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Reyes y Banega, entre la impotencia y los estereotipos

  • El mal partido, del equipo e individualmente, en Lieja pone en entredicho de nuevo la calidad de ambos.

La titularidad de Éver Banega y José Antonio Reyes en Lieja ha desempolvado una vieja y recurrente historia, la de la supuesta falta de actitud de dos futbolistas de los que nadie duda de su calidad, pero sí de su carácter voluble. De nada ha servido que el argentino disputara un muy buen encuentro ante el Deportivo como director de orquesta de la goleada a los gallegos, tampoco que fuera titular con su selección, Argentina, y marcara un gol y diera una asistencia en su regreso a la albiceleste aunque fuera un amistoso en Hong Kong. Banega, apenas siete días después, sigue siendo un villano sin deseos de subirse definitivamente al carro en este equipo que va a velocidad de crucero.

Lo mismo ocurre con Reyes, un jugador al que los fichajes de este verano han relegado a un claro segundo plano en los partidos importantes, en los que la pasada campaña aún tenía sitio en los planes de Emery. Está en su último año de contrato y su físico lo deja bastante limitado (al igual que limita al equipo) dentro de un vestuario al que ha llegado gente muy joven y con calidad en su puesto como Deulofeu, Denis Suárez o Aleix Vidal.

Emery ya avisó en rueda de prensa que Reyes debía aceptar en la presente temporada que debía asumir "otro rol" dentro del equipo, mucho más cercano a aparecer desde el banquillo en las segundas partes.

La calidad que atesora el utrerano está fuera de toda duda, pero partidos como el del jueves ante el Standard vuelven a ponerlo en contra de una afición que no entiende demasiado bien su fútbol, muy distinto y sin la velocidad del Reyes de sus inicios.

En el caso de Banega, los episodios extradeportivos que el argentino protagonizó en Valencia vuelven a aperecer en cuanto tiene una actuación gris, como el que firmó en tierras belgas. El físico es otro de sus grandes problemas y todo lo que había adelantado en una semana ha vuelto a retrocederlo. Es desandar el camino entre la impotencia futbolística y los estereotipos que no lo dejan.

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