Sevilla-Barcelona

Con la cabeza muy alta (1-1)

  • El Sevilla cambia de cara en la segunda mitad para sacarle un empate al Barça que le sabe como un triunfo · Kanoute por Zokora supuso pasar a jugar de igual a igual, no en inferioridad.

Los datos objetivos indican que aquello acabó en un empate, que cada equipo suma un punto a su casillero clasificatorio, pero el Sevilla acabó el partido contra el Barcelona, el mejor equipo del mundo, con la cabeza muy alta, con la sensación de sentirse ganador incluso. Porque fue capaz de plantearle un pulso en lo más alto al gigante en un partido de los de verdad, de los que tienen puntos que pueden suponer una Liga en juego, y encima no se dejó hundir el brazo sino que lo mantuvo en lo más alto hasta el pitido final.

Para que así fuera, para que los sevillistas se sintieran tremendamente orgullosos de su equipo, fue fundamental la decisión que adoptó Gregorio Manzano en el intermedio. Fuera Zokora de una vez por todas, entre otras cosas porque le estaba faltando incluso el respeto a sus compañeros con ese trote sin sentido por la zona del centro del campo, y dentro Kanoute para que temblara el misterio de este Barcelona acaparador, con toda justicia, de todos los piropos que le puedan llegar.

Si hasta el intermedio el Sánchez-Pizjuán había asistido casi en silencio a esa pleitesía insoportable que parecía rendirle su equipo al cuadro de Guardiola, a partir de ese instante las emociones iban a ser muy fuertes, fortísimas incluso. Porque el Sevilla había dejado de estar en inferioridad sobre el terreno de juego y se iba a encargar de demostrar que la renovación que está llevando a cabo en pleno curso le puede deparar alegrías en el futuro.

No es fácil luchar de igual a igual contra el Barcelona cuando éste tiene el acelerador pisado a fondo, cuando entiende que debe dejarse hasta la última gota de sudor para derrotar a un rival, cuando vive con la adrenalina de ver que está jugando al filo de la navaja. La mayoría, incluido el Sevilla por supuesto, recibe cinco goles cuando eso sucede, pero el equipo de Manzano demostró ayer que está capacitado para cotas mucho mayores y hasta rozó varias veces el triunfo. Porque Negredo, Jesús Navas y Kanoute tuvieron ocasiones clarísimas para haber volteado ese 0-1 que había provocado un silencio impropio de Nervión por la impotencia.

Es justo reflejar también que Iniesta, el gran Iniesta, tuvo también el triunfo de los suyos en la recta final con un zapatazo al larguero y otro disparo que sacó Medel debajo de los palos, pero eso debe quedar para Mundo Deportivo, Sport o cualquiera de los diarios de información general radicados en Barcelona. Lo que importa en este caso es reflejar que el Sevilla tiene sangre en sus venas, que es capaz de rebelarse contra cualquier tipo de circunstancia cuando coinciden en el campo Javi Varas, Cáceres, Fazio, Alexis, Fernando Navarro, Medel, Rakitic, Jesús Navas, Diego Capel, luego Perotti, Kanoute y Negredo. Los once se dejaron hasta el último suspiro de aliento que tenían para atar ese punto, cosa que tal vez no pueda decir de la misma manera Zokora.

Por ahí, por el centrocampista marfileño, se rompió la tela de araña que había ideado Manzano al principio. El técnico apostó por poblar el centro del campo en pos de proteger bien a Javi Varas atrás y poder robar para salir a la contra. Pero bastó con ver los cinco primeros minutos para comprobar que Zokora no está dispuesto a pelear para revertir la situación en la que se encuentra. En lugar de pelear cada balón, de ayudar a sus compañeros, el otrora ídolo de la afición sevillista trotaba por el centro de una manera insolidaria hacia Medel y con una desidia que le impedía pleitear siquiera por algún balón dividido contra quienes vestían de azulgrana.

Para ser más exactos, robó uno allá por el minuto treinta y tanto, cuando el Barcelona ya se había puesto por delante y el Sánchez-Pizjuán asistía en silencio a la disertación de impotencia que recitaban los suyos contra un rival que monopolizaba el balón. Que el Barcelona es capaz de mover la pelota de un lado a otro sin que el adversario se la pueda quitar jamás, es obvio que es capaz y capataz, pero para que ni siquiera se intuyera la sensación de que en alguna ocasión se la podía pelear el Sevilla, un porcentaje elevado de culpa recaía sobre Zokora.

A Manzano se le encendió la bombilla, como le hubiera pasado a cualquier otro, en el descanso y metió a Kanoute para que ya nada fuera igual desde entonces. Entre Rakitic y Medel, cada uno con sus características, se bastaron para evidenciar el absentismo del ya sustituido, y las salidas sevillistas a la contra comenzaron a aparecer pronto. Tanto que Jesús Navas empató no más arrancar el segundo periodo y que Negredo lo tuvo muy fácil para el 2-1.

El Sevilla había encendido la mecha de su gente y más aún cuando Perotti comenzó a aprovechar que Daniel no estaba por allí para dejar con ventaja a sus compañeros una y otra vez. El triunfo fue una posibilidad cierta para los sevillistas, pero quien estaba enfrente era el Barcelona en un día de los de verdad y el mejor equipo de la historia también pudo ganar en Nervión. Al final, empate, pero que levante la mano el sevillista que no acabó ayer orgulloso de los suyos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios