los invisibles

"El primer edificio de la conquista es ahora un estercolero de palomas"

  • Laureano Fernández-Távora. A Juan Goytisolo le encantó la historia que este médico hizo sobre los quince hijos de San Fernando. Juego de Tronos en sus escenarios naturales

UNA reina que envenena a su cuñada; otra que tiene relaciones con su hijastro; el rey que se casa con su tía. No es Juego de Tronos. Son personajes reales del trabajo Los hijos olvidados de Fernando III, de Laureano Fernández-Távora (Sevilla, 1952), alergólogo de profesión.

-¿Hay alergia a la historia?

-Lo que me atraía de la historia era lo que no nos han contado. Quizás la culpa sea de un profesor de Historia del Claret cuando vivía en Heliópolis con mis abuelos. Los heterodoxos son mucho más interesantes que los ortodoxos. Por eso me atrae don Fadrique o el emperador Federico II, precursor del Renacimiento, cuyas huellas seguí un mes de julio cogiendo con mi mujer un vuelo de Ryanair Sevilla-Bari para ver algunos de sus 111 castillos.

-Su historia le ha encantado a Juan Goytisolo...

-Es una de las mayores satisfacciones de haber aceptado el órdago de la cátedra Al-Andalus que dirige Emilio González Ferrín.

-Hace ocho siglos, ya había Felipes y Leonores en la Corte...

-Al casarse con Beatriz de Suabia, Fernando III combina en sus hijos nombres de Castilla y León y de la casa de los Hohenstaufen.

-Mucho antes del idilio de Eva Sannum, hubo un príncipe Felipe que se casó con una noruega.

-Cristina de Noruega vino en barco, atravesó Francia para hacer un casting de príncipes. Fadrique no le convenció porque tenía una cicatriz. Le gustaba la cetrería y tenía el picotazo de un halcón. Cristina está enterrada en Covarrubias, Burgos. Dicen que la envenenó su cuñada, doña Violante, la mujer de Alfonso X. Su vida la han novelado Jesús Maeso en La cúpula del mundo y Espido Freire en La flor del Norte

-¿Es don Enrique el autor del Amadis de Gaula?

-Todos los datos apuntan en ese sentido. Lo ha confirmado Santiago Sevilla, descendiente del más longevo de los hijos de San Fernando, que sobrevivió a un cautiverio de 25 años en Castel del Monte, encerrado por orden de Carlos de Anjou.

-Longevo y amante de su madrastra...

-Todo el mundo dice que la torre de don Fadrique la utilizó éste para los amores con su madrastra, cuando fue don Enrique. Fadrique sufraga la traducción del árabe de los cuentos del Sendebar o Libro de los engaños y de los ensañamientos de las mujeres.

-¿La estela del rey que conquistó Sevilla llega a Londres?

-En la estación de ferrocarril de Charing Cross hay una estatua de Leonor, hija del segundo matrimonio del rey. Fue reina de Inglaterra al casarse con Eduardo Plantagenet el Zanquilargo. Fue a las Cruzadas con su marido.

-¿No está ahí la génesis de la trillada globalización?

-Cuando veo al rey Juan Carlos saludar a la familia real de los Emiratos Árabes o al rey Felipe VI con Mohamed VI de Marruecos, así ha sido siempre, lo que pasa es que a nosotros nos han contado la historia de los moros. Los bárbaros vinieron del norte.

-¿Cuál fue el detonante?

-Después de estar 25 años en Huelva como alergólogo, al llegar a Sevilla, como tantos sevillanos, fui a ver el cuerpo incorrupto de doña María Coronel en el convento de Santa Inés. El sacristán me vendió un librito de Carlos Ros y encontré la figura de Guzmán el Bueno. Frente al tópico del cuchillo, está el condottiero que trabajó como mercenario para los benimerines, traicionado por un hermano del rey.

-¿Qué vio en la torre de don Fadrique?

-La clave de todo. Es el primer edificio que se construye después de la conquista de Sevilla. Hoy es un estercolero de palomas.

-¿No hay aquí una superproducción de Hollywood?

-A Juan Eslava Galán le mandé por correo electrónico la historia por si la quería novelar.

-¿Se hizo de la causa?

-Cuando leí la biografía de Erasmo de Rotterdam escrita por Stefan Zweig me hice erasmista.

-¿A qué se le puede tener alergia?

-A casi todo. A Franco o al kiwi.

-¿Y como médico?

-Cuando empecé, las alergias afectaban a un 5% de la población. Hoy estamos en un 20% y no tardaremos en llegar al 50%. La novedad son las alergias de origen alimentario: a los frutos secos, a las gambas, al pescado, al huevo. Y las convencionales: a los ácaros en la costa, al polen en la ciudad. De los cipreses o los plátanos de sombra que hay en la Alameda.

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