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Paso atrás, ¿con solución?

  • Derrota El Sevilla saca un resultado esperanzador del Sükrü Saraçoglu, pero se va con la sensación de haber perdido una oportunidad para sentenciar Permisivo Los blancos dieron facilidades al Fenerbahçe

Inquietante paso atrás para el Sevilla en sus aspiraciones de llegar muy lejos en la presente Liga de Campeones. El equipo de Manolo Jiménez cayó en el Sükrü Saraçoglu por la sencilla razón de que no supo plasmar en el marcador su superioridad técnica y física sobre el Fenerbahçe. Sin menospreciar al equipo turco y dándole todo el valor que pueda tener al ambiente que se vive en su estadio, la realidad es que los nervionenses deberían afrontar la vuelta con un resultado mucho mejor, pero no supieron entender que el juego requería un instinto mucho más matador.

En teoría, no se trata de un desastre y debería tener solución en el Sánchez-Pizjuán, pues restan noventa minutos en la vuelta y el Sevilla aparenta mucha más calidad que este Fenerbahçe. Además, eso de marcar fuera de casa sí se cumplió de sobras, pues fueron dos los goles conseguidos por los sevillistas. Pero el regusto que queda después del desenlace final es amargo. Algo falló a pesar de que aparentemente el control siempre le perteneció a Daniel, Kanoute y compañía.

¿Dónde estuvo entonces el error? Dos de ellos destacan por encima de todos. El primero fue la incapacidad para rematar al rival cuando lo tuvo contra las cuerdas. El Fenerbahçe encajó los dos goles de mala manera y dejó múltiples huecos para que el Sevilla saliera con la pelota jugada desde atrás. La superioridad aparecía siempre en la zona del centro del campo, pero siempre sobró un toque en las cercanías del área. Los blancos, particularmente Daniel, Luis Fabiano y Kanoute, creyeron que era fácil llegar hasta dentro de la portería con el balón controlado y, lógicamente, siempre aparecía en última instancia una pierna salvadora para los turcos.

El segundo fallo flagrante estuvo en la defensa. Esta vez no figuraba en la alineación de Manolo Jiménez el colombiano Mosquera para convertirse en la principal diana de todas las culpas, pero el resultado fue el mismo. El Sevilla, con los dos centrales zurdos en su once inicial, estuvo muy feble a la hora de defender su área, no tanto en la presión que ejercía sobre Alex cada vez que éste acudía al centro del campo para tratar de tocar la pelota. Particularmente, Dragutinovic dio demasiadas veces un paso atrás por temor a que le cogieran las espaldas y eso facilitó los controles del Fenerbahçe. Aunque el más evidente, porque acabó en gol de Semih Senturk, fue el último, la realidad es que el central serbio se movió demasiadas veces a más de un metro de distancia de sus compañeros y esto arrastró al resto de la zaga.

Son dos de las claves de un partido que el Sevilla inició con entereza, haciendo oídos sordos a ese infierno que se anunciaba. La verdad es que los hinchas del Sukru Saracoglu aprieta muchísimo, incluso sobrepasan con sus silbidos los límites de decibelios que estarían permitidos en cualquier ordenanza municipal, pero la realidad es que el ambiente hasta era agradable para cualquier futbolista que se precie de querer competir. Daniel, Kanoute y compañía parecieron sentirse a gusto en ese arranque y su equipo hasta llegó a aproximarse con evidente peligro hasta Demirel en esos minutos iniciales. Era un Sevilla con una alineación en la que la presencia de Duda por Diego Capel era la principal sorpresa, ya que la salida de Mosquera de la defensa era algo que parecían aprobar de manera unánime todos los que profesan la fe sevillista.

Pero ese arreón inicial no se tradujo en ningún beneficio contable en el marcador para el Sevilla y todo lo contrario sucedió con el Fenerbahce. Bastó con un caracoleo del extremo Ugur Boral ante un permisivo Daniel para que se produjera el centro al fondo del área. Dragutinovic se metió en la cueva, pero midió mal las distancias para despejar y su compatriota Kezman lo tuvo extremadamente fácil para meterla dentro. El cuadro visitante encajaba el primer golpe, pero no se descompuso para nada, ya que siguió a lo suyo y tocó el balón cerca de Demirel hasta que Edu Dracena le regaló el primer empate.

Ahí, en el tramo que siguió a continuación, tuvo la primera opción el Sevilla de liquidar a su adversario, ya que la superioridad en las contras fue evidente. Tanto que una de ellas permitió ver a tres sevillistas en contra de Roberto Carlos, que no está para nada pero sí supo hacer valer su veteranía para conducir a Adriano hasta donde menos le convenía.

Al intermedio se llegaría después de dos buenas paradas de Palop, pero la sensación era que el Sevilla parecía mejor, pero se repitió la historia de la primera mitad. El Sevilla lo tuvo en el arranque, Lugano marcó en torno al cuarto de hora y los nervionenses volverían a empatar con prontitud. Otra vez oportunidades para sentenciar y pases en el borde del área que se quedan en nada hasta que el guión cambió cerca del final. El Fenerbahçe, como quien no quiere la cosa, ganó el partido. Es un paso atrás evidente, pero aún tiene solución. O debería tenerla.

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