Plaza de España · Logroño

Un bodegón con jornaleros

  • Antonio Gonzalo. De tierra de bodegas donde Berceo dio al idioma denominación de origen, hizo a los jornaleros actores y llevó a la pantalla las aventuras vitales de Blas Infante y Juan Ramón.

HA rodado en la selva, los Alpes y el desierto, pero nunca rodó en su Rioja natal. La única reforma agraria la hizo en Andalucía Antonio Gonzalo (Logroño, 1951), que unos días antes del 28-F de 1980 presentó en el festival de Berlín la película Tierra de rastrojos, basada en la novela que escribió en la cárcel Antonio García Cano, un líder campesino de Fuentes de Andalucía, pueblo cuyos jornaleros, y los de La Campana, comparten cartel estelar con María Asquerino, María Luisa San José y Luis Politti y Walter Vidarte, dos actores argentinos que llegan a España huyendo de la dictadura argentina. "En Berlín no distinguían a los actores de los jornaleros".

El campo andaluz lo descubre cuando es subdirector del colegio Luis de Góngora de Córdoba, donde llega con su Preu de Logroño, estudios de Arquitectura en Pamplona y de Filosofía y Letras en Zaragoza. La alquimia del séptimo arte. El cine comprometido quizás fue en su caso una revancha. "En la época de las películas rijosas y las comedias de ligones feos siempre salía un señor de Logroño". Después cobró fortuna la comedia madrileña "donde los personajes estaban encantados de haberse conocido". Aporta su cuota de desencanto y convierte a Teddy Bautista en el policía de Demasiado para Gálvez que investiga una estafa inmobiliaria en Marbella. Una adaptación de la novela de Jorge Martínez Reverte con José Luis Cuerda haciendo de tuno y Pilar del Río de sagaz periodista.

Vuelve a Martínez Reverte y su novela El mensajero. Si feo fue el título de la versión, Terroristas, peor fue el destino de la cinta. "Secuestraron el vídeo doméstico, Televisión Española la compró y sólo la puso una vez, sin anunciarla, a las cuatro de la mañana, para burlar el control de la auditoría". Esas zancadillas fueron uno de los motivos por los que se marchó a Los Ángeles.

"De Estados Unidos no me gusta que haya pena de muerte, pero la libertad es absoluta". Pone como ejemplo El aroma del copal, adaptación de una novela de Javier Martínez Reverte, hermano de Jorge -"soy el cineasta de cabecera de la familia"- que narra el genocidio de la población indígena de Guatemala por una explotación petrolífera en la selva. "La distribuyeron a más de cien países". Dirigió a David Carradine en una metáfora cinematográfica sobre la telebasura, Las huellas del lince, y actuó en tareas de producción en Sabotaje, película sobre Napoleón en la que tuvo que coreografiar Waterloo.

Su paso por Los Ángeles limita tangencialmente con el Logroñés. "Yo no he visto un partido de fútbol en mi vida. Mi única relación con el equipo de mi ciudad es que le alquilé un apartamento a Marcos Eguizábal, el bodeguero que presidía el Logroñés, cerca del estadio. Lo ocuparon futbolistas que lo dejaron hecho unos zorros después de festorros salvajes". Los estudios de Los Ángeles pensaron en él para retransmitir partidos del Mundial de Estados Unidos 1994. Los desilusionó. "He hecho para televisión más de seiscientos desfiles de moda, música clásica y moderna, ópera, pero de lo que no sé prefiero no hacer nada".

El riojano que hizo la reforma agraria volvió de la Humanidad por Blas Infante. "Me fascinó el personaje. Era el contrapunto de Tierra de rastrojos. Pasaba del protagonismo de un sector social que dedicaba su vida a una tierra que no le pertenecía y que podía abandonarla por los caprichos del señorito, a una persona acomodada, apasionada de la Historia y la Mitología, del Quijote y los etruscos, de la Ciencia y la Masonería. Con un amor marcada por un antagonismo ideológico y moral. Cuando mandé el guión a mis socios de Los Ángeles creían que era ficción".

De Blas Infante a Juan Ramón Jiménez, trasunto de El hombre que amaba a las mujeres de Truffaut hasta que apareció Zenobia Camprubí en su vida. Un poeta más melómano que cinéfilo pero con una visión muy cinematográfica de la literatura. "Juega siempre con fragmentos: habla consigo mismo, con sus recuerdos, con sus muertos. En Platero cada página es una historia".

La luz con el tiempo dentro. La frase de Juan Ramón con la que titula su película es un logotipo de lo que siente este riojano por la tierra prestada y soñada en la que se empadronó. La cruda realidad desenmascaró "la imagen injusta y lamentable, folclorizante que las películas de Cifesa daban de Andalucía". Aquí encontró lo que tenía California y le negaba Madrid: la luz, el color. "Paseo por la Palmera y parece que voy por Sunset Boulevard". Con el añadido del enorme patrimonio y el regalo de los carriles-bici. "De muchacho, yo era un centauro unido a una bicicleta". Que subía cuestas de la sierra de Cameros, zona de la que llegó a Moguer el padre de Juan Ramón.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios