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El Betis de Mel sigue como sostén del proyecto

  • La clasificación europea del primer equipo solapa nuevamente los errores del club. La imaginación y el acierto, vitales de cara al próximo año.

Sin ningún género de dudas, a la hora del balance de este Betis que jugará por derecho propio en Europa hay que resaltar la figura de su entrenador, Pepe Mel, el verdadero y genuino proyecto por encima de cualquier entelequia o utopía por la que al club se le está escapando, entre otras cosas, el dinero a espuertas.

Es la verdad y así hay que reseñarla, máxime a la hora de un análisis global exitoso que no debe servir para el elogio más encendido a todo lo verdiblanco y que la mierda vuelva a acumularse debajo de unas alfombras que dan la impresión de acabar de sacudirse en los juzgados.

Porque el auténtico sostén de este Betis, por más que se propalen sin cesar actos e iniciativas -alguno que otro para vender humo-, es su primer equipo. Mel y sus futbolistas, por tercera temporada consecutiva, han demostrado estar por encima de unos dirigentes que en sus comienzos aprovecharon asomar a una entidad con el listón por los suelos pero que, fruto de su impericia, están cometiendo más errores de los admisibles, fruto de un déficit también de asesoramiento.

Y es que, por fortuna, Bosch y compañía no cometieron en su día la tropelía de no renovar a Mel y luego sí acertaron al no despedirlo cuando aquella mala racha de diez partidos sin ganar. A raíz de ahí, el crédito del entrenador creció como la espuma y, una temporada después, ha vuelto a cumplir el objetivo que le fue encomendado y con creces. ¿Se ha parado alguien a pensar cuánta tinta se hubiese vertido de ese mal llamado estadio olímpico, del director general, de los múltiples desmanes en la cantera, del proyecto Heliópolis, de las contrataciones de no béticos a dedo, del viaje de Nosa, de la espantada tras el derbi, de los dineros desperdiciados en estudios, pretendidos procesos de selección... y de tantas cosas de no haber sido por los buenos resultados del primer equipo? Pues todos esos silencios son también de este entrenador y de sus futbolistas.

Metidos en harina, el equipo no necesitó ni llegar a septiembre para mostrar sus credenciales. Ya en San Mamés, en el aldabonazo liguero en agosto, mostró unos ropajes nuevos. Velocidad, verticalidad, pegada... Un Betis muy distinto a aquél anterior que había apostado por un juego combinativo con más dominio del balón y que había acaparado los elogios de la España futbolística hasta ser exageradamente comparado con el Barcelona.

A Mel siempre le ha gustado el 4-4-2 y apostó por los extremos. Llegaron los veloces Agra y Juan Carlos y un delantero al que fue reconvirtiendo como Campbell, máxime cuando dejó de confiar en el menudo portugués. Y en ellos, más el omnipresente Rubén Castro, Jorge Molina y un Beñat enchufadísimo, basó una primera vuelta de ensueño, que dejó al equipo con 34 puntos y con el objetivo primigenio de la salvación virtualmente sellado.

La secretaría, con Vlada Stosic al frente, mejoró su trabajo de cursos anteriores y mejoró todas las líneas del equipo, aunque de gente como Perquis, Nosa, Rubén Pérez, Juan Carlos o Campbell pueda esperarse un mejor rendimiento. El salto de calidad fue más obra de Adrián, Beñat, Rubén Castro y Jorge Molina, quienes aumentaron sus prestaciones, y, lógicamente, de ese Pabón que se convirtió en el mascarón de proa de todos los fichajes de invierno con un rendimiento y ocho goles que resultaron decisivos para que el equipo no se cayese nunca en una segunda vuelta en la que tuvo más de un trastabilleo.

El colombiano y el gran rendimiento del ariete alcoyano fueron trascendentes al punto de que Mel incluso comenzase a abandonar los extremos y, cuando no jugó con tres puntas, lo hizo con Nosa, Salva Sevilla u otro futbolista acostado a una banda. La lesión de pubis de Juan Carlos también influyó, pero lo que sí evidenció el equipo es que la gasolina se le fue escapando.

