El currículum de los jugadores del Sevilla Atlético demostró ayer que cuenta con una nueva habilidad: la de saber sufrir. Lo certificó frente al Alcorcón en el Sánchez-Pizjuán, en un partido que los de Diego Martínez, quien vio el encuentro desde la grada, dominaron en la primera mitad y terminaron aguantando para mantener un punto después de estar más de media hora con uno menos tras la expulsión de Curro. 

Porque estas experiencias también curten. De hecho, durante el primer acto, los sevillistas apenas echaron de menos a Cotán y Carlos Fernández, dos de los pilares del equipo, y el timón lo tomó, como suele ser habitual, Borja Lasso. El sevillano es la pura definición de este equipo. Entrega y carisma sin dejar de lado la alegría y rebeldía propias de una generación que apenas supera la veintena. 

De hecho, el mediapunta demostró ser, si no el más listo de la clase, al menos uno de los alumnos más avanzados de la misma para inaugurar el marcador en la que fue la primera gran ocasión del partido. Carmona, otro que tal baila, colocó un centro medido a Carrillo, aunque el remate del murciano lo detuvo Dmitrovic, la pelota quedó muerta y ahí apareció Borja Lasso para rematar prácticamente sin oposición ante el enfado de Cosmin Contra, que se desesperaba en el banquillo alfarero por el fallo en la marca. 

Los sevillistas contemporizaron en el control del balón tras su gol, signo más que evidente de que comienzan a tomarle el pulso a una competición tan exigente como esta Liga 1|2|3, mientras que el Alcorcón apenas inquietaba a la portería de Caro. De hecho, la opción más clara para agitar de nuevo el marcador cayó del lado local, en un fuerte lanzamiento desde la frontal del área por parte de Pozo, otro de esos jóvenes aunque sobradamente preparados-juvenil de segundo año- tras una jugada a balón parado, aunque el disparo del canterano sevillista lo detuvo el meta forastero. 

La segunda mitad fue la auténtica prueba de fuego para este Sevilla Atlético, que fue capaz de mantenerse en pie pese a los dos mandobles que sufrió en apenas 15 minutos. El primero llegó cuando el encuentro apenas había disputado cuatro minutos tras su reanudación. Una jugada a un toque bien diseñada por el Alcorcón abre un hueco en la banda derecha, desde donde llega un centro de Álvaro que encuentra a David Rodríguez, quien halló espacio para rematar sin oposición a puerta para colocar el primero y poner fin así a 251 minutos de sequía goleadora en el bando alfarero. 

El segundo de los golpes llegó a la hora del encuentro. Curro perdió de vista la pelota y elevó demasiado la pierna y su pie impactó en el pecho de Bellvis. El palmerino vio la roja directa por la acción y dejó a los suyos con uno menos durante más de media hora. 

El panorama se tornaba oscuro para los locales. La necesidad del Alcorcón de puntuar hacía prever que se volcarían al ataque y al filial le iba a tocar defenderse. Y eso hizo. Cual muro, repelió todo intento alfarero de batir a Caro. 

Incluso era cuestión de tiempo que los locales gozaran de alguna ocasión, esa que hubiera dado la puntilla a los amarillos. La tuvo Carrillo, que se plantó frente a Dmitrovic a falta de un cuarto de hora para el final, aunque el murciano intentó salvar la salida del meta picando la bola, que se topó con la mano del portero. 

La ocasión más clara visitante llegó como rápida respuesta a ésta, aunque David Rodríguez no acertó a batir a Caro.