Cajasol-tau

Cuadro clínico: en coma (74-101)

  • El Tau destapa las vergüenzas de un Caja muerto en vida · El descenso se atisba en la jornada ¡octava!

Cualquier niño que lleve viendo baloncesto tres, cuatro o cinco años no dará crédito cuando le cuente su padre, su tío o su hermano que el Cajasol, hasta hace dos días Caja San Fernando, llevó a dos finales de la ACB y a una de la Copa del Rey, que era un club señero, un clásico de la competición nacional de primer nivel, un lugar en el que querían trabajar muchos jugadores y entrenadores del concierto internacional y español…

Ahora, ese niño, desde hace unas temporadas, ve cómo este Cajasol se despeña hacia el descenso, quizás a la desaparición si el patrocinador entiende que en la LEB Oro no piensa gastarse los euros. Quizás sigan queriendo venir algún que otro baloncestista, pero ya da por pensar que por los encantos de la ciudad y por la comodidad de no sufrir la presión asfixiante de una grada no siempre exigente y la falta de implicación de algunos directivos, que no bajan a pedir explicaciones a sus asalariados.

Este Cajasol, el que el niño, el padre, el tío y el hermano, no juega a nada. De nada. Y hacia la nada se dirige con una velocidad de crucero, sin parar el ritmo. No es relevante que fuera el Tau el que se paseara en San Pablo. El otro día fue el Riga. Y antes, Unicaja.

La afición pidió dimisiones, cambios, fichajes, garra, algo que le identifique con este club, que le anime a seguir viniendo a un pabellón cada día más triste y apesadumbrado teniendo que soportar una serie de calamidades que derivan en un cuadro clínico alarmante, grave. El equipo está en coma y lleva demasiados infartos en los últimos años como para aguantar otro envite más.

Al Tau le echó valor en unos primeros minutos en los que Pecile se lució. La defensa presionó con más sentido que frente al ASK y los vitorianos se vieron sorprendidos. Duró un rato, hasta que los visitantes dieron con la tecla. Saben que el Caja se echa a llorar, se descompone a la mínima. Y Rakocevic sacó su fusil. Anda en una forma espléndida y se fue con 8 puntos al final del primer cuarto y con otros 11 en el segundo.

Ahí se acabó lo que se daba. Teletovic, de quien no deben saber que enchufa triples como nadie, escoltó al escolta y McDonald y Splitter merodeaban como Pedro por su casa en las inmediaciones del aro cajista.

La defensa zonal sólo devino en triples y más triples de los baskonistas. Ilic regaló un balón en un saque de fondo pillado por el cuco Prigioni que terminó con canasta de Splitter y falta del cajista. Eso fue en el primer cuarto, cuando aún había algo que ver, cuando competía este Caja que está siendo el hazmerreír de la competición por las palizas que recibe.

¿A qué juega? No se sabe o no lo hace. Cada loco con su tema, los jugadores van por libre, se comen demasiados balones agotando la posesión sin tirar, les sancionan con cinco segundos en un saque de banda, lanza el primero que puede sin hacer movimientos rápidos de la bola, sin pick&roll, sin dejar a un compañero solo para que lance con comodidad… Es decir, todo lo contrario a lo que ejecutan sus oponentes, sea el Baskonia, colíder de la ACB, o un conjunto de barrio.

Los aficionados más vehementes pidieron que Comas se vaya a casa, pero también que lo haga la directiva, al entender que no se solucionan las penurias de este club que está abocado al abismo, a penar sus culpas de tantos años en el purgatorio de la LEB Oro.

En el descanso apetecía dejar de tomar notas, obviar un marcador que a buen seguro no iba a cambiar a mejor para los cajistas. Los analistas, y en este club hay unos cuantos, tendrán que remover cielo y tierra para lograr que este club vuelva a respirar y no fallezca. La empresa tiene tintes milagrosos, utópicos, quiméricos.

El presidente Ollero trajo un grupo de especialistas y resulta que con ellos es cuando el baloncesto corre peligro en Sevilla después de muchos y muchos años de salud inquebrantable, aunque últimamente hubiera más de un susto. Ellos tendrán que madurar qué hacer en las próximas reuniones. Nadie querrá ser el causante del posible descenso y más vale que busquen arreglos debajo de las piedras. Pero, que nadie se lleve a engaño, esto no lo arregla un simple base por muy bueno que sea. Esto tiene un calado mucho más profundo, tan crítico como que está en coma absoluto y con severo peligro de muerte. ¿Quién pagará los platos rotos tras la octava jornada: el entrenador, algunos jugadores, quizás los directivos encargados de la planificación? To be continued

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