Con apenas tiempo para digerir la derrota ante el Valencia en el estreno liguero, el calendario de la ACB de 18 equipos -con el añadido de la Euroliga y con el suplemento de las ventanas FIBA- ha obligado a la primera versión comprimida de semana de competición. Está visto que las plantillas, aún a medio forjar, se ven obligadas a aprender a andar a base de porrazos. Y, después de la primera caída en San Pablo, la siguiente posta lleva el nombre de San Sebastián.

El enfrentamiento Gipuzkoa-Betis llega con su no poca dosis de morbo. Para empezar, ninguno de los dos equipos sabía con certeza en qué categoría jugaría después de concluir la pasada temporada: el Gipuzkoa, cargado de deudas y sin patrocinios, porque no reunía los criterios establecidos por la ACB para ascender y, debido a lo anterior, el Betis Energía Plus, descendido deportivamente, porque contaba con que pocos clubes tendrían la capacidad de ascenso, como pasaba en campañas precedentes.

Derivado de lo anterior, de las incertidumbres y de una cierta premura a la hora de confeccionar las plantillas, hay dos nombres con peso en el Gipuzkoa que bien podrían haber estar vestidos hoy de verdiblancos. De un lado está el técnico, Porfi Fisac, quien llegó a reunirse en Sevilla con Ángel Haro, presidente del Betis, y Fernando Moral, presidente ejecutivo de la sección de baloncesto, con el objetivo de sondearse mutuamente de cara a una hipotética contratación del entrenador segoviano. Fisac, por si acaso, le doró la píldora a su contraparte en el banquillo. Elogios y buen rollo.

Más morbo, y de paso vamos adentrándonos en el análisis puramente deportivo, es el caso de Jordan Swing. El alero estadounidense fue desechado por el club bético después de saber que competiría en la ACB, no en la LEB Oro. Paradójicamente, ahora Swing fue uno de los puntales anotadores del Gipuzkoa en la pretemporada y la semana pasada, ante el Gran Canaria, sumó 17 puntos y 16 de valoración. Por poco amor propio que luzca, el tres norteamericano se tomará el encuentro con la motivación de demostrarles a quienes los descartaron que no es para nada un jugador de LEB Oro.

Gipuzkoa y Betis llegan a la segunda jornada invitando a la victoria. Ambos debutaron en la Liga Endesa frente al subcampeón de la Copa del Rey y de la ACB, respectivamente, y perdieron, claro. Pero fueron dos derrotas dulces. Las sensaciones desprendidas en el debut fueron óptimas, tanto por el equipo ascendido como por el que finalmente no descendió. De ahí que, de partida, ambos entrenadores lleguen a la cita con la obsesión del triunfo entre ceja y ceja.

FUENTE: ACB. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

Visto lo realizado por los dos colectivos en la primera jornada, se antojan capitales la batalla en la zona, en general, y el dominio del rebote, en particular. Ante el equipo canario, el Gipuzkoa, con varios debutantes en la ACB, capturó la nada despreciable cifra de 15 rebotes ofensivos, anotando además 22 puntos como consecuencia de ello. La fortaleza que sean capaces de imponer los hombres altos béticos, ya sea Golubovic, ya sea Anosike, resultará esencial para que el Betis no padezca más de la cuenta ante un equipo en teoría inferior.

Es previsible que en la pintura se vea una hermosa pelea entre el citado Anosike -19 puntos y 8 rebotes en su estreno- y Henk Norel, cuya brillante actuación frente a los canarios sorprendió a propios y extraños: autor de 24 puntos y 11 rebotes, el pívot holandés fue una de las figuras destacadas de la jornada.

Además de la figura de Norel y del citado Swing, en el conjunto guipuzcoano destacan los veteranos Clark y Van Lacke, la espina dorsal de un Gipuzkoa que intentará variar la tendencia de los precedentes, favorables al equipo cajista (seis victorias en nueve choques en tierras vascas).

Para ello, el Betis deberá jugar rápido. Alejandro Martínez piropeó el modo ofensivo de su equipo ante el Valencia, aunque demanda un servicio de asistencias más diligente, pero insistió en fortalecer la defensa. Sería extraño que los guipuzcoanos igualaran la efectividad del equipo naranja, pero jamás debe bajarse la guardia y menos ante un rival directo. Así lo es, pese a lo que defienda Martínez, al menos mientras no se demuestre lo contrario.