los invisibles

"La casa de los Templarios en Sevilla estaba en Becerra"

  • Juan Antonio Romero Gómez. En la Expo fue enfermero-escolta de Fidel y le puso una tirita a Gina Lollobrigida. Es editor y filólogo y va a congresos sobre Radiología de la Mama

ESTE enfermero especializado en Radiología de la Mama es muchas más cosas. Juan Antonio Romero Gómez (Sevilla, 1960), es un libro abierto. Un editor atípico con dos socios.

-¿Cómo surge la vocación de la enfermería?

-Con 17 años no se tiene vocación. De niño me fijaba en el practicante de mi barrio. Empecé Medicina y eran los mismos profesores.

-¿Dónde empezó?

-En Urgencias, donde empiezan los nuevos. Entonces se podía trabajar en el Macarena y en el Virgen del Rocío.

-¿Qué libros le marcaron?

-Lawrence de Arabia y una colección de conquistadores españoles que tenía mi padre.

-¿Qué le lleva a ese mundo?

-Por muchos caminos. A mí siempre me ha gustado la Historia. Un tío mío era arquitecto de la delegación de Educación y los veranos me iba con él a Itálica a unos campamentos en los que restauraban mosaicos. Los historiadores se quejaban de que no ganaban dinero, todos estaban parados. Pensé que de eso no iba a vivir; de maestro, el oficio de mi madre, tampoco, porque no me gustan los niños. Ganaba dinero de enfermero y empecé los estudios de Filología.

-¿Una vocación tardía?

-Tardía, no. Cuando pude. Me especialicé en Filología Alemana. Sabía alemán, que aprendí tres años trabajando en un hospital de Colonia. No quería perder el idioma cuando volviera.

-¿Cuándo se fue?

-Justo al final de la Expo. Estuve toda la Expo trabajando en ambulancias, conocí a las niñas del Kangaroo Pub, fui a las fiestas de Ciudad Expo. Una vez cada seis días nos turnábamos para acompañamiento de mandatarios con la ambulancia. A mí me tocaron los Reyes de Noruega o Fidel Castro, que no necesitó servicio.

-¿Alguna anécdota?

-La más desagradable, que yo soy el enfermero que está en las fotos de los periódicos en el accidente mortal de la ópera Otelo, cuando se cayó de lo alto el barco que entraba en Venecia. El día de la inauguración hacía mucha calor y tuve que ponerle tiritas en los talones a Gina Lollobrigida y a la mujer de Samaranch.

-¿Qué le interesa del alemán?

-Sobre todo las novelas de caballerías. Estoy haciendo la tesis doctoral sobre el Parsifal de Wolfram von Eschenbach. Todo el tema de Arturo y la Mesa Redonda. Publiqué un libro sobre los Templarios en el reino de Sevilla. Ubico la casa de la Orden del Temple en Becerra. Emilio Carrillo iba a ponerle ese nombre a un trozo de la calle Zaragoza, pero dejó de ser concejal.

-¿Es asiduo de Becerra?

-Voy más a Becerrita, porque mi mujer y yo somos guías locales de turismo y ella suele quedar allí con los grupos de turistas.

-¿Cómo empieza de editor?

-Por la Archivística. Empecé en el archivo histórico de los Capuchinos buscando incunables. Estuvimos en San Hermenegildo, en La Lanzada. Pusimos en marcha la editorial Vitela y con lo que ganamos con la narrativa sufragamos los libros de investigación. Hemos hecho cartas arqueológicas para los ayuntamientos hasta que las diputaciones dejaron de pagar.

-¿Una joya bibliográfica?

-Nuestro libro de bandera es el de la Pastora Coronada, un trabajo para que los devotos pastoreños conozcan el origen de esa devoción, la única que nació en Sevilla y se propagó por el mundo.

-¿Se estorban sus inquietudes?

-Para nada. Soy de la Asociación de Senología y Patología Mamaria y he ido a congresos en Gijón, Valencia, Madrid, Cáceres, San Sebastián. Senología es una falsa palabra, una traducción del francés. No les gusta la palabra Mastología, que es la científica. Las palabras no gustan ni dejan de gustar. Son o no son.

-¿En el cáncer se le ha perdido el miedo a la palabra?

-Se empieza a vencer, a pesar del gran problema de la ansiedad que tienen todas las pacientes.

-¿Un autor de referencia?

-Pío Baroja.

-¿Es la editorial una válvula de escape de la enfermería?

-A mí me relaja. Después de un día en el hospital, en el archivo estás solo y en silencio, desconectas de la presión ambiental.

-¿Tiene buenos doctores?

-Los mejores. La editorial Vitela la formamos un doctor en Historia, un doctor en Literatura y yo, que soy casi doctor en Filología.

-¿Se editará a sí mismo?

-No, buscaré otro. Tengo una historia sobre un robo en la Catedral. Primero tenía que averiguar si es una novela. La han leído y ya sé que es una novela. Lo que no sé es si es buena o mala.

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