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Primera victoria y... alivio

  • El Betis doblegó con justicia al Obradoiro gracias a una gran defensa en la primera parte y al protagonismo de Schilb, Kelly y Úriz

Llegó la primera victoria de la temporada y lo hizo al límite de la desesperación, justo cuando el equipo bético comenzaba a agotar las rentas acaudaladas en una sobresaliente primera mitad, más concretamente en el segundo cuarto. En ese periodo, la aguerrida defensa bética sobre los hombres importantes del Obradoiro -Pustovyi y Thomas-, acompañada de una gran actuación en ataque de un constante Kelly, un inspirado Schilb -autor de un triple crucial a falta de menos de un minuto para el final- y de un resuelto Úriz dieron el ansiado triunfo a un Betis que daba muestras de hiperventilación.

El primer cuarto se desarrolló con un toma y daca que desembocó en una ventaja provisional de los béticos al final del periodo, un parcial en el que Kelly volvió a tomar la responsabilidad en el tiro al que respondió con 10 puntos. Enfrente, Llovet contestaba liderando el ataque compostelano, que aprovechaba las pérdidas sin forzar de los verdiblancos, algo endebles en ciertas posesiones en las que a la pelota le faltó respirar y quejarse para revelarse como un organismo vivo: las cinco pérdidas del equipo cajista en este periodo eran demasiadas.

Las defensas sobre Thomas y Pustovyi en la primera mitad resultaron decisivas

El choque conservaba la igualdad. Se sucedían las alternancias en las ventajas de cada equipo, siempre con mínimas distancias sobre el contrincante. Un parcial de 5-0, tras sendas canastas de Kelly -de tres- y Schilb, dejó el marcador con un 22-21 al término del primer cuarto.

Continuó el parcial iniciado en el primer cuarto, siguió y siguió hasta llegar a un asombroso 35-21 en el minuto 14 de partido después de un milagroso 18-0. Las causas de este demarraje fueron los hombres bajos: Nelson y Úriz generaron una asociación que hizo carburar el ataque bético a base de ciertas fases de velocidad y de canastas fáciles.

Casi por primera vez en toda la temporada, el equipo corría tras recuperar, elegía óptimas opciones de tiro, desde dentro o desde fuera, y, sobre todo, apretaba los dientes en defensa como nunca, provocando faltas ofensivas, agotando las posesiones de los gallegos y secando a Pustovyi y Thomas, los hombres más peligrosos llegados de Santiago, que acabaron la primera mitad con dos y tres puntos, respectivamente. La defensa de hombres como Nelson, Alfonso Sánchez, Anosike y Golubovic fueron decisivos en este segundo cuarto.

Con 21 puntos de ventaja (47-26), habiendo culminado la más virtuosa primera mitad de la campaña, afrontaba el Betis la segunda tras el paso por la caseta. Despertó el Obradoiro tras el descanso; lo hicieron Thomas y Pustovyi, quienes se entonaban para reducir la desventaja a 10 puntos (52-42) en el minuto 25.

El partido había entrado en una fase incierta. El intercambio de golpes, puntos sin descanso desde cada bando, era dirigida por parte bética por un Schilb de gatillo fácil. Un triple de McGrath al final del tercer cuarto, además, mantuvo arriba a los verdiblancos antes de que comenzara el cuarto y decisivo periodo (66-54).

Como al inicio del parcial anterior, el Obradoiro volvió a meterse en el partido gracias a un parcial de 0-7 (68-61 en el minuto 34). Pustovyi, quien había sostenido a su equipo con cuatro faltas en esta fase, acabó siendo eliminado, tal como le ocurrió poco después a Radovic, quedando el camino expedito sin los pívots titulares visitantes, con más de cinco minutos por delante para el final.

En ese tramo de partido, sin dueño y roto por la mitad, fueron capitales las actuaciones de Iván Cruz y de Golubovic, hombres con menos minutos aunque capaces de sacar petróleo en cierta acciones de mucho mérito. En tal apartado cabe destacar, por encima de otros recuentos, el rebote ofensivo capturado por el ala-pívot madrileño tras un error en el lanzamiento de Schilb. El mismo jugador checo recibió sin oposición la asistencia de Cruz, que rompía el parcial de los visitantes para algarabía de los verdiblancos.

El último tramo del encuentro fue de locura, no apto para enfermos cardiacos. La responsabilidad pesaba sobre los diez jugadores en la cancha, que erraban sus tiros con demasiada facilidad. Quedaba demostrado así que estaban batiéndose el peor ataque de la ACB, el bético, contra el tercer peor, el del Obradoiro. Sin Pustovyi además sobre el parqué, el equipo compostelano había perdido a su referente en la pintura. En el perímetro, además, el cansancio había ido fundiendo los fusibles visitantes, con apenas capacidad de reacción si no es porque en el Betis las estadísticas de tiro tampoco estaban ya para demasiadas alegrías.

La ventaja bética oscilaba como una goma. Incluso hubo quienes, dado el carácter quebradizo de los cajistas, temieron por la deseada victoria local. Un triple de Schilb, no obstante, a falta de 36 segundos, ponía un tranquilizante 79-72, un ansiolítico en toda regla. Al público le dio tiempo de suspirar de alivio con antelación.

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