El físico es el gran hándicap del equipo. Se echa de menos gente poderosa, potente, competitiva y, a la vez, con carácter, capaz de echarse el equipo a las espaldas en las malas. Esa labor, a veces, la ha asumido el entrenador y, en otras, el equipo ha salido airoso gracias a la pegada de sus delanteros. Con todo, defensivamente sí ha mejorado. Chica ha evolucionado y la competencia entre un buen ramillete de centrales ha servido para que se destapase Amaya. Adrián también ha mejorado al equipo y si éste ha amenazado a veces con caerse ha sido fruto de que medio vestuario haya doblado diciembre con su futuro en el aire. Será esencial acertar este verano.

Pero una vez más, los de siempre, los que llevan varios años, y su entrenador han mantenido firme el pulso de un equipo que regresa a Europa rindiendo por encima de sus posibilidades.

La plantilla uno a uno

Adrián: Dio más que restó pese a los derbis

De no ser por los dos partidos frente al Sevilla quizá estaría hoy renovado. Accedió a la portería en un momento difícil, no le pesó y demostró ser un buen portero, alto, ágil y rápido.

Casto: Nunca jugó por ser el mejor portero

Ningún entrenador confió en él, quizá por su baja estatura, y Mel no fue una excepción. Jugó cuando el resto fallaba y los técnicos ansiaban más quitarlo que otra cosa. Reflejos de oro.

Fabricio: En boca cerrada no entran moscas

Sus declaraciones sobre el partido de Gijón lo hicieron perder la confianza de Mel y de sus compañeros. Las hizo, además, cuando era titular y fallaba. Sobre el césped no fue tan torpe.

Chica: Su tesón derribó muchas barreras

Pudo con Nelson y con Ángel, pese a no ser el favorito de Mel. Es el típico lateral que con pundonor supera todos los obstáculos, aunque seguramente este año tendrá nuevo competidor.

Nelson: Su alta ficha lo perjudicó

Entre lesiones y su aparente desapego, cesión incluida a Osasuna, nunca se integró en el Betis, entre otras cosas porque notó año tras año que era candidato a irse por su soldada. En invierno fue así.

Ángel: Sin alardes, cumplió su papel

Fichado tras una lesión grave y por objetivos, estuvo siempre que se lo requirió por lesión de sus compañeros. Y, como tiene oficio y fue muy bueno, nunca desentonó.

Nacho: Su regularidad no es de este mundo

Rara vez es el mejor, pero nunca es el peor y, sobre todo, falla poquísimo para ser un lateral obligado. Además, cada vez que sube recuerda su época de extremo y centra como nadie.

Amaya: La gran revelación de la temporada

En una zona donde hay muchas variantes y, siempre, lesiones y sanciones, se consolidó por su anticipación hasta convertirse en el central más seguro y usado de la plantilla.

Álex Martínez: Una lesión de pubis lo frenó

Fue capaz de quitarle el puesto a Nacho gracias a su vigorosidad, pero una lesión lo varó y luego, cuando jugó, nunca estuvo al nivel que debe ofrecer para consagrarse en Primera.

Mario: Si asume su rol, debería quedarse

Se rebela contra esas pequeñas lesiones fruto de aquélla tan grande que tuvo y eso incluso lo perjudica. Es muy bueno, pero el club no lo ve fiable y ojalá que él se mire dentro y se quede.

Paulao: El club debió traspasarlo

Los técnicos buenos son los que saben lo que tienen sin que nadie de fuera venga a valorárselo. Y el Betis rechazó una jugosa oferta en invierno por un central veterano de un nivel mejorable.

Perquis: Sus ansias juegan contra él

Se ganó pronto por su pundonor a la grada y a sus compañeros, pero Mel tardó algo más. Encima, no pudo tener peor suerte con las lesiones. Todo ello le generó ansiedad.

Dorado: Se fue por la puerta grande

Vio la oportunidad de salir y firmar un contrato más largo y lo hizo en invierno. Jugó con Amaya frente al Madrid y, pese a su lentitud, ese día y siempre demostró ser un central de clase.

