Feria del Libro

"Para heroica, Madrid o Stalingrado"

  • Un historiador y un novelista analizan una fecha presente en su obra y las repercusiones del 2 de mayo en Sevilla

Manuel Moreno Alonso está en la bibliografía del libro de Francisco Núñez Roldán La guerra del gabacho. 1808-1814. Arropados por la fecha y por la estatua de Daoiz realizada por Antonio Susillo, los ha unido este 2 de mayo. Son dos de mayo. Moreno Alonso, porque nació en Sevilla un día de ese mes en 1951; Núñez Roldán, aunque es de enero (Madrid, 1949), hizo su primera salida fuera de España al París efervescente del mayo francés, aunque llegó en junio.

Uno da clases en la Universidad, el otro las dio en un instituto de Triana. La analogía con los héroes de aquel día es complicada: Moreno Alonso sí hizo el servicio militar en San Fernando; Núñez Roldán se libró por la miopía, aunque tiene dos abuelos artilleros, el cuerpo de Daoiz -Velarde era de Infantería-, uno de ellos enterrado en Paracuellos del Jarama.

El 2 de mayo de 1808 fue el detonante de lo que ocurrió el 19 de julio de ese año, la batalla de Bailén. Moreno Alonso discrepa con Núñez Roldán en la trascendencia de ese hecho bélico, primera derrota de los franceses en campo abierto. El historiador y profesor universitario ha titulado su libro El surgimiento de una nación porque esa derrota de Napoleón "cambió el destino de España, pasó eso que decía Georges Duby de la batalla de Bovaines, en el siglo XIII, que en diez horas puede cambiar la historia de un país".

Núñez Roldán, catedrático de Inglés, autor de novelas, cree que la campaña de Rusia superó en relevancia histórica a Bailén. En cualquier caso, ambos coinciden en los tres factores que inclinaron la victoria del lado español: el calor, la rabia provocada por el saqueo francés de Córdoba y la petulancia de Dupont. "Se habla de Trafalgar, pero Bailén fue mucho más importante", dice Moreno Alonso. "Trafalgar no pasó de un enfrentamiento de 32 barcos contra 24, no se enteró ni Napoleón".

Hay un testimonio sevillano del 2 de mayo de 1808: Blanco White viendo pasar a un cortejo que llevaba a Daoiz agonizando en una parihuela. "De no haber sido por la guerra de la Independencia, hoy en España no reinaría un Borbón, sino un Bonaparte", dice Núñez Roldán. Un Bonaparte en España y no en Francia. Paradojas del destino. El único rescoldo dinástico de aquel apellido son los Bernardot que reinan en Suecia.

¿Y Sevilla? La formulación de Manuel Machado entre interrogantes. "Para heroicas, Madrid, Zaragoza o Stalingrado. Sevilla es una de las ciudades menos heroicas pese a que rece en su heráldica", apunta Núñez Roldán. Moreno Alonso lo corrobora con un hecho inapelable. "Es la única ciudad que le dedicó una plaza, la del Duque de la Victoria, a quien la bombardeó, el general Espartero". "Gracias a eso existe", añade el autor de Sevilla Napoleónica, "si hubiera ofrecido resistencia a las tropas de José Bonaparte, los franceses destruyen la ciudad entera, incluida la Giralda".

Moreno Alonso comparte con Stendhal el ser biógrafo de Napoleón, en su opinión el personaje más importante de la historia. Un emperador que le hizo setecientas anotaciones al Príncipe de Maquiavelo, mientras que su hermano, Pepe Botella, era lector de Rousseau. Aunque el libro de Núñez Roldán es de divulgación histórica, donde reconoce el magisterio de Díaz Plaja o Eslava Galán, hay guiños literarios, como esa contraseña con una cita del Mío Cid con la que un cura disfrazado de comerciante comunica al marqués de la Romana, que mandaba a 15.000 soldados españoles en Dinamarca, que los franceses acababan de invadir la Península.

Moreno Alonso le pregunta a Núñez Roldán por el éxito de Pérez-Reverte y Ruiz Zafón. El novelista que dio clases de Inglés después de visitar el mayo francés prefiere la literatura de las cartas de Flaubert a Louise Colet y las intimidades que ambos se hacen con la metáfora de las casacas rojas, el mítico uniforme de las tropas británicas.

Núñez Roldán recorrió en 2007 los itinerarios de 1808 y da fe con fotografías que ilustran su libro. Moreno Alonso, profesor de Historia de las Revoluciones, no se fía de las conmemoraciones. "En 1908, Maura, que era presidente del Gobierno, le encargó al entonces joven diputado Niceto Alcalá-Zamora, futuro presidente de la II República, que organizara el primer centenario. Irían los Reyes, las autoridades civiles y eclesiásticas. Le llamó para suspender los actos. Le daba vergüenza que por presiones de la Embajada francesa, lo que había sido una gran victoria se viera como una derrota". Si al menos la conmemoración sirve para refrescar la historia y sus protagonistas -Talleyrand, Moratín, Voltaire, el abate Marchena-, bendita sea. "En la Universidad no saben quién es Cánovas. Es tremendo".

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