Calle Rioja

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Miércoles de Ceniza para lectores ingleses

Tradición. El rito de apertura de la Cuaresma figura en la Novena de las ‘Cartas de España’ de Blanco White, un capítulo de fiestas y costumbres sevillanas que publicó en su destierro

Calle Jamerdana, en el barrio de Santa Cruz, donde nació Blanco White.

Calle Jamerdana, en el barrio de Santa Cruz, donde nació Blanco White. / Juan Carlos Vázquez

JOSÉ María Blanco White (Sevilla, 1775-Liverpool, 1841) les habla del Miércoles de Ceniza de Sevilla a sus lectores ingleses en la novena de sus Cartas de España. Un texto que lleva el epígrafe de Apuntes de algunas costumbres y fiestas andaluzas. De ese libro dirá Marcelino Menéndez Pelayo en su Historia de los heterodoxos españoles: “Para el historiador, tal documento es de oro: con Goya y Ramón de la Cruz completa Blanco el archivo único en que puede buscarse la historia moral de aquella infeliz centuria”, para añadir que “nunca, antes de las novelas de Fernán Caballero, han sido pintadas las costumbres andaluzas con tanta frescura y tanto color, con tal mezcla de ingenuidad popular y de delicadeza aristocráticas”.

Las citas de don Marcelino forman parte de la Introducción de Vicente Llorens para la edición de bolsillo que publicó Alianza Editorial en 1972, con traducción y notas de Antonio Garnica, quizás el mejor especialista en la obra del polígrafo sevillano nacido en la calle Jamerdana, en el barrio de Santa Cruz, y muerto en el exilio, en Liverpool.

Su padre, Guillermo Blanco, alias White, se estableció como comerciante con un socio de origen irlandés, Tomás Cahill. A su hijo lo adentró en el negocio familiar, pero desde muy pronto sabría que lo suyo no serían las letras de cambio y con doce años dijo que “no quería ser más que sacerdote”. La fuente de sus dudas. Un mes después de que los franceses crucen Despeñaperros, el 23 de febrero de 1810 se embarca en el Lord Howard en el puerto de Cádiz rumbo a Inglaterra. Huye del viejo despotismo de Godoy y el nuevo de José Bonaparte. En agosto de 1815, lord Holland le pide que se encargue de la educación de su hijo. Comparte desde Inglaterra el entusiasmo de los liberales desterrados por el levantamiento de Riego de 1820. Esa etapa de Blanco White en Inglaterra fue estudiada por el profesor Manuel Moreno Alonso en el verano de 2012. Estuvo tan inmerso en esa tarea que tras su vuelta a Sevilla no sabía que Londres había acogido unos Juegos Olímpicos.

En febrero de 1821 empieza a redactar las Letters from Spain (Cartas de España). Las diez primeras las publica en The New Monthly Magazine, periódico que dirige el poeta escocés Thomas Campbell. Blanco White utiliza como modelo unas Letters from England que el británico Robert Southey había escrito emulando un trabajo similar de Montesquieu, que describía su propio país desde la perspectiva de un visitante extranjero. Un género que también utiliza Cadalso en sus Cartas marruecas. Se ha dicho que el inglés de Blanco White sólo ha sido superado por Joseph Conrad, polaco de nacimiento, entre los escritores no nacidos en Gran Bretaña. Las Cartas aparecieron por primera en vez en Londres firmadas con el pseudónimo de Leucadio Doblado.

El inventario de fiestas lo abre Blanco White con la de San Sebastián, día en el que se anuncia el principio del Carnaval. Una fiesta que Sevilla celebra en los corrales, “en cuyas pequeñas habitaciones muchísimos pobres viven en medio de suciedad, miseria y corrupción”. Las diversiones de Carnaval entre la clase media consistían en “mecerse en los columpios”, dar bromas a los incautos “como estrellarles en la cabeza cascarones de huevo rellenos de polvos de talco, arrojar a las damas puñados de confites”. Las familias ricas, por su parte, “dan un baile y una cena”.

En su descripción del Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma, Blanco White se detiene en las diferentes Bulas. La Bula de Cruzada “nos dispensa de la abstinencia de huevos y leche”. Una bula que “nos abre también el tesoro de los méritos acumulados por los santos, de los que el Papa guarda la llave, y así nos encontramos aliviados en cuerpo y alma al irrisorio precio de unos tres peniques al año”.

Bromea con el bacalao de Terranova como alternativa al ayuno, difícil opción por las hostilidades que el Gobierno español, “de acuerdo con el Papa”, abrió contra Inglaterra “creo que durante el sitio de Gibraltar”. Es colonia británica desde 1713, año de la firma del Tratado de Utrecht, tres años después de la llegada de Blanco White a Inglaterra. Existe una Bula de la carne “que nos permite comer carne durante cuatro días en las semanas de Cuaresma”.

Habla Blanco White de una imprenta en Sevilla en la que “a expensas del Gobierno, se imprimen todos los años las bulas de España y la América española”. Habla de una “truhanería espiritual” ya que el precio de las bulas se duplica en América y el Gobierno envía anualmente “varios barcos de carga con el sagrado papel”. La guerra con Inglaterra dificultó esos envíos. “Pero mucho me temo estar descubriendo secretos de Estado”, bromea Blanco White.

En esa misma novena carta, a continuación del Miércoles de Ceniza, el escritor sevillano se detiene en la Media Cuaresma, Semana Santa (“la Semana Santa en San Pedro impresiona menos que la de nuestra Catedral”), el Miércoles Santo con su Oficio de Tinieblas; del Jueves Santo destaca que “uno de los espectáculos que hay que ver este día es la espléndida comida que el arzobispo da a doce pobres, en representación de los apóstoles”. Hay pregones, pero sin atril ni pompa: “con anticipación a la salida de las procesiones, el pregonero de la ciudad ha leído un bando que obliga a los sevillanos a adornar las ventanas, lo que hacen colgando de ellas las vistosas colchas de seda o algodón con que cubren sus lechos”. El Viernes Santo sigue tal como Blanco lo describía hace dos siglos: “Los cultos de este día son tal vez los más impresionantes que celebra la Iglesia romana”.

El programa de Semana Santa lo concluye el Sábado de Gloria. Y continúa su particular calendario con la Cruz de Mayo, el Corpus Christi, la víspera de San Juan (donde explica a sus lectores ingleses la expresión “pelar la pava”); San Bartolomé; Otros prejuicios y prácticas; Funerales de niños y doncellas; Los nombres de pila españoles, “he conocido Dolores y Soledades entre nuestra andaluzas que, de haber sido más numerosas, hubieran producido una verdadera revolución semántica”; y el fin de fiesta de la Navidad, tiempo de música en la Catedral, de piezas de teatro antiguo, de visitas familiares y envío de los enfermos de un pavo a sus médicos en señal de agradecimiento. “Los gitanos son los que conducen los rebaños de pavos”, una caminata que dura casi medio año, remesas de pavos que solían llegar a Sevilla desde Salamanca.

En la carta Décima describe un viaje a Madrid, separado de Sevilla por 260 millas inglesas. Un viaje que se solía hacer en carruajes tirados por seis mulas con una duración “de diez a doce días”. En sentido contrario a los franceses en 1810, Blanco atraviesa Despeñaperros. “No voy a entretenerlo con la descripción de nuestro viaje, de las paradas en las casas de posta, de cómo en Valdepeñas nos olvidamos de nuestra prisa a causa de su delicioso vino”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios