Balvin volverá a jugar en San Pablo. Será, concretamente, dentro de 11 días, pero se cambiará en el vestuario visitante y saltará al parqué con la camiseta de Estudiantes, después de que se hiciera oficial que acabará la temporada en el cuadro colegial, procedente del Bayern, y con el beneplácito de un Betis Energía Plus que cedió los derechos que tiene en la ACB sobre el checo por lo que queda de campaña.

Pero no fue un gesto altruista del club verdiblanco. Al contrario. La entidad hispalense, como ya apuntó este diario el lunes, sacó rédito económico de una operación que, deportivamente, no la beneficia, como dijo Zan Tabak, contrario a reforzar a un rival directo, pero tampoco era viable porque el propio jugador no quería jugar en el Betis. Y no porque no quiera a la entidad, a la que aprecia después de siete campañas en su seno formándose como jugador y desde la que dio el salto a la élite, sino porque sin protagonismo ni minutos en el Bayern de Aleksandr Djordjevic el pívot (y el conjunto alemán) quería un destino en el que tuviese un rol principal (30 minutos) con el que recuperar su nivel. En Sevilla, con Mahalbasic, una apuesta de Tabak -ya lo intentó traer en verano-, sería complicado, por lo que permitir que pudiese jugar en otro equipo cobrando una importante cantidad económica es la operación más beneficiosa que el Betis podía hacer en torno a Balvin, sobre quien conservará además sus derechos cara al siguiente ejercicio.

De esta forma, el 12 de febrero el jugador que se formó en el conjunto hispalense durante siete temporadas se reencontrará con ex compañeros, amigos y aficionados apenas unos meses después de abandonar la capital andaluza rumbo a Múnich. Pudo ir al Unicaja, pero intentó abordar el sueño americano disputando la Liga de Verano de Las Vegas con los Denver Nuggets sin demasiada fortuna.

La de Balvin no fue la única operación que tuvieron entre manos en los últimos días los rectores béticos. Con el Barcelona trataron la cesión de Marcus Eriksson, pero el club catalán, que se planteaba su salida para que tuviera más minutos en otro equipo, decidió quedárselo dados los problemas de lesiones que arrastra, las últimas las de Renfroe y Koponen, por lo que busca un base que alivie el trabajo de Rice.

Los técnicos son caprichosos y Georgios Bartzokas no lo es menos. Ya Pablo Laso no dejó salir a Willy Hernangómez el año pasado cuando no tenía sitio en un equipo que durante el curso firmó también a Lima y Ndour, que se unieron en la pintura a Felipe Reyes, Ayón y Jeffery Taylor. Tampoco el griego ha permitido la marcha de Eriksson..., por si acaso, pese a que ni con la baja de Perperoglou, el otro alero del plantel, tiró de él. Ahora, finalizado el plazo para que jugadores dados de alta por un equipo jueguen en otro de la ACB cedido o traspasado finalizado, al sueco le quedan dos opciones: un club europeo -que tampoco puede ser de Euroliga- o ganarse minutos en el Palau.