Treinta y tres años después de la homónima versión muda que De Mille acometiera, este fue, olvidado ya cualquier intento de conectar las enseñanzas bíblicas con alguna narración moralista en el presente, la excesiva y teatral reescritura de la vida de Moisés hasta alcanzar la posición intermediaria entre Jehová y el pueblo elegido. Tuvo un reparto de relumbrón, con un Heston para la posteridad iconoclasta.

Revisión de la serie Pepa y Pepe, emitida durante 1995 en TVE, convocaba, entre otros catódicos irredentos (Resines, Nieto, Fuentes) a tres féminas (Forqué, Adánez y Abascal) para repetir los papeles de extravagantes madre e hijas. Entre la nostalgia y la abierta ciencia ficción, se trata aquí de una vuelta a la Ibiza de los años setenta, a los días del supuestamente liberador movimiento hippy. Allí acude una familia bastante extraterritorial, con padre pasota, madre que renunció por su familia a sus sueños de juventud y cuatro hijos abiertos a transformaciones más o menos constantes, para vivir demasiadas experiencias. Inspiración televisiva que termina funcionando gracias a un guión engrasado.

Comedia adolescente que inevitablemente se estanca en los tópicos más recurrentes del género, sin mucho más. El argumento martillea además en una historia sumamente explotada. Daphen es una joven que viaja a Nueva York para ver a su padre, un alto cargo político que pretende casarse con una mujer insoportable. Sin embargo, lo que Daphen se propone es lograr que sus padres vuelvan a estar juntos de nuevo. Más fácilona, imposible.

Soderbergh saltó a la palestra en 1989 con Sexo, mentiras y cintas de ví- deo y desde entonces ha tenido una irregular carrera, incluida la saga de los Ocean's Eleven. Estamos ante el típico filme de catástrofes, con una epidemia vírica que diezma a la humanidad en menos que canta un gallo. Pero el asunto de la hecatombe global se termina convirtiendo en unestudio sobre el miedo y la insolidaridad social, que es lo interesante de la historia.