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Un enfermo sin dolor

  • Sin encender las alarmas y aún con los ecos del partido en el Camp Nou, el equipo de Emery firma el peor arranque desde Miguel Muñoz en la 81-82.

Buenos mimbres pero el cesto está vacío. No hay motivos aún para perder la calma, entre otras cosas porque el equipo de Unai Emery ya se ha enfrentado a Atlético de Madrid y Barcelona, dos malos tragos que tendrán que pasar a partir de ahora otros, pero los resultados no son los esperados y decir que dentro del club entraba dentro de lo normal llegar a la quinta jornada sin una sola victoria y en la zona baja de la clasificación es faltar a la verdad. El enfermo no presenta dolor, incluso se da sus paseítos, como el del sábado en Barcelona, pero necesita del tratamiento idóneo para que sane.

Porque apagados los ecos de la derrota en el Camp Nou, donde el Sevilla salió claramente perjudicado más que nada por el gol legal anulado a Cala por Muñiz Fernández, quedan los fríos números de un arranque liguero que si no fuera por la ilusión que los fichajes del verano despertaron motivarían el descontento de muchos.

Con sólo dos puntos y 8 goles encajados en cuatro jornadas, el Sevilla ha firmado el peor inicio de Liga de los últimos 32 años. Hay que remontarse a la temporada 81-82 para toparse con peores cifras que las logradas por el renovado grupo de Emery a estas alturas de campaña. Precisamente, fue la temporada que supuso la destitución de Miguel Muñoz la que, tras perder con el Betis (2-0 con goles de Cardeñosa y Lobo Diarte), el Sevilla se plantaba en la jornada quinta con un solo punto y penúltimo en la tabla. Un empate (0-0) ante el Real Madrid en el Sánchez-Pizjuán era lo único que alumbraba a aquel Sevilla que comenzó el ejercicio perdiendo frente a Osasuna (2-3) y Athletic (2-0). Fue la campaña que marcó el inicio de la era de Manolo Cardo, que se estrenó en la jornada 15 con un 1-4 en Zaragoza que pasó a la historia por los cuatro goles de Pintinho y el debut de un juvenil llamado Francisco López Alfaro.

Emery está obligado a hacer que los suyos espabilen para evitar que su equipo entre en una dinámica peligrosa. Perder ante el Barcelona entraba dentro de lo normal más allá del desarrollo final que tuvo una noche en la que los blancos tuvieron el empate en las manos e incluso acariciaron el triunfo en un par de ocasiones de Marko Marin y Vitolo. Lo que no estaba en los cálculos eran los empates ante Levante y Málaga, o, puestos a apurar, la derrota inicial en casa frente al Atlético de Madrid.

Lo que mantiene los nervios en su sitio es la calidad del mimbre, o la buena pinta que -haciendo el recuento jugador por jugador- tiene la plantilla. El entrenador ha mostrado en sus comparecencias una preocupación relativa por las dificultades que el Sevilla está encontrando para arrancar en la Liga. Otra cosa es la suerte en Europa, donde la solvencia ha acompañado a su rendimiento si bien la entidad de los rivales no ha permitido calibrar con exactitud hasta dónde puede llegar esta plantilla.

El calendario, además, ha querido que los de Emery repitan fuera de casa en un estadio de un rival directo, Mestalla, donde no puntuar puede empezar a motivar que las alarmas empiecen a parpadear.

Las miradas están puestas en el entrenador vasco una vez que Monchi recuperó en verano el crédito en los despachos con la importantísima inyección de dinero recibida con los traspasos de Jesús Navas, Negredo, Medel o Kondogbia... y hay confianza plena en su trabajo, pero el fútbol vive única y exclusivamente de resultados y ni una buena imagen en el Camp Nou evita una destitución, como le pasó a Marcelino. Y todo apunta a que Emery sacará partido de un grupo tremendamente resolutivo en ataque. Gestionar el sistema defensivo para que haya más equilibrio parece la clave después de que haya que remontarse 51 años atrás para encontrar a un Sevilla con 8 goles en contra en 4 jornadas.

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