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De hoy no puede pasar

  • Giro El Sevilla empieza de cero tras caer en la Copa con la necesidad de cambiar su nefasta dinámica como visitante en el campo del Getafe Regreso La presencia de Escudé permitirá a Jiménez alinear a la que debe ser su defensa titular

Hay que volver la página porque el Sevilla está obligado a ello. La distracción que casi se daba por hecha durante el mes de enero con un extra de partidos por la Copa se ha caído de un plumazo, casi sin comerlo ni beberlo y, sobre todo, sin merecerlo. El equipo de Manolo Jiménez ha llegado a este punto en el que necesita que su trayectoria dibuje una nueva dimensión. Uno de los motivos, que quizá no tenga que ver con lo deportivo pero que sí tiene influencia directa, es porque la afición, el entornoý en definitiva, el Gran Hermano, ya no va a pasar ni una habiendo visto cómo se ha esfumado la posibilidad de reeditar el título masivamente celebrado en Madrid el verano pasado. Y es que ese ente tan exigente bautizado como ese ojo que todo lo ve y que opina y critica desde fuera lleva dos años naturales completos sin verse fuera de una competición. Y, como es lógico y las cosas caen por su propio peso, alguna vez había que llegar a entender que todo el monte no puede ser orégano permanentemente.

Además confluye que el bombo quiso que fuera el Barcelona el rival que esperara al Sevilla no más doblar la tortuosa esquina con el Denia. Además confluye que el equipo de Manolo Jiménez fue superior en los dos partidos a un rival que salió a defenderse y lo hizo perfectamente porque además es de las cosas que mejor sabe hacer. Por algo Valdés sólo ha recibido 13 goles en la Liga. Pero además confluye que a ese equipo en el que nunca se distraen los cuatro monstruos defensivos de atrás más Márquez lo asustaron de tal manera en el Camp Nou que ningún sevillista perdió la ilusión hasta el final. ¿Que Juande hubiera planteado el partido de otra forma? Seguramente, pero Juande es el entrenador del Tottenham porque así lo quiso y ese partido que añora la parte más crítica del Gran Hermano lo planteó en Londres ante el Chelsea. Y perdió por 2-0.

Hoy, el Sevilla juega con la ventaja de que el Coliseo Alfonso Pérez no es tan largo ni tan ancho como la pradera de Can Barça. Para quien no haya jugado al fútbol no está mal recordar lo difícil que se hace llegar con el balón y recorrer tantísimos metros en ese campo, en ese estadio, con ese rival. Sea como fuere, ya está pasado y toca volver a la Liga y volver a hacerlo de visitante, amargo cáliz para un equipo que no se muestra nada resolutivo en sus salidas sin Kanoute y también con él. Porque la falta de los africanos sólo lleva afectando una semana y parece una eternidad la que ha pasado desde la última y única vez que el cuadro nervionense ganó fuera de casa en la Liga. Aún estaba Juande...

Jiménez tendrá que apañarse con lo que tenga arriba. Es de esperar que Luis Fabiano haya recuperado fuerzas y salga esta noche con más decisión que en Barcelona, porque el Pichichi de la Liga a día de hoy es casi el único argumento ofensivo del Sevilla. También es una buena noticia que la vuelta de Escudé hará posible que el de Arahal confeccione la que ahora mismo es y debe ser la defensa titular del equipo blanco.

El enemigo trae mezclados recuerdos muy buenos y también muy malos. De un extremo a otro no deja de ser curioso que el rival con el que el Sevilla conquistó la Copa del Rey sea con el que tenga que vérselas nada más ser apeado de ella, y en el lado más triste, nadie podrá borrar de la memoria un fatídico 25 de agosto en el que Antonio Puerta caía fulminado en una esquina del Pizjuán enfrentándose al Getafe. Por el camino también se han quedado participaciones en la Champions en un mal remate de Renato el último año de Caparrós o derrotas frías de diciembre con Juande alienando un equipo en el que muchos pensaban en las vacaciones y una defensa de circunstancias formada por Crespo, Aitor Ocio, David Prieto y Dragutinovic.

Nada de eso deberá estar presente hoy en el terreno de juego madrileño, donde el Sevilla necesita demostrar que está por la labor de cambiar esa dinámica tan negativa fuera de casa y tan peligrosa para el bien de sus objetivos. Habrá que rezar para que esta vez no haya lesiones -que toque madera Dragutinovic en el lateral izquierdo- y que los nervios se atemperen en cada choque con el contrario, no sea que otra vez el lamento sea de nuevo un expulsadoý

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