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Sangre contra horchata

  • El Cajasol sale mal parado de su desplazamiento a Badalona tras aguantar únicamente ocho minutos al Joventut · La Penya se dio un festín a lo grande a costa del gélido y desmotivado equipo de Comas

Cuando un jugador se relaja, malo; cuando lo hace una plantilla, peor; cuando el rival es el Joventut en su casa, que se prepare el que sea. El Cajasol salió arrollado ante el vigente campeón de la Copa del Rey, y después de 20 minutos no quedaba posibilidad alguna de reacción, de poder desactivar la maquinaria verdinegra. Aguantó ocho minutos el equipo sevillano y se fundieron sus plomos. Pensaría que ésta no era su guerra y que había que centrarse en los choques con los débiles. Por eso mismo, paliza al canto.

De primeras hubo ovación de la hinchada local para Elmer Bennett y Manel Comas. Luego, martilleo de triples, goteo incansable de un conjunto con talento a raudales, una defensa atosigante (más el permiso arbitral) y canastas a la carrera que llevaron a un palizón al descanso. En contra, que conste en acta. Los 70 puntos que le endosó el Real Madrid al Grupo Capitol el pasado fin de semana casi fue igualado por la Penya, que se marchó a la caseta con 65 tras un triple sobre la bocina, en escorzo y en carrera, de Rudy Fernández. ¡Ah! Y el Caja llevaba 38.

Así de pronto se quedó sin emoción el partido. Y va en serio que en los primeros ocho minutos hubo igualdad, con los hispalenses por delante en el electrónico incluso. Con juego en equipo, jugadas bien trenzadas que dejaban a los pívots solos bajo el aro, Ellis activo… Un poco de todo para que el marcador reflejara un 9-13 y un 15-17.

Ahí salió disparado el DKV. A estos chicos se les enciende la mecha y ya no paran. Te machacan en cuanto das muestras de debilidad. En ese momento tambaleó el Cajasol. La presión atrás y la exquisita mano de los locales salió a relucir. Vaya manera de anotar triples: 11/16 al intermedio, 69 por ciento. Todos callados.

La idea planteada en la pizarra antes del inicio era parar su juego dinámico, sus galopadas y los triples de los hombres altos como Jagla y Barton. Pues bien, 4/4 para el primero y 2/2 para el segundo en 20 minutitos. ¿Quién tiene ganas de jugar el segundo tiempo?, preguntaría Comas a los suyos. Cabreadísimo el catalán, y con la televisión en directo, tenía que encontrar el antídoto, no a recortar la diferencia, sino a que la paliza no fuera histórica.

En estos dos primeros cuartos, mejor dicho en el cuarto y dos minutos en los que se revolucionó el Joventut, sólo Ellis dio la cara. Todos los jugadores visitantes vieron cómo los verdinegros, jóvenes y menos jóvenes, minaban la moral de cada uno de ellos. Y eso que el conjunto de Aíto García Reneses tiene el próximo martes un duelo crucial de octavos de la Copa ULEB ante el Khimki.

Aquí no hay reposo para estos chicos y sí para los endebles cajistas que se habían quedado sin amor propio, sin fuerzas, sin ganas de jugar, sin motivación y sin la implicación que demandaba Manel Comas en una entrevista en este diario el pasado miércoles. "Un profesional tiene un compromiso con los colores que le pagan", venía a decir, pero ayer no fue el caso en el momento en que el contrario decidió fraccionar la contienda. Eligió en qué minuto debía darse por acabado cualquier posibilidad visitante.

No hubo tercer periodo, ni cuarto. Lo único que quedaba por dictaminar era la diferencia de puntos. Si la Penya sería inmisericorde en la anotación y podía superar los 114 puntos del Madrid del domingo pasado: 86 tras el tercer parcial. A falta de 10 minutos hubo un ramalazo de orgullo y con el Joventut pensando más en otra cosa. Al fin hubo algo, aun absurdo, que demostró que este Cajasol está vivo. Porque anoche tenía horchata en las venas.

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