Champions League: Borussia Mönchengladbach - Sevilla · La previa

Un todo o nada con agallas

  • El Sevilla se juega su futuro económico y deportivo en el invierno alemán resistiéndose a dejar Europa. Los de Emery, a estrenarse fuera para seguir defendiendo al menos el título de Varsovia.

Cuando, a finales del mes de agosto, el grupo en el que cayó el Sevilla era bautizado con el apelativo "de la muerte" muchos temían -y con fundamento- que el equipo de Unai Emery podía llegar a las jornadas finales apurado como lo está ahora. Atrás habían quedado las cuentas por si algunos de los clubes con mayor coeficiente UEFA caían en la ronda de play off y la bola sevillista podía ir al bombo 2, por si los rivales podían ser más o menos asequibles dentro de las opciones que había…

No fue así ni lo uno ni lo otro, por lo que tenemos al Sevilla jugándosela hoy en Alemania porque nada ha salido según lo previsto cuando, con mucha ilusión, sus responsables planificaban una temporada que podía marcar un hito en la historia del club.

Pero ni en la Champions, ni en la Liga… Puede decirse que el adjetivo que resume el estado de ánimo del sevillismo es el que tiene que ver con sensaciones como la depresión, la decepción, quizá la incredulidad… La expedición blanca partía ayer hacia Mönchengladbach con el todo o nada como lema en todas las cabezas. El Sevilla, Emery, el club… se juegan la temporada a una carta, justo lo que todos querían evitar, puede que en el peor momento y con el rival más enrachado que podía tener enfrente.

Porque nada podía habérsele puesto peor a la milicia que adiestra el vasco. La lesión de Andreolli, confirmado ya que no volverá a enfundarse más la camiseta del Sevilla, es un nuevo palo a la moral de un vestuario que prácticamente cada semana tiene que animarse con mensajes de apoyo a compañeros hundidos por el infortunio. Y cuando eso abunda, malo. Es verdad que este grupo ha sabido apretar puños y dientes cuando parecía irremediable la caída a la lona. Y lo ha hecho además cuando más negro lo tenía, contra los rivales más fuertes (victorias ante Barcelona y Madrid) y después de sonadas decepciones (tras perder en Turín y en casa ante el Manchester City). El Sevilla, antes de dar ese salto que hoy añora, siempre fue de crecerse ante los gigantes y caer en duelos de pequeño o menor fuste. Necesita las dos buenas versiones para salir del atolladero en el que se encuentra, pero primero debe redoblar los esfuerzos para seguir vivo en Europa porque de lo que ocurra esta noche depende en mucho el camino deportivo, y también económico, que vaya a seguir el Sevilla.

Deportivamente, el equipo de Emery debe salvar este match ball ganando al Borussia para, primero, asegurar su presencia en la Europa League como tercero de grupo (con seis puntos, dejaría a los alemanes a cuatro de distancia con sólo tres por disputar) y, segundo, para llegar a la última jornada con opciones de meterse en octavos en la visita de la Juventus. Eso, contando con que el City deje a raya a los italianos hoy. No es fácil nada lo que tienen por delante los profesionales sevillistas en el frío estado de la Renania del Norte, pero en la plantilla hay calidad para eso y para más. Y agallas... pues también.

Lo que son las cosas. El jugador que cuando llegó más recelos levantó por su escarceos extradeportivos en anteriores plazas es el hombre que aglutina, por liderazgo futbolístico, todas las esperanzas. A decir verdad, Banega no ha dado ni un solo problema desde que está en Sevilla y su comportamiento ha sido ejemplar. Más que eso. El argentino es la bandera, el faro, el magister del que todos esperan que marque el son sobre el que giran las cosas. Emery lo tiene muy claro y cuida sus apariciones con tacto y mimo sabedor de que su físico no es el de Krychowiak. Y si en Anoeta no jugó, hoy es el día en el que debe justificar esa decisión guiando al Sevilla a un triunfo más necesario (todo hay que decirlo) que la del día de la Real sencillamente porque lo de esta noche es excluyente.

Hace frío en una Mönchengladbach que no pasa de los cuatro o cinco grados de máxima y que va a caer presumiblemente a bajo cero a la hora del partido. Una ciudad con gente atenta y curiosa ante el desembarco blanco y rojo, una estampa que ya vivió la temporada pasada con una eliminatoria en la que los profesionales nervionenses sí se comportaron como los tíos que deben ser hoy ante un equipo literalmente lanzado, con ocho victorias y tres empates en la docena de partidos que ha dirigido su nuevo entrenador.

Le temen por aquí especialmente a Konoplyanka, un jugador al que consideran capaz de reventar cualquier partido, pero también al conjunto. Al fin y al cabo, el Sevilla es el campeón de la Europa League y un campeón no se merece despedirse así del fútbol continental. Sería algo que haría la temporada muy larga y que tendría consecuencias de todo tipo. A varios niveles. Pero eso no va a pasar si hay agallas y este equipo, como ha quedado dicho, las tiene.

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