Cañas: No es un medio de cierre pese a todo

Jugó como ancla en el mediocampo y desbancó a Rubén Pérez por tener más nervio. Pero tácticamente no es bueno y no cierra bien. El club debió venderlo en invierno y él lo propuso.

Rubén Pérez: El genio se tiene, no se saca

Lo mejor que tiene es que guarda la posición y se convierte en un quinto defensa, pero su rabia debería ser una constante y no una virtud a exhibir cuando al equipo le van mal las cosas.

Beñat: Con altibajos, es un futbolista

Ejemplo de gran jugador mal gestionado por el club, que no supo ver su obligación de venderlo o renovarlo. Cuando él supo lo que iba a ganar su amigo Cañas se vino abajo.

Nono: Debe comerse la pretemporada

Tras un debut prometedor en Gijón y un curso de tanteo, la próxima temporada le llega la reválida. Y para ello es vital que se enchufe y se crea futbolista de Primera División.

Agra: Acabó por no contar para Mel

Lo tuvo más fácil que otros, porque Mel le dio la titularidad de inicio, pero fue regalándola porque el Betis le vino grande. La cesión no fue productiva. Su problema: no mide su velocidad.

Juan Carlos: Más bonito que bueno

Entra por los ojos, pero cuando se entra en terrenos cuantitativos es difícil de defenderlo y eso que mejoró defensivamente. No lo ayudó su pubis, pero acabó con un gol y medio rebotado.

Vadillo: Y tiene el '9' y debe agarralo

Más confianza que sacarlo del filial y darle un dorsal del primer equipo no cabe. Mel, con todo, lo ve más como suplente para revolucionar los partidos. En él está que cambie de opinión.

Nosa Igiebor: Este curso no le valdrán excusas

Entre unos comienzos trastabillados, un viaje casi sin vuelta y un fútbol anárquico, sólo apuntó detalles del futbolista que puede ser, como ese gol vital en el derbi. Se lo espera con fe este curso.

Molins: Sin ritmo y sin la opción de ganarlo

Se trata de un buen extremo que el Betis se ha quedado sin calar. Llegó en invierno sin ritmo tras una lesión de año y medio y no tuvo ni la opción de cogerlo por la competencia.

Salva Sevilla: A su ritmo no tiene competencia

Lo supera un tanto la velocidad a la que se juega en Primera, pero tiene clase para sobreponerse, sobre todo a un rival fatigado. Una lesión le impidió jugar más, pero dejó buenos partidos.

Campbell: Bien cuando es un asiduo en el césped

Tuvo momentos y rindió bien cuando juegó con asiduidad y se sintió importante. Y es que su tara se halla en su psique y, como revulsivo, se aturulla y quiere dar el segundo regate antes que el primero.

Rubén Castro: Bastante más que un goleador

Una temporada más, mejoró la precedente, con goles decisivos y otros en los que mostró que es mucho más que gol, que se desmarca, que quiebra y que su velocidad desequilibra.

Jorge Molina: Su temporada es de sombrerazo

Ni una mala palabra cuando se quedó en el banquillo, fruto de esa bonhomía que a veces lo perjudica. No se puede ser más decisivo, sea suplente o titular. Mejoró al Santa Cruz del curso anterior.

Pozuelo: El más triste adiós de un bético

Dice el refrán que a enemigo que huye, puente de plata. Y así ha decidido el trianero dejar el club en el que siempre dijo que quería triunfar. Sobre el césped, tampoco demostró nada.

Pabón: Todo un fichaje revelación

Tiene un cañón en la derecha y, además, se pone de gol con facilidad. Hasta ocho hizo en media vuelta, que fueron vitales para que el equipo no se cayese como amenazaba.

Jonathan Pereira: Debió haber salido el pasado verano

Casi desde que llegó se sabía que no era futbolista para un Betis de Primera, pero el club cometió el error de no venderlo, e incluso dejarlo salir gratis, en verano. Luego, sólo problemas.

Carlos García: Último canterano en debutar

Eder Vilarchao y Tienza debutaron antes, pero no son canteranos aunque sí del filial. Carlos debe pelear en la pretemporada por un sitio, con fútbol de riesgo y no a las tres cartitas. Puede.

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