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Magia global para enganchar a Sevilla

  • Con equipos de casi todos los rincones del mundo, San Pablo vivirá, aun con las bajas de Spanoulis y Ginóbili, un básquet de nivel

Sevilla tiene una gran oportunidad de quitarse de encima el estigma de ciudad futbolera. No lo consiguió cuando se convirtió en la sede del Mundial de atletismo 99 con un majestuoso estadio ni cuando el Guadalquivir ha acogido tantas competiciones internacionales que, casi, pasaron de puntillas. Pero la Copa del Mundo de baloncesto es otra cosa. Debe ser otra cosa en una ciudad que siente la canasta y que, además, albergará uno de los grupos más igualados del torneo, con selecciones de casi todos los rincones del planeta y jugadores a seguir muy de cerca, ya sea por la magia que demostraron en el pasado y aún atesoran en el presente, o por lo que se espera de otros en el futuro.

Cuatro equipos pasan a la fase final del torneo y, salvo sorpresa mayúscula, hay cuatro claros favoritos. Ahora bien, apostar por un orden exacto sería jugar a la ruleta ante la igualdad entre ellos. La capital andaluza recibirá a un oro olímpica como Argentina (Atenas 2004), una subcampeona mundial como Grecia (Japón 2006) y campeona continental (1987 y 2005); un clásico europeo como Croacia (plata en Barcelona 1992, bronce en la Copa del Mundo del 1994 y en los eurobásket de 1993 y 1995) heredera de la gran Yugoslavia; y conjunto alegre como Puerto Rico, ganador en varias ocasiones del FIBA Américas, que de la mano del técnico español Paco Olmos y la calidad de jugadores como Arroyo, el NBA Barea o Balkman, es capaz de poner contra las cuerdas a cualquiera. Completan el grupo dos conjuntos llamados a ser convidados de piedra y enemigos íntimos para sumar lo que sería un histórico triunfo en un Mundial en el duelo que los enfrente: Filipinas y Senegal.

La Argentina de Julio Lamas afronta la cita española como el epílogo a su mejor generación de baloncestistas, y lo hará sin dos de sus referentes, ya que Ginobili es baja por lesión y tampoco estará Delfino. Un duro golpe para la albiceleste que deberá sustentarse en la experiencia de los Nocioni y Scola y la explosiva juventud de Campazzo. "Nos volvimos leyendas y traspasamos el tiempo", sigue siendo el grito de guerra del combinado americano.

Si Argentina echará en falta el talento de Ginóbili, Grecia llora las ausencias de Spanoulis, sobre todo, y Perperoglou, que decidieron tomarse el verano de descanso tras una larga temporada con el Olympiacos. Sin embargo, el carácter competitivo de la escuadra helena y el talento siguen presentes en una selección cuyas riendas tomará el base Calathes (Grizzlies). Con Bourousis en la pintura, Vasileiadis y Papanikolaou (Rockets) como puntales por fuera, el conjunto en el que se estrena Fotis Katsikaris en el banquillo aúna experiencia y hambre para, no sólo acceder a los octavos de final sin problemas, sino para poner en peligro a otros favoritos en el cruce.

Croacia, por su parte, busca la confirmación en España. Reverdecer viejos laureles con las medallas será complicado, pero el cuadro balcánico sí que puede refrendar que el cuarto puesto en el último Eurobásket no fue una casualidad. Con todo el talento habido y por haber, el combinado balcánico se presenta como una alternativa al poder establecido. Con un quinteto de lujo liderado por Bojan Bogdanovic (Nets), junto al nacionalizado Lafayette, Rudez, Tomic y Saric, la nueva perla croata, la única duda es saber qué nivel ofrecerán el banquillo, cuestión que pondrá a prueba sus límites.

Puerto Rico, por su parte, confía en dar guerra con una base de jugadores veteranos. Pasar de octavos sería un logro. Completan el grupo Filipinas, un país con devoción por el baloncesto que regresa a un Mundial tras 26 años, y un NBA como Andray Blatche (Nets) como guía, y Senegal, que, con otro NBA bajo el brazo (Gorgui Dieng, de los Timberwolves ), peleará por no acabar último de un grupo que traerá la magia global para enganchar a Sevilla

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