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Lágrimas a bordo del AVE

  • La expedición bética estalla con el segundo gol del Alcorcón, que le cogió por Guadalajara.

Si una imagen sirve para retratar este ascenso, ésa podría ser la de Rafael Gordillo atendiendo con lágrimas en los ojos al compañero Alberto Martín, de Radio Betis, el primero que se acercó al presidente para dar fe de las primeras sensaciones de quien es santo, seña y guía del beticismo. Se acordaba de Miki Roqué, del fallecido Juan Manuel Gómez Porrúa y de todos esos béticos que ya no están entre nosotros. Las lágrimas del presidente eran del mismo color y fluían a la vez que el champán salía de las botellas descorchadas en torno a las siete menos diez de la tarde cuando el AVE que había salido triste de Tarragona circulaba ya por algún lugar de esos campos que separan Guadalajara de Madrid.

El Betis había fletado los dos vagones de Preferente del tren y allí se recluía la expedición a la espera de que el Alcorcón le diese sopa con ondas al Granada. Los futbolistas, en el vagón número 23, jugaban mayoritariamente a las cartas. Celebraron el 1-0 de Sergio Mora. Un vagón más atrás, en el 22, técnicos y consejeros sólo vivían pendientes del partido. Del que se jugaba en Santo Domingo y del que el Betis B libraba en Lucena. Los móviles y los transistores daban fe de todo cuanto ocurría.

Los últimos minutos fueron especialmente tensos, aunque los rostros del vagón al completo disparaban ya alegría. La sangre se le heló a más de uno cuando, justo pasando un túnel, como ocurrió con el 1-0 justo antes de llegar a Zaragoza, se anunciaba otro gol en Alcorcón. Apenas quedaban unos segundos para el final más esperado. "Del Alcorcón", fueron las dos palabras con las que Ignacio Lasa, el jefe del marketing, rompió el silencio expectante que se había generado. Ya no hubo final del partido. Sólo abrazos, sonrisas y lágrimas.

El champán llega frío. ¡Cuánto tiempo llevaría ese champán a buen recaudo! ¡Qué fresquito estaba, Dios! Un champán de Primera. Del Betis. Y suena el "volveremos, volveremos, a Primera...". Y se mezcla con los cánticos que vienen del vagón de los jugadores. Y bota el coche-bar, repleto de aficionados con las gargantas rotas...

Gordillo llora de felicidad y se va con Mel al vagón de los futbolistas. Jamás cupo más gente dentro de un vagón de tren. "Es que el ascenso es de ellos, son los artífices. Nosotros estamos aquí puestos y ya está", dice Gordillo, quien ya festejó dos ascensos como jugador, en el 79 y en el 94.

Tarda poco el del Polígono en centrar los cánticos de una plantilla jubilosa. "Paga las primas, Gordillo, paga las primas..." o el más ingenioso "Hola, hola, hola, Rafaé, Rafaé, Rafaé...".

Eran los festejos del ascenso más especial de todos, porque no sólo deja al Betis en Primera. Porque, además, desde el 13 de diciembre, es libre. Y eso vale tanto como lo otro. ¡Enhorabuena, Betis!

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