calle rioja

...el católico y muy alto y poderoso...

  • Decadencia y caída. En las columnas de Hércules y César de la Alameda, erigidas en la zona en 1574, hay signos de deterioro que han producido la alarma de vecinos y paseantes

TODOS los días ponen una de romanos en el Alameda Multicines. Mucho antes de la llegada del cinematógrafo, en 1574 se erigieron las columnas en honor a Hércules y a César como fundador y restaurador de la ciudad. Les acompaña Trajano en el callejero, que nace justo en la antigua academia de baile de Realito convertida en un bar donde ayer al mediodía la gente veía el Madrid-Athletic de Bilbao. El Hércules jugó el sábado. En el videoclub situado donde estaba el antiguo casino en el que cantaron Marchena o la Niña de los Peines hay una parada de las dos empresas de autobuses turísticos. En la parte de arriba del trole, modernidad londinense, siempre hay alguien que fotografías las columnas. Una pareja de novios se baja en esa parada. Él se coloca entre las dos columnas, abre los brazos de forma imperial y ella lo inmortaliza.

Cuando les muestren a sus amigos la fotografía, no se verá el estropicio. Lo que han denunciado algunos vecinos. Justo detrás de la inscripción en la que se lee: "Reinando en Castilla el católico y muy alto y poderoso rey don Felipe II y siendo asistente de esta ciudad el ilustrísimo conde de Barajas...". Algunos vecinos han denunciado el deterioro del fuste de ambas columnas, procedentes al parecer de un templo romano de la calle Mármoles. ¿Quién restaura al restaurador? ¿Quién refunda al fundador? Nueva variante de los trabajos de Hércules. Entre la columna propiamente dicha y la sólida base hay un elemento mediano que soporta el peso. Es una estructura circular de varias capas de la que en ambas columnas se le ha desprendido un cuadrante. En las dos por la misma zona. La que no se ve en la foto de los jóvenes que bajaron del bus turístico.

Las columnas de César y Hércules son más antiguas que las que rematan la Alameda en Calatrava. Éstas se erigieron a mediados del siglo XVIII con una simbología de escudos y leones. Una representa a Sevilla y otra a España. A veces los niños utilizan estas columnas como portería, leonas peloteras, una en cada esquina, la Leonesa y la Ponferradina.

La Alameda de Hércules, jardín público de mediados del siglo XVI, soporte de las transformaciones sociales de la ciudad, de su orto y su ocaso con la terminología de Domínguez Ortiz. Dicen que fue modelo para otras alamedas construidas en Écija, Lima y México D.F. La Alameda, idílica palabra de un parnaso virgiliano, se convirtió con el tiempo en icono de la rebeldía y la reivindicación. César y Hércules están curados de espanto en sus faros que desde cierta perspectiva se comunican visualmente con la torre de los Perdigones.

La Alameda son sus columnas y sus sirenas. De hecho, ambos elementos dieron nombre a sendos bares. Las Columnas es el reino de los serranitos con un timonel de las cuentas que parece un discípulo de Samuelson. Zona lúdica y telúrica, romana y cartaginesa. Esta semiótica binaria de sus columnas está omnipresente en el barrio y sus aledaños. En la disyuntiva entre César Pelli y Hernán Ruiz, la tercera vía de las columnas de la Alameda. Las que presiden el bar Pasaje Trajano frente al hotel Venecia donde tuvo su taller Francisco Pacheco (1564-1644), de cuyo magisterio se beneficiaron su yerno Diego Velázquez y Alonso Cano. Columnas que rematan una silla de cantaor en el diseño de Luis María de la Cueva Olié para el trabajo Alameda de Hércules. Universidad Flamenca Sevillana en el que Manuel Cerrejón, trianero de cuna, hace un riguroso inventario de los locales en los que se vivía el ambiente flamenco con otro tipo de emperadores, algunos de resonancia tan romana como Silverio Franconetti.

Los autobuses rojos y verdes siguen pasando de forma alterna en su recorrido turístico. También volvían a hacerlo el 13 y el 14 con la Campana reabierta al tráfico y El Corte Inglés abierto en festivo. La Alameda se vio anegada por las aguas del Tamarguillo en1961. Los flamencos le cedieron el testigo a los rockeros de Alameda y del Fun Club. Llegaron los lupanares cuando el Arenal vivió la crisis del traslado a Cádiz de la Casa de la Contratación. Pasó el tranvía y se abrió una boca de Metro que ahora es tanque de tormentas.

Hércules y César saben que en la Alameda el imperio incluye otros dominios. Por aquí pasó el cortejo fúnebre con los restos de Joselito y su amigo Juan Belmonte jugaba a indios y vaqueros con las sirenas de la casa-palacio convertida en centro cívico, falansterio de yoga, croché y senderismo.

Si los desperfectos estuvieran en el centro histórico -la Alameda es historia central-, en el croquis de los amigos de la Unesco, las alarmas se habrían disparado y los técnicos se hubieran puesto en fila para buscar soluciones. El cronista, que no oculta su aprecio personal por el alcalde, lo vio por la zona en un videoclip de Medina Zahara y camino de la Hiniesta para dar una charla de tema cofrade. Debe olvidarse de los columnistas y darse una vuelta por las columnas. Decadencia y caída del imperio.

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