Betis - Valladolid · la crónica

Gana casi sin querer (4-3)

  • El Betis, con un golazo postrero de Juanfran, abandona la senda de las derrotas ante un endeble y nervioso Valladolid. Los pucelanos no aprovecharon la laxitud defensiva bética.

El Betis, por fin, abandonó la senda de las derrotas. Eran ya seis los partidos perdidos de forma consecutiva y algún día tenía que llegar esa victoria por muy tarde que haya sido, con el equipo ya en Segunda desde hace dos jornadas. 

El triunfo llegó en un partido plagado de alternativas, en el que los verdiblancos rivalizaron en errores con el Valladolid, que se jugaba la permanencia y demostró bien el porqué, al mostrarse como el peor equipo que ha visitado Heliópolis esta temporada. El equipo de Juan Ignacio Martínez no supo despojarse de los nervios en ningún momento ni meterle al partido esa marcha de más que el Betis quizá no hubiese soportado. 

Lo cierto es que el partido invitaba a no ir al estadio. La situación deportiva del equipo, la alta temperatura y la Feria provocaron unas gradas semivacías y que incluso se oyese, por momentos, a la ruidosa afición visitante. Pero ni siquiera eso fueron capaces de aprovechar los pucelanos ante la casi siempre indolente zaga del Betis. 

Desde el inicio, el partido se abrió. Los dos equipos asomaron con las líneas muy separadas y las ocasiones de gol se sucedían en una y otra portería. Las imprecisiones, además, fueron constantes y las alternativas en el marcador demasiadas. 

Lo cierto es que daba la impresión a veces de que sobre el césped heliopolitano no se libraba nada. El partido, sin tensión alguna, parecía un amistoso de pretemporada, sensación acrecentada por el calor, que fue reventando a los futbolistas hasta parecer en la segunda parte que no había centro del campo. 

Y es que pese a los siete goles, el encuentro no fue distraído. La laxitud defensiva de los verdiblancos y la endeblez y la nerviosera de los blanquivioletas fueron latentes desde los primeros minutos. De hecho, antes de cumplirse el minuto 1 Javi Guerra ya había rematado, sin apenas oposición un centro de Rukavina desde la banda derecha. Dos después, Jorge Molina se encontró con el palo y, acto seguido, tras un saque de esquina Peña se hizo el empate en propia puerta. 

Las ocasiones no menudearon, aunque siempre fuese el Betis el que controlase algo más el juego y llegase con más claridad a los dominios de Jaime. El Valladolid, casi siempre, lo intentaba por dentro o con alguna diagonal de sus interiores, mientras que el Betis percutía más por fuera, con Juan Carlos en la primera parte y, sobre todo, a raíz de la entrada de Juanfran, el gran artífice este domingo de la victoria con un golazo en los estertores. 

La tensión propia de la competición no se vio apenas por el partido. El Betis, lógico, con los deberes sin hacer desde hace mucho, no iba a desinflarse en pos de tres puntos que ya no le valen para nada, pero extrañó que el Valladolid no fuese capaz de apretar. Quizá se fue encontrado los goles con tanta facilidad que lo vio chupado. Aunque a cada tanto pucelano respondieron los verdiblancos casi de inmediato. Fue hacer Peña el 1-2 y también tardó el Betis sólo tres minutos en empatar por medio de Jorge Molina. Luego, hizo Javi Guerra el 2-3 de penalti y, en diez minutos, devolvió Rubén Castro las tablas al marcador. Los goles iban cayendo sin que nadie protestara, fruto de jugadas en las que raro era no ver errores defensivos. 

Incluso, ya en los estertores dio el Betis la impresión de haber bajado los brazos. Debe ser duro hundir un poco más a un equipo cuando los puntos no te hacen falta, pareció pensar algún que otro futbolista verdiblanco. 

Empero, el Valladolid, a pies de Osorio, principalmente, desperdició un par de ocasiones para haber logrado un nuevo gol y lo que halló fue un lanzamiento lejanísimo de falta de Juanfran que sorprendió al guardameta Jaime, colaborador necesario en la dolosa derrota de su equipo. 

No se lo creían ni los futbolistas béticos, que ganaron el partido casi sin querer, como por inercia. Y es que es extraño encontrarse con un rival tan dadivoso como este Valladolid, papel que a la fecha siempre habían recitado los verdiblancos, que han compuesto el equipo menos retacado de la competición. Incluso ayer, en la victoria, se le vieron errores de bulto a los hombres de Gabriel Calderón. 

Fue en la despedida en casa a una temporada para el olvido que se abrochará en Pamplona ante Osasuna. Aunque viendo cómo se siguen produciendo los hechos en la planta noble de Heliópolis e incluso en los juzgados, siempre se teme que lo peor esté aún por llegar, ya que el equipo no ha sido más que un fiel reflejo del caos institucional provocado por José Antonio Bosch desde el puente de mando. Lo más grave, sin duda, la cacicada de despedir a Pepe Mel con un mundo por delante. Ahora no se sabe ni quiénes son los encargados de recomponer el desbarajuste. 

 

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