La previa valencia-sevilla

Una rivalidad que nace de la grandeza

  • El Sevilla afronta un partido con tintes de final en su afán por defender el cuarto puesto. En Mestalla han llamado a la calma ante el exceso de pasión.

En mitad de la Liga, una final. No lo es, es evidente que no y no hace falta ni explicar por qué. Pero en Mestalla han preparado una auténtica final y como si lo fuera debe afrontar el partido un Sevilla que desea salir de allí indemne y con el cuarto puesto bien agarrado. Obviamente será una empresa muy difícil, por muchos factores. El ambiental es uno de ellos. Tanto se ha calentado el ambiente en Mestalla que desde distintas instancias del club valenciano han tenido que realizar un llamamiento a la calma. Un argentino como Enzo Pérez ya solicitó a mitad de semana que la afición debía apoyar a su equipo, pero sin olvidar que esto es un deporte. Nuno Espirito Santo también ha realizado varias declaraciones encaminadas a que el afán de revancha no ciegue a sus jugadores ni a su afición. Y desde la directiva del club han editado un vídeo motivador en mitad del cual solicitan encarecidamente dejar a un lado los insultos y respetar siempre al rival... Suenan tambores de guerra y hay electricidad en el aire.

El gol de Mbia en el minuto 94 de la semifinal de la Liga Europa fue la chispa que encendió de nuevo una rivalidad reciente que nace de la grandeza y que hoy vivirá uno de sus capítulos más ardientes. Unai Emery lo explicó ayer perfectamente. En una época anterior, en esa etapa de mediocridad que vivió el Sevilla antes de que José María del Nido le devolviera el orgullo y la gloria al club de Nervión, el Valencia estaba varios escalones por encima. Ganaba un título de Liga o uno europeo de vez en cuando y era un asiduo de Europa. Precisamente la última Liga que ganó fue en 2004 en el Sánchez-Pizjuán. En el siglo XXI el Sevilla no sólo ha igualado sino que ha ganado más títulos que el Valencia y además lo ha eliminado de la Copa del Rey y de la Liga Europa, con lo que ha nacido una enconada rivalidad donde otrora sólo había un partido con mucho sabor y mucha solera, un clásico de la Primera División sin más. Ahora hay mucho más en juego.

Al margen de la honra, que eso pertenece a lo anímico y es un elemento etéreo más propio de los aficionados, la igualdad entre los aristócratas de esta Liga partida entre ricos y pobres insta a no conceder ningún margen al contrario para entrar en el paraíso económico de la Champions, madre junto al reparto televisivo de las grandes desigualdades de la Liga. Sevilla y Valencia están separados por un punto y se juegan no sólo el cuarto puesto de forma puntual, sino que ante la cantidad de partidos que ambos ganan a los equipos inferiores el goal average tendrá mucho que ver para una clasificación final que se antoja igualadísima hasta el último suspiro.

Éste es otro de los factores que dotan al encuentro de cierto aire de final y lo hacen más complicado. Pero hay más y qué duda cabe que uno principalísimo es la calidad del contrario. Unos 137 millones de euros se ha gastado Peter Lim en su intento de hacer del Valencia un nuevo potentado de la Liga. A golpe de talonario ha fichado a jugadores de altísimo nivel internacional como Otamendi, André Gomes, Rodrigo, Negredo... Por si faltaba algún perejil, en enero se ha entretenido en desembolsar 25 millones para fichar a otro benfiquista, Enzo Pérez, otro de los jugadores que esperan con ganas hoy al Sevilla por la final que perdieron el pasado 14 de mayo, sólo 13 días después del gol de Mbia.

Rodrigo, André Gomes y Enzo Pérez, aunque éste se perdió la final por sanción, sufrieron la derrota en el Juventus Stadium y tienen las mismas ganas de revancha o más que los cincuenta mil espectadores que llenarán hoy Mestalla. Y este es otro de los factores a tener en cuenta.

Esas ganas con las que todo el Valencia y el valencianismo esperan hoy con ardor al Sevilla es fruto de esa grandeza de la que se ha dotado el club blanquirrojo en los últimos años y que tuvo su último capítulo en el pasado mes de mayo. Y esa misma grandeza es la que debe sacar hoy el Sevilla de Emery para no salir mal parado del envite.

El equipo llega tocado por el varapalo sufrido en la Copa. Sin embargo, ese gol postrero de Bacca fue un aldabonazo al amor propio que puede servir de acicate no sólo el próximo jueves en la vuelta ante el Espanyol. Hoy mismo el tanto agónico del colombiano puede ser la espoleta que resucite el orgullo sevillista, que recupere ese espíritu del "dicen que nunca se rinde" que tuvo uno de sus capítulos más memorables en este mismo escenario hace ocho meses y pico. Aún escuece la gesta.

En cuanto a los equipos, Nuno Espirito Santo sacará su once de gala excepto el ex sevillista Barragán, lesionado. Unai Emery, en cambio, no tiene al protagonista de aquella gesta y tampoco a quizá el hombre que más clarividencia le estaba dando al equipo. Sin Reyes, hay un hueco que llenar en la derecha y Deulofeu, el desborde, o Aleix Vidal, el trabajo, son los candidatos a llenarlo. Es una incógnita de un once que tendrá en Bacca a su principal faro. Se atisba un partido grande, un partido para desempolvar la grandeza de la que nació esta rivalidad.

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