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Una cuestión de fuerza

  • La decisión de seguir o no al frente del club es una incógnita que desvelerá hoy Del Nido, aunque su personalidad y la fe ciega en los recursos hacen pensar que desafiará a la ética amparándose en la legalidad.

Nadie, absolutamente nadie, de los que conocen personalmente a José María del Nido lo ven dimitiendo o, simplemente, dando un paso atrás, aun en los días más duros de su vida. El presidente del Sevilla, eso sí, tocado desde el momento en que ayer conoció la sentencia de la Audiencia Provincial de Málaga, se ha caracterizado siempre en su vida pública por la fuerza con la que contagia a los que están y trabajan a su lado y la opinión general es que esa misma fuerza no lo va a abandonar en un trance como el que atraviesa.  

La dureza de la sentencia, siete años y medio de prisión, quince de inhabilitación y el pago de 2,7 millones de euros, desde luego que no estaba en las previsiones del letrado sevillano, mucho más optimista y seguro de que el caso Minutas no le iba a dar los dolores de cabeza que desde ayer se han convertido en su principal amenaza. La noticia, importante primero para el Del Nido persona y segundo también para la marcha de la sociedad que preside, el Sevilla FC, generó todo tipo de especulaciones desde que fue escupida por la Sección Tercera de la Audiencia de Málaga. Prefirió pasar las primeras horas de este mal trago en la intimidad. Pese a que fue animado a mostrar su fortaleza en el acto que el club celebraba junto a los Fieles de Nervión, decidía estudiar a fondo junto a sus abogados el dictamen y preparar concienzudamente los primeros trazos del recurso que presentará ante el Tribunal Supremo y el mensaje que dará hoy en la rueda de prensa que ofrecerá a los medios, un acto que tendrá lugar en el hotel NH Convenciones, lejos del escenario fútbol, a las 19:00. Estará acompañado por Pedro Apalategui, su abogado en la causa.

 

Inteligentemente, Del Nido ni siquiera para convocar esta comparecencia utilizó los medios del club y fue una nota de sus abogados la que realizó la citación. Entre sus íntimos, el presidente mantiene el optimismo habitual de su carácter, el mismo que, por ejemplo, ofrecía el pasado viernes antes, durante y después de la Junta General Ordinaria de Accionistas, cuando ya conocía que ayer iba hacerse pública la sentencia del caso Minutas. 

La bala del recurso al no ser la sentencia firme es la que Del Nido va a esgrimir a partir de hoy en una causa que se puede prolongar incluso más de tres años y en la que sus abogados tienen mucha fe, una vez analizado el documento condenatorio de la Audiencia, en el que sus letrados dicen haber detectado bastantes lagunas. Ésta ha sido una de las cuestiones que más ha animado al presidente, que es verdad que corre el riesgo de provocar que su situación judicial perjudique a la imagen del Sevilla. 

 

De todas formas, todo estaba hablado de antemano con los máximos accionistas desde hace tiempo, desde que salió la noticia de su imputación, y la respuesta de éstos siempre fue apoyarlo en la decisión que tomase. Evidentemente, es una cuestión muy personal en la que juega un papel fundamental la fuerza interior de cada individuo. En el caso de Del Nido, nadie duda que la tiene. Otros, como Rafael Carrión, no, y se ponían ayer en su lugar. "Yo dimitiría, al menos hasta que fuera exculpado. Si me pasara a mí, dimitiría, porque puede perjudicar a la imagen del club. De momento renunciaría, pero si demuestro luego mi inocencia volvería", decía el ex presidente en Canal Sur Radio. Y argumentaba: "Somos muchos accionistas y habría gente que podría llevar la nave deportiva y administrativa bien. En el Sevilla hay muchas personas preparadas". No obstante, advertía que no sería el sucesor. "No daré nunca el paso al frente. No voy a volver a la presidencia del Sevilla".

 

Ése es otro tema más que planteable. No hay una sucesión clara. En un club con un modelo eminentemente presidencialista, no se atisba ninguna figura con fuerza ni carisma para suceder a Del Nido. José María Cruz ya se descartó él mismo en una entrevista en este periódico y también ha quedado claro que no es un hombre que se sienta a gusto en primera línea de batalla. Además, tanto él como otros (Monchi el primero) han repetido siempre que en una supuesta marcha de Del Nido le seguirían abandonando el club. Más fácil sería que llegase otro presidente de consenso mientras la causa se extingue en el Supremo.  

 

Pero no es el caso. El Sevilla no va a cambiar de presidente porque el que tiene se siente con fuerzas. Se la dan los seis títulos que ha ganado, se la da su carácter arrollador y el ser el mejor presidente de la historia del club. Del Nido va a dar la cara hoy y a partir de aquí dejará que el tiempo corra a su favor. En Sevilla, con la afición claramente de cara, no va a tener problemas. Otra cosa será fuera, donde deberá representar a la entidad y defenderla con las mismas agallas con las que lo ha hecho hasta ahora. Quizá en ese apartado sea más apropiado dar un paso y retirarse de la primera línea de fuego. Aunque el paso sea a un lado y nunca hacia atrás.

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