a favor fue precisamente éste disputado en La Romareda tras las visitas a Cornellà y a Palma de Mallorca. Pero el Sevilla no salió esta vez tan decidido a liquidar el encuentro por la vía de urgencia, prefirió dejar correr los minutos hasta que llegara el momento y, curiosamente, en la otra esquina se encontró a un Zaragoza que también jugaba a lo mismo.

Fue un choque, por tanto, que no se archivará en el disco duro de los aficionados neutrales, de quienes no sienten los colores de uno u otro equipo. Al contrario, era un fútbol tremendamente contemplativo, con un miedo atroz a cometer cualquier error atrás que pudiera allanarle el camino al otro equipo. Y en eso, sí es verdad, sí existió una mejoría evidente en el bando sevillista. Sea por la endeblez del adversario o, si se le da a todo un cariz positivo, por la seriedad con la que se manejaron Fazio, Spahic, Fernando Navarro, hasta Coke, Maduro y Medel, lo que sí es verdad es que el Zaragoza sólo los inquietó a través de zapatazos lejanos de Helder Postiga en la segunda mitad. Ni una sola llegada de peligro, ni siquiera un tímido acercamiento al mano a mano con Palop, que retornaba a la portería como titular.

Ése, el del guardameta, fue tal vez el único cambio por decisión técnica de Unai Emery. También la entrada de Coke y la otra variación no se sabe si tiene más que ver con la lesión de Kondogbia o ya la tenía decidida también el entrenador vasco, que situó ahí a Maduro para formar un doble pivote con Medel en pos de darle algo de seguridad a toda la maquinaria. Y eso, al menos eso, sí lo consiguió en esta ocasión, aunque habría que insistir en darle también una buena cuota de culpa a ese Zaragoza incapaz de ofrecer algo más que la pelea por cada balón.

Si el edificio se debe empezar a construir por los cimientos, no está mal que Emery buscara esa seguridad. El problema, como siempre en el fútbol, está en el siguiente paso, en hallar el equilibrio para que el equipo también tenga llegadas en ataque. Y el fútbol del Sevilla, en ese sentido, sí dejó más que desear. Por tratar de hallar variaciones respecto a la anterior etapa, sólo llamó la atención que el balón lo tocara menos el equipo en la zona de atrás, que jugara mucho más en largo en busca de las carreras de Jesús Navas o de que Negredo ayudara para bajar la pelota y conectara con la segunda línea. También que Reyes se moviera mucho más por el centro que por la banda izquierda, aunque eso hace ya tiempo que dejó de ser novedad. O, por último, aguardar a que las acciones de estrategia a través de Rakitic llegaran a ofrecer algún rédito.

De las tres maneras pudo adelantarse el Sevilla en el primer periodo. La primera vez fue un excelente pase interior de Reyes hacia Negredo al que el auxiliar le pitó un fuera de juego más que dudoso por no decir directamente que no era. En la segunda Negredo se ayudó de un excelente control orientado a una pelota que caía del cielo para rematar en solitario ante Leo Franco. Y en la tercera, la más diáfana, Maduro remató de cabeza fuera cuando lo más fácil era cantar el primer gol. Entre todas ellas, Jesús Navas llegaba una y otra vez sin provocar jamás un remate fácil.

El Sevilla sí había hecho más que el Zaragoza y debía haber dejado el cruce liquidado antes del intermedio. Pero no fue así y los locales lo apretarían algo más en el segundo acto, aunque tampoco en exceso, pues los disparos lejanos de Helder Postiga eran más llamativos que peligros. En cambio, Reyes pudo marcar en un balón sacado de milagro por Álvaro; Negredo tuvo una media vuelta para adelantar a su equipo; hasta Manu del Moral pudo rematar otro centro. Y, otra vez, Jesús Navas se hartó de centrar con ventaja sin encontrar rematador, incluso el palaciego tuvo un disparo que pudo ser el 0-1. Los nervionenses no sacaron provecho, sin embargo, de todo ello y ahora serán quienes deben tomar la iniciativa ante los suyos. Está en juego, de momento, una semifinal de Copa, el 0-0 tiene su peligro, pero el Sevilla parece mejor. Al menos ayer.

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