Síndrome expresivo 23 | Los gerundios

Fray Gerundio de Campazas

Antonio Mercero interpretó a Fray Gerundio de Campazas en un episodio de 'Los Libros', una serie de TVE Antonio Mercero interpretó a Fray Gerundio de Campazas en un episodio de 'Los Libros', una serie de TVE

Antonio Mercero interpretó a Fray Gerundio de Campazas en un episodio de 'Los Libros', una serie de TVE / TVE

El siglo XVIII se caracterizó por una moderna reflexión sobre la conveniencia de volver a un tipo de oratoria alejada de los excesos verbales barrocos. Como consecuencia, muchas voces críticas, entre ellas la del padre Isla, abogaron por ridiculizar la pompa absurda de los retorcimientos culteranos, repletos de giros grandilocuentes y huecos de contenido. Con aires renovados, la nueva mirada ilustrada prefería un estilo expresivo más cercano al dogma cervantino: sencillez, llaneza y claridad en la construcción de oraciones y párrafos homogéneos, sin la necesidad de recurrir a elementos superfluos y prescindibles.

Cualquier lector, dotado de un mínimo sentido común, no opondrá ninguna objeción a tan sensato principio de comunicación lingüística. Sin embargo, ya de sobra conocido por todos, los criterios lógicos no suelen guiar los caminos de aquellos usuarios de la lengua, quienes prefieren encubrir sus limitaciones expresivas tras juegos de artificio verbal. Por esta causa, la armonía y equilibrio se asocian en muchas ocasiones a una visión tradicional y conservadora del conocimiento, mientras cualquier composición artística, en apariencia compleja, goza del prestigio de la ruptura en las formas y la innovación a secas.

Fray Gerundio, en un púlpito, se dirige a los fieles. Fray Gerundio, en un púlpito, se dirige a los fieles.

Fray Gerundio, en un púlpito, se dirige a los fieles. / TVE

El grotesco personaje de fray Gerundio se reencarna en la pluma de algunos redactores que elevan las carencias denunciadas por el padre Isla a supuestas normas académicas. Algunos ejemplos concretos de este desvío expresivo se enmarcan en el uso y abuso del gerundio en casos como: 

  1. El empleo del gerundio para indicar una acción posterior a la expresada por el verbo principal: “Se discutió la ley propuesta por el gobierno, aprobándose por mayoría simple”. Nuestros políticos repiten estas construcciones, porque creen que están embelleciendo la lengua española. ¡Para comérselos!
  2. La función propia del gerundio es la de complemento circunstancial del verbo al que se refiere. Por ejemplo, “Concluyó su intervención cantando una canción dedicada a los presentes”. Sin embargo, los seguidores de fray Gerundio desechan este principio en enunciados como: “El Parlamento ha aceptado una propuesta de ley regulando los matrimonios entre personas de distinto sexo”. Confieso que no comprendo esta manía expresiva. ¿Te suena bien, querido lector?
  3. El gerundio partitivo en oraciones como “Algunos alumnos han elegido esa asignatura optativa, siendo Miguel uno de ellos” en lugar de “Algunos alumnos han elegido esa materia optativa, entre los que está Miguel”. Cierto es que la oración incorrecta parece más efectiva, pero la lengua española prefiere la segunda estructura. No te enfades con la RAE, campeón.
  4. El gerundio que expresa una acción continua, sino acabada, es cada vez más frecuente en el lenguaje periodístico y administrativo. La RAE desaconseja este uso en frases como “Estamos ingresando la nómina en su cuenta…” en lugar de “Ingresamos la nómina en su cuenta”. El empleado prefiere que le hablen en pasado para poder pagar la hipoteca. Ya conocemos lo que implica “Estamos trabajando en ello”
  5. Tampoco se recomiendan la construcción de frases muy de moda en anuncios por palabras del tipo “Se necesita docente hablando inglés y francés” en lugar de “Se necesita docente que hable inglés y francés (de verdad)”. Como has comprobado, no se ahorran muchas palabras. Supongo que sonará mejor. Ni idea.

¿Se puede superar?

Muchos lingüistas de buena fe alertan cada día de los excesos verbales acumulados en el ámbito administrativo y el jurídico, donde proliferan verdaderas aberraciones en la construcción de la frase y la concordancia exigida entre los elementos nucleares. Visto el panorama, da la impresión (y sin ella) que ciertos redactores de documentos públicos quisieran hacer un ejercicio de estilo culterano para evitar la comprensión eficaz de los mensajes. Al final los que pagan el pato son los pringados de siempre: los ciudadanos. “La ignorancia no exime del cumplimiento de la ley”, sentencian los manuales de derecho. ¡Qué cachondos estos leguleyos! Tú desconoces las normas de redacción y el uso correcto de la lengua española, pero tal ignorancia no te exime de dictar leyes incomprensibles para los españolitos de a pie. ¡Así cualquiera! 

Como consejo general, es deseable no abusar de las formas no personales del verbo (infinitivo y gerundio, principalmente) para no embrollar al receptor en un laberinto de referencias sin un sujeto concreto, ni en una sonoridad pesada y monótona de terminaciones rimbombantes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios