En las calles estrechas del centro de la ciudad no caben los coches, no hay apenas ruidos y tampoco penetra demasiado la luz del sol. Estas son algunas de las ventajas que tiene vivir en estos lugares de Sevilla, aunque sus vecinos no son del todo privilegiados y señalan varios de los incovenientes de habitar en estos callejones, como el incivismo de los paseantes a la hora de usar las paredes de sus casas como letrinas para ellos o sus perros.

Similares quejas se reparten por todo el casco histórico, desde el Barrio de Santa Cruz, pasando por el Arenal, la Alfalfa, la Alameda y las zonas cercanas a la Macarena, aunque este tipo de comportamientos se extiende por doquier, si bien las callejuelas estrechas se llevan la palma al estar más escondidas que las demás.

Así lo explicaban varios vecinos de la calle Verde, situada en pleno Barrio de Santa Cruz, como Luisa Guardado, cuyo piso ocupa un bajo junto a una esquina donde la suciedad es constante diariamente. "Este barrio está dejado y somos los vecinos los que barremos y fregamos la calle, porque si no enseguida huele mal", explica esta indignada vecina, que limpia bien con pimienta, lejía u otros productos los orines que se quedan estancados y dejan su reguero maloliente en el suelo de la calle. "Por aquí también pasan muchos turistas haciendo fotos y esta calle no la limpian como Sierpes o Tetuán", denuncia Luisa Guardado, que en verano apunta además que "no se puede dormir" con el jaleo diario en esta calle cercana a La Carbonería.

Pero no todos son puntos negros, ya que esta vecina asegura que "de día es muy tranquilo", además de "fresquito" en verano y no muy frío en invierno. Esta tónica se repite en otros puntos del barrio, como en la calle Ximénez de Enciso, en pleno corazón de la zona más turística de Santa Cruz, con muchos callejones. Así, Ana y su nuera reconocen que cuentan con un "microclima" que compensa la falta de luz, aunque la mayoría de estos pisos cuentan con patios interiores que aportan luminosidad suficiente. "Aquí limpian mucho y la seguridad es buena, debido al turismo, claro, y por la noche no hay apenas ruido", comenta Ana. Como inconvenientes señala la dificultad para encontrar tiendas con artículos de primera necesidad, así como la falta de aparcamientos para las visitas de familiares y conocidos. "Tengo que ir a la Alfalfa o la Avenida (Menéndez Pelayo) para comprar una simple botella de vinagre, porque por aquí sólo hay veladores y negocios turísticos", añadía esta vecina.

La suciedad, el incivismo y la falta de servicios son algunas de las denuncias de estos vecinos, que advierten que se cuida mucho al turismo y "olvidan que aquí viven personas", comenta Dolores Cruz, otra vecina de la calle Verde, quien, como Carmen Juárez, se lamentaba de la falta de limpieza por la ausencia de camiones que regaran las calles. "Es una pena la calle y es horroroso que aunque limpiemos enseguida la gente la ensucia", explicaban sobre los residuos corporales de personas y perros.

La incívica costumbre de usar una esquina para descargar nuestras necesidades fisiológicas se extiende al barrio de la Alfalfa, la calle San Felipe y la Plaza del Cristo de Burgos. Junto a la casa hermandad se encuentra la calle Descalzos, bautizada como la calle de los meados, donde vecinos como Ignacio Boza denuncian "la falta de civismo total" de quienes la usan como letrina. "Desde que no hay botellones en la plaza no es tan grave, pero hace tres años la calle siempre estaba ocupada de noche", recuerda este vecino, que piensa que la zona "ha evolucionado para bien". Sin embargo, los propios vecinos tienen que pintar y encalar las paredes cada dos por tres debido a los que usan indebidamente el callejón, sobre todo muchos dueños de perros. "Hace falta más civismo, ya que Lipasam hace lo que puede y no se puede ir detrás de todo el mundo, aunque a mí me gustaría que regaran y limpiaran más a menudo", apunta Ignacio Boza, que pese a estos molestos detalles comenta que vive en un sitio "privilegiado".