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La paradoja de Konoplyanka

  • El ucraniano, del que la afición reclama más presencia, máximo goleador con Gameiro pese a no haber sido titular. Emery espera que cambie ya su individualismo.

Yevhen Konoplyanka protagoniza una curiosa paradoja: de los grandes fichajes del Sevilla es el que menos protagonismo está teniendo y, en cambio, con tres tantos, es el máximo goleador. En esta parcela iguala con Gameiro, también autor de tres goles, aunque dos de ellos fueron de penalti y ha jugado mucho más. El ucraniano, además, se erigió en el héroe del primer triunfo de la Liga. Paradójicamente, salvó a Unai Emery de un amargo trago pese a que el técnico no le está dando mucha cancha. De todos los fichajes, salvo el inédito Escudero, es el único que aún no ha sido titular.  Factores externos, como la gatroenteritis que sufrió en Las Palmas o la importancia de Vitolo en el equipo, lo han dejado de momento con el rol de revulsivo de lujo. Pero hay factores internos.

El espectacular golpeo con el que solventó la difícil papeleta ante el Rayo Vallecano enervó el debate de la afición sobre su falta de oportunidades. Ya resultó extraña su no titularidad estando fuera de la convocatoria Vitolo. Krohn-Dehli, un extremo izquierdo en su origen que se acostumbró al trabajo de mediocampista en el Celta, fue el elegido. El técnico sevillista tenía que buscar soluciones urgentes y, en un contexto de falta de seguridad del equipo, optó por la implicación del danés, que garantiza más participación en el juego colectivo que el ucraniano.

El gran problema de Konoplyanka es que aún no ha cambiado del todo el chip. Porque calidad tiene a espuertas, como ha evidenciado más que en ningún otro momento con su golazo de falta al Rayo, amén de sus goles al Barcelona y el Mönchengladbach. El ucraniano ya no es la estrella del equipo como era en Dnipropetrovsk, en el Sevilla debe compartir ese estrellato y Emery espera que abandone ya su individualismo para que se inmiscuya más en el juego colectivo. Y no se trata sólo de participar en las tareas defensivas o de ser intenso en la presión o el repliegue, sino de ser activo también en las tareas ofensivas, ofreciéndose, combinando, buscando al compañero... Estas circunstancias, poco perceptibles quizá para analistas y aficionados en los escasos minutos de los que ha gozado hasta ahora, se hace más patente en los entrenamientos a puerta cerrada, en la intimidad de la ciudad deportiva. Y ahí puede estar el quid de la cuestión de que sea el único fichaje sano que aún no haya sido titular. "En aspectos del juego tiene que ubicarse, y trabajamos en ello individualmente, para que él mismo se sienta importante con su participación y que las sinergias sean cada vez más claras. Todavía le falta un poco. Yo lo entiendo a él, lo que hacemos es apoyarlo, insistirle. Y que vaya encontrando su sitio", dijo Emery el sábado sobre el jugador.

En Ucrania, Juande Ramos y Marcos Álvarez se toparon con una realidad similar. Konoplyanka abusaba del individualismo, esperaba el balón junto a la cal y empezaba sus conducciones eléctricas, buscando perfilarse hacia dentro para armar su temible disparo. Los técnicos le pidieron que jugara también por fuera, que probara con centros con la izquierda y que participara más en otras tareas.

La calidad inmensa de Konoplyanka y el elevado coste de su fichaje, tanto en dinero como en interminables gestiones, incluido el fichaje del técnico Dimitri Cheryshev, no casan con sus minutos de juego: 210 en siete de los ocho partidos del curso. Eso sí, Emery lo ha sacado al campo siempre que ha podido, excepto en Las Palmas por su gastroenteritis. En minutaje, el ucraniano es el sexto de los 10 fichajes. Por delante tiene a Andreolli (5 partidos/540 minutos), N'Zonzi (5/411), Krohn-Dehli (7/409), Rami (3/300), y Llorente (4/266), que ha gozado de más participación pese que llegó después de los dos primeros partidos, la Supercopa y Málaga.

Haciendo un paralelismo melómano, Konoplyanka es un magnífico solista, pero debe atender más al director de la orquesta y acoplarse al ritmo de ésta para hacerse al tempo de la pieza: olvidar en casa el metrónomo propio. Es en lo que trabajan él y el cuerpo técnico.

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