Desde mi córner
  • Con el orden defensivo recobrado y a la voz de Sergio, la imagen fue estupenda en Mestalla

Confirmado, el Sevilla vuelve a ser competitivo

DECIDIDAMENTE, el viento ha rolado para bien y el Sevilla se va pareciendo a sí mismo. En Mestalla se le vio con el gen competitivo en buen estado y logró un empate que debe saberle a gloria, pues lo consiguió ante un Valencia que ha encontrado en el elixir de la juventud el retorno a los buenos tiempos. Fue todo a través de un partido con mucha ida y más vueltas, aunque con bastante más trabajo para Nyland que para el meta local.

El trabajo de Mamardashvili se limitó devolver el balón al juego lo más rápidamente posible, mientras que el arquero sevillista ganó mucho en la batalla aérea y hasta en algún que otro mano a mano demostró que el Sevilla tiene portero. Y en este estado de cosas nos encontramos con el partidazo de Sergio Ramos en una especie de émulo de Gulliver en el país de los enanitos. Imperial en la resta, tanto a ras de hierba como en el aire y sensacional en la suma del balón jugado.

Cuarto partido consecutivo sin caer tras el empate con Osasuna más las victorias sobre Rayo y Atlético de Madrid. Ocho puntos de doce que sirven para alejar fantasmas y mirar el porvenir con menos temores y mucha más confianza en sí mismo. Sin duda, Quique ha encontrado la senda adecuada que tenga como meta el reencuentro del Sevilla con lo que es. Por ejemplo, viendo ayer lo que pasaba en Mestalla no tengo por menos que creer que es mejor que el Valencia.

Ya sé que los números de la tabla dicen otra cosa bien distinta, pero eso es algo que pertenece al pasado. Con su ADN nuevamente en regla, el Sevilla está llamado a una escalada que puede ser importante y, desde luego, ni pensar ya en que pueda volver a asomarse al brocal del pozo maldito. Anoche, por si fuera poco, logró algo positivo para todo el fútbol según Sevilla en un alarde de competitividad, orden y buenas dosis de esa fortuna que tanto se le ha venido negando.